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Migraciones ambientales: el caso de América central

Por Agustina Bersano y Agustina Bonatti

Es necesario reflexionar sobre el impacto de los factores medioambientales en las dinámicas migratorias de Centroamérica y, por eso, consideramos que el abordaje de esta cuestión desde la perspectiva de la seguridad resulta fundamental para comprender la complejidad de las dinámicas migratorias. Partimos del siguiente supuesto: “El cambio climático en Centroamérica genera, entre otros efectos, migraciones en el interior o al exterior de los países de origen” (Casillas, 2020, p.73).

Migraciones, seguridad y cambio climático

Entendiendo que existen cuestiones ambientales en la esfera regional que constituyen amenazas a la salud y bienestar de los migrantes centroamericanos destacamos la necesidad de repensar el protagonismo de la problemática de degradación ambiental en la agenda de paz y seguridad de la región. Afirmamos que el enfoque de la seguridad humana, surgido en el siglo XXI como respuesta a estas nuevas amenazas, ofrece un marco conceptual que contribuye a profundizar el análisis; aportando criterios y elementos de juicio para el análisis de las políticas de los Estados.

Para comenzar, debemos distinguir entre dos tipos de migrantes: aquellos que se encuentran en la región de paso (ya que se dirigen a Estados Unidos); y, por otro lado, las dinámicas migratorias propias de la región. La mayoría de estos últimos provienen de la región del Triángulo Norte (Guatemala, El Salvador y Honduras), zona que se presenta sobreexplotada y deforestada, vulnerable a catástrofes naturales como: huracanes, inundaciones y sequías, haciendo necesario el desplazamiento de quienes habitan sus tierras, llamados migrantes medioambientales. Cabe destacar que muchos de estos migrantes no se dirigen solamente a Estados Unidos, hay quienes se establecen en Panamá, Bélice y Costa Rica, países que han logrado desarrollar una alta estabilidad.

Centroamérica es una de las regiones más afectadas por las catástrofes climáticas, en términos de pérdidas materiales y humanas. Por consiguiente, concordamos con Bejarano Torrecillas (2019) al afirmar que el cambio climático es, y debe ser tomado en cuenta como un nuevo rubro dentro de la definición de seguridad nacional e internacional al ser un problema en el que debe existir cooperación internacional e interorganizacional (Bejarano Torrecillas, 2019, s/p).

En este sentido, destacamos tres factores ambientales que convergen con los ya existentes (sociales, económicos, políticos, etc.): la aceleración exponencial del cambio climático, el fin de la energía barata y el agotamiento de recursos naturales fundamentales para el sistema industrial y el bienestar humano (Del Viso, 2008). Todo esto, ha desembocado en crisis sociales y ambientales globales sin precedentes, con una competencia global por el control de los recursos naturales que ha llevado al alto grado de desplazamientos como los que hoy se nos presentan.

Entonces, habiendo dejado claro que Centroamérica es – efectivamente – escenario de catástrofes climáticas y que los ciudadanos son los rehenes de esta problemática, es necesario clarificar el vínculo entre los efectos de este fenómeno en las dinámicas migratorias en particular. Ésta problemática puede estar enmarcada como un conflicto socio-ambiental, en el que los países que se ven más golpeados en el área natural está desatando grandes problemas, a través del gran flujo de migraciones, que se dirigen a países mejor posicionados en el sector (como Estados Unidos) pero que, sin embargo, tratan de frenarlo entendiendo que los recursos siguen siendo escasos.

migraciones

Ámbitos de conexión entre el cambio climático y las dinámicas de las migraciones

En primer lugar, el Triángulo Norte está cruzado por el corredor seco centroamericano, compuesto por las tierras altas y templadas de la región, donde se encuentran las mayores densidades de población. Esta zona se encuentra sobreexplotada y deforestada, siendo muy vulnerable a las catástrofes naturales que azotan periódicamente la región, que son el inicio de un ciclo de pobreza, violencia y migraciones. (Gil, 2021, s/p.).

Para males, se encuentra el éxodo rural que, sumado a los migrantes medioambientales, ha acabado concentrando a una inmensa cantidad de población en cinturones de pobreza alrededor de las grandes ciudades de la región, especialmente Guatemala, San Salvador, Tegucigalpa y San Pedro Sula. Es aquí donde prosperan las maras, la corrupción y la violencia, que impiden la prosperidad de unos habitantes que se ven forzados a unirse a ellas o iniciar una nueva migración, esta vez internacional hacia Estados Unidos. (Gil, 2021, s/p.). Por otra parte, Honduras es parte de los tres países más afectados por eventos climáticos extremos. Guatemala se encuentra dentro de los diez más afectados, y El Salvador es desafiado por las consecuencias del aumento del nivel del mar (Casillas, 2020).

Ese flujo migratorio en tránsito por México es mixto y responde a distintas motivaciones iniciales: la búsqueda de más y mejores oportunidades de empleo y condiciones de vida, la reunificación familiar, la violencia social (Izcara y Andrade 2015; Heredia 2016; ITAM 2014; Martínez 2010, 2016; Nájera 2016; Pederzini et al. 2015). Es posible que la inseguridad alimentaria y el cambio climático en los países del norte centroamericano sean otras causas. (Casillas, 2020)

 

Conclusión

Se observa que hoy en día, el concepto de seguridad ha cambiado y a gran escala; ya que, el deterioro medioambiental y el cambio climático, al relacionarse con aspectos sociales y económicos ya existentes, aumentan el riesgo de conflictividad que, a su vez, se vinculan con la forma en que se gestionan y distribuyen los beneficios y costes ambientales, entendiendo que la solución deberá ser política (Del Viso, 2008).

¿Por qué política? Porque hay tres factores relevantes en relación a los conflictos ambientales: cuestión de cantidad, de calidad y de distribución. Y, hoy por hoy, son los países centroamericanos los que se encuentran en un ambiente con escasez de recursos naturales que lleva a la degradación de sus ecosistemas y esto se nota con creces respecto a los estados que se encuentran en la región norte y sur del continente americano quienes, más allá de verse interpelados por la situación ambiental, se encuentran mejores posicionados (Del Viso, 2008).

 

Bibliografía:

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