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Acerca de la reforma laboral y la cuarta revolución industrial

Un escenario de cambios

Nos encontramos frente a un escenario internacional complejo de transformaciones tecnológicas, económicas, y sociales tan vertiginosas que aún no terminamos de comprender en su total dimensión. Es necesario para nuestro país no quedar desfasado en este contexto de lo que se denomina la cuarta revolución industrial, pero según quien escribe, es sumamente necesario que esto no sirva de excusa para recortar derechos de los trabajadores y volver de esta manera a un estado de las cosas que existía con anterioridad a la sanción de las leyes laborales que tuvo la Argentina.

Este tipo de reformas pueden llegar a ser muy útiles al momento de presentarnos ante el mundo como un país flexible, con leyes laborales laxas y facilidad para las inversiones externas –que no siempre son productivas sino que muchas veces se reducen al capital financiero o especulativo-, pero es probable que tengan consecuencias muy graves sobre el ya deteriorado tejido social de nuestro país, es por eso que es importante analizar algunas cuestiones que nos aporten recursos a la hora de empezar a pensar esta problemática tan importante para el futuro de las próximas generaciones.

La idea de una renta básica universal

Autores muy leídos en estos tiempos como el israelí Noah Harari, quien es constantemente citado por políticos de distintos signos y académicos varios, así como también empresarios jóvenes de la tecnología como Ellon Musk de Tesla y Mark Zuckerberg de Facebook vienen discutiendo mucho en los últimos años respecto de qué hacer con toda la masa de gente que se va a quedar afuera del mercado laboral por ser “inútil” o “improductiva” para los estándares que se van imponiendo cada día con más fuerza, ya sea debido a su falta de preparación o de familiarización con las nuevas tecnologías o porque sus trabajos simplemente ya no serán necesarios en un futuro probablemente no muy lejano.

El mismo Zuckerberg ha planteado en múltiples ocasiones la necesidad de avanzar hacia una especie de salario universal que permita la creación de emprendimientos o startups por parte de quienes lo reciben, que al no estar preocupados por el salario o la ganancia inmediata podrían dedicarse a pensar nuevas formas de innovar en nuestras respectivas sociedades. El fundador de Facebook lo dijo muy bien en su discurso en la Univesridad de Harvard en Mayo de este año: “Hay algo mal en nuestro sistema si en 10 años yo puedo hacer millones de dólares y muchos estudiantes no pueden pagar sus matrículas. Tenemos que explorar ideas como la renta básica universal, porque vamos a cambiar mucho de trabajo. La sanidad no puede depender de que tengamos un empleo. Vamos a tener que reinventarnos”. Esa reinvención de la que habla Zuckerberg es clave a la hora de repensar las relaciones existentes entre Estado y trabajadores organizados, hoy los sindicatos –la Argentina es un caso interesante al respecto- en muchas ocasiones no representan el mismo papel que lo hacían a mediados del siglo pasado, debido a diversas cuestiones como pueden ser el desprestigio de sus dirigentes, el crecimiento de trabajo informal y no sindicalizado, o que los trabajadores simplemente ya no se sienten representados.

Volver a Keynes

El economista británico John Maynard Keynes ya había hablado acerca de avanzar en la posibilidad de lograr una jornada laboral de tan solo 15 horas semanales, durante décadas muchos otros sociólogos, filósofos o economistas pensaron que estábamos encaminados indefectiblemente hacía jornadas más cortas. Pero a partir de las drásticas reformas que empezaron a implementarse sobre los Estados de Bienestar en los años ochenta, especialmente con las reaganomics en los Estados Unidos de Ronald Reagan o con las políticas aplicadas por Margaret Thatcher en Gran Bretaña durante esos años, la situación cambió y se empezó a trabajar mucho más, abogando por una jornada laboral extendida.

Esta especie de “renta básica universal” que proponen Zuckerberg o Musk –quien ha dicho varias veces que será absolutamente necesaria cuando los robots hagan innecesario gran parte del trabajo humano- salvando todo tipo de distancias temporales, de contexto, económicas o incluso ideológicas podría llegar a tener antecedentes más o menos claros en el keynesianismo y el famoso welfare state en la Europa de pos-guerra, o inclusive en Henry Ford, quien a principios del Siglo XX redujo la jornada laboral de sus trabajadores para aumentar la productividad. Es por eso que, según quien escribe, la solución no pasa por reformar la legislación laboral de manera que sea perjudicial para los trabajadores, recortando beneficios previsionales, aumentando la jornada laboral, eliminando el pago de las horas extras o acortando vacaciones como se ha hecho en algunos países recientemente, sino que es importante reformular la relación existente entre el Estado, los trabajadores, los sindicatos, la amplia masa de trabajadores que se encuentran en el mercado informal, los empresarios, las patronales, y las nuevas tecnologías, que lejos de ser ciencia ficción, ya son una realidad.

 

Autor

Gonzalo Fiore Viani: abogado, actualmente maestrando en relaciones internacionales en el Centro de Estudios Avanzados de la UNC y cursando la Edición II del Programa Lazos Comex para consultores en comercio internacional en la Facultad de Ciencias Económicas de la misma universidad. Actualmente se desempeña como coordinador de Grupos Asociativos de empresas y escribe para distintos medios académicos.

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