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La guerra contra el terror

Por Maria Florencia Nuñez

En un mundo cambiante, cuyos retos se incrementan exponencialmente al existir cada vez mayor tecnología, aparece un factor humano en común (ya utilizado en la historia de la humanidad): el miedo derivado a terror. El miedo, según la RAE, es la “Perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario”. Parafraseando a BÉJAR, “los gobiernos radicales manejan hábilmente los miedos que suscita un mundo incierto e identifica “enemigos” para explicar los males que aquejan a los “perdedores” en el capitalismo global: asocia el desempleo a la inmigración, adjudica el terrorismo a  los musulmanes (…)”. 

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El ataque del 11 de septiembre

Ante el ataque del 11 de septiembre, se adujo que había sido perpetrado por la red terrorista Al Qaeda y “vieron en ese ataque un segundo Pearl Harbor que los habilitaba a imponer un drástico cambio de la situación en Oriente Medio. Las agresiones del 11 de septiembre fueron la expresión de un proceso frío y racional que llevó al islamismo militarizado a dirigir el terrorismo al corazón de los Estados Unidos para obtener un beneficio políticoMientras el islamismo militarizado convocaba abiertamente a “la yihad contra el enemigo lejano”, el gobierno de los Estados Unidos ponía en marcha “la guerra global contra el terrorismo”.

Luego de la caída del muro de Berlín, Estados Unidos se erigió como el ganador de la guerra fría, y ello lo impulsó a instaurar su nuevo modelo de seguridad, un modelo basado en el miedo hacia ciertos sectores; y, debido a la hegemonía que contaba en dicho momento, logró que sus ideas fueran copiadas por el resto de países de occidente. Así, parafreaseando a COOPER “los gobiernos occidentales han aprendido tres cosas. Primero, ellos han aprendido que el caos se propaga. Segundo, cuando el Estado colapsa el crimen aparece. Tercero, que fue aprendido en la elección de 11 de septiembre de 2001, el caos puede tener impacto y amenazar a la seguridad de otros países (…) No fue el bien organizado Imperio Persa el que provocó la caída de Roma, sino los bárbaros”.

Esta nueva teoría de seguridad internacional, fue justificativo del discurso de Bush donde instaba a una guerra contra el terror; guerra que podía justificarse ante la amenaza de un grupo que buscaba instaurar un nuevo modelo en contra de las ideas occidentales. Sin embargo, “una pregunta debe ser analizada: quien define terrorismo, quien defina a los terroristas y quien define a la respuesta a una amenaza terrorista”. Desde que el fenómeno del terrorismo se ha extendido, a partir del impacto que tuvo la caída de las torres gemelas, la definición del terrorismo, a quiénes se considera terrorista y la respuesta a dichas amenazas han provenido mayormente de Estados Unidos, desde el gobierno y desde elites gobernantes. Motivo de lo anteriormente mencionado, es que las medidas que desde el gobierno de Estados Unidos –y mediante el unipolarismo global-, se fue imponiendo una batalla contra el terrorismo (incluso una guerra preventiva).

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Guerra preventiva contra el terror

Desde entonces, la guerra preventiva para eliminar el terrorismo, sobre todo a partir del discurso de Bush enmarcado en la doctrina de la seguridad nacional, trajo como consecuencia un agrandamiento de aquellas causales que podrían ser consideradas como una posible amenaza. Siguiendo a FUKUYAMA, se permitió la guerra preventiva incluso cuando faltaban años para producirse: “Lo nuevo de la NSS era que ampliaba las nociones tradicionales de anticipación para incluir lo que equivalía a una guerra preventiva. Por anticipación [preemption] suele entenderse un esfuerzo por desarticular un ataque militar inminente; en cambio, la guerra preventiva [preventive] es una operación militar diseñada para conjurar una amenaza a la que le faltan meses o años para materializarse”.

Lo anteriormente mencionado es un fenómeno que se encuentra acompañado por una sociedad internacional fuertemente atemorizada. Como apunta el autor MC DONALD, los medios de comunicación, las películas, el contenido audiovisual en general ha conllevado a que existe una sociedad que consume constantemente el terror: desde películas, noticias, etc., que genera una sociedad atada al miedo. Existe una sociedad que se encuentra aterrada ante los posibles escenarios catastróficos; de tal manera que, al momento de la toma de decisiones, los ciudadanos no son racionales, y ante la inminencia del peligro, permitan al gobernante de turno que tome las medidas necesarias para acabar con el terror (incluso cuando dichas medidas deberían ser excepcionales y transitorias).

Por último, podría uno preguntarse porqué existen los actos de terror por parte de los terroristas y cuál es la efectividad de estos actos. Al respecto, el autor PETER KRAUSE analiza la efectividad del terrorismo, y apunta a que el análisis que se ha efectuado del terrorismo ha sido sesgado, apuntando a que al momento de analizar la efectividad, debería enfocarse en tres aspectos: estratégico, organizativo y táctico. Desde el aspecto estratégico, las condiciones son distintas según los objetivos. “Desde el aspecto organizativo, el terrorismo tiene más posibilidades de encontrar apoyos cuando un número significativo de civiles se encuentra desencantado o molesto con el propio gobierno. Desde el aspecto táctico, el terrorismo eficaz a nivel táctico equipara los costes previstos con el objetivo objetivos previstos y suscita las emociones previstas en los individuos previstos, aunque dichas previsiones pueden variar de un atentado a otro.  donde se verá que en ciertos aspectos el terrorismo sí es eficaz. (…) El artículo mencionado sugiere que el terrorismo mantiene más probabilidad de éxito táctico que de éxito organizativo, así como de mayor éxito organizativo que estratégico, todo depende de ciertas variables”.

En conclusión, desde el ataque a Estados Unidos existió un cambio en el paradigma de la seguridad; permitiendo una lucha contra el terrorismo incluso –siguiendo a Fukuyama- cuando no existían riesgos inminentes, sino riesgos potenciales. Ello fue permitido por una sociedad influenciada por el miedo, por la globalización del terror (como apunta ORDOÑEZ), lo cual permite mayores acciones del gobierno. Estas acciones nuevamente repercuten en nuevos actos terroristas, cuya efectividad dependerá del objetivo buscado; pero que al fin y al cabo logra un círculo sin fin donde en el medio solo hay espacio para el dolor.

 

BIBLIOGRAFIA

  • BÉJAR, María Dolores, Historia del siglo XX. Europa, América, Asia, África y Oceanía, Buenos Aires, Siglo XXI, 2011, Capítulos 7 (“Fin de una época”).
  • COOPER, Robert, The Breaking of Nations. Order and Chaos in the Twenty-first Century, New York, Atlantic Monthly Press, 2003, Part One, Chapters 2 (“The New World Order”) & 3 (Security in the New World).
  • FUKUYAMA, Francis, América en la encrucijada. Democracia, poder y herencia neoconservadora, Barcelona, Ediciones B, 2007, Capítulo 3 (“Amenaza, riesgo y guerra preventiva).
  • Krause, P. (2016), “Cuando el terrorismo es eficaz: éxitos y fracasos para objetivos distintos”, Revista CIDOB d’Afers Internacionals, No. 112, pp. 69-97.
  • McDonald, M. (2009), “Emancipation and critical terrorism studies”, en Richard Jackson, Marie Breen Smyth y Jeroen Gunning (eds.), Critical Terrorism Studies. A new research agenda, Abingdon:Routledge, pp. 109-123
  • Ordóñez, L. (2006), “La globalización del miedo”, Revista de Estudios Sociales, No. 25, pp. 95-103.
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