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Análisis del discurso populista de derecha: El caso brasilero

La escena política mundial parece estar marcada actualmente por la ocupación de cargos de manera democrática de líderes populistas de derecha. Así, a las ya tradicionales figuras de Vladimir Putin en Rusia, Víktor Orban en Hungría y Recep Tayyip Erdoğan en Turquía, entre otros, se han agregado más recientemente las elecciones de Donald Trump en 2016 en Estados Unidos y la de Jair Bolsonaro en Brasil en 2018.

 

 

Introducción

El actual populismo de derecha o conservador vendría a caracterizarse en términos ideológicos por su carácter nacionalista y religioso, pudiendo incorporar matices de liberalismo hacia el interior del Estado, como parecen ser los casos de Trump y Bolsonaro.

Estos sectores pueden ser identificados en los principales sostenedores y votantes de tales candidatos. Para el caso de Trump podemos citar una base sólida de votantes entre los protestantes blancos, según el Pew Research Center (2016), a la vez que incluye algunos elementos liberales proporcionados por el Tea Party, pero muy especialmente nacionalistas, inspirados en la ideología anti-globalista de su principal estratega de campaña Steve Bannon.

Este carácter anti-globalista/nacionalista, es uno de los principales rasgos del populismo de Trump, que, abandonando el viejo catecismo liberal de apertura comercial, le permitió consolidar una sólida base de votantes, en estados industriales tradicionalmente demócratas, con la promesa de proteccionismo y recuperación del empleo nacional.

Bolsonaro en Brasil, se presentó durante la campaña como férreo admirador del modelo de Trump, algo que debe ser analizado en su contexto, puesto que, si bien la utopía hegemónica de Argentina es ser Europa, la de Brasil por su parte es ser Estados Unidos. De allí que los factores culturales hayan estado dados en Brasil para un líder similar a Trump.

Podemos sostener entonces que la base política de apoyo a Bolsonaro, de manera similar a la de Trump, está compuesta por sectores religiosos, nacionalistas y liberales. Tales sectores están representados principalmente por la iglesia evangélica, de gran poder económico y político (cuentan con sus propias bancadas de legisladores), los liberales del Movimiento Brasil Libre (MBL) principales impulsores del Impeachment a Dilma Rousseff; y los militares, de corte nacionalista, con gran poder infraestructural en tanto la policía de Brasil es militar y son en términos prácticos reservistas del ejército.

La integración de sectores nacionalistas y liberales parece una contradicción en sí misma y sólo posible en los estadios primigenios del desarrollo de este tipo de líderes. Aún sin haber asumido ya existen roces entre quién será ministro de economía Paulo Guedes (liberal) y el vicepresidente electo General Morão (nacionalista) con respecto a la privatización de Petrobras. Quizás una buena hipótesis a futuro es que los sectores liberales vayan siendo desplazados al punto de tener que abandonar la coalición gobernante, como ha sido el caso de Rusia.

El propósito del presente ensayo es dilucidar si nuestra hipótesis de que la candidatura de Jair Bolsonaro a la presidencia de Brasil respondía a los intereses de una coalición, como la que mencionamos, de sectores religiosos, liberales y nacionalistas. Para ello en términos metodológicos Teu Van Dijk (2005) sostiene que las ideologías políticas pueden ser identificadas en el discurso político, de allí que analizaremos el discurso de la victoria de Bolsonaro.

Tomamos el discurso de victoria, dado que durante la campaña los discursos generalmente se moldean en pos de atraer a la mayor cantidad de electores, una vez asegurado el triunfo, la necesidad de convencimiento disminuye y el programa de gobierno se expresa de manera más explícita.

 

“Conhecereis a verdade e a verdade vos libertará

El discurso de la victoria de Bolsonaro se inicia con una cita textual del Evangelio de Juan (“Conocerán la verdad y la verdad los hará libres”), marcando una clara identificación con el discurso religioso, pero que incluye también a los otros dos sectores. Primero al liberal, con el concepto más caro para tal corriente el de “libertad” y al nacionalista a partir de una estrategia de “vaguedad” (Van Dijk, T. 2005) o constitución de un significante vacío en torno al concepto de “libertad” en términos de Laclau (1996).

Lo anterior se complementa con lo que Van Dijk (2005) denomina “implicación” es decir que “los portavoces no (necesitan) decir todo lo que saben o creen. De hecho, gran parte del discurso permanece implícita, y tal información implícita puede ser inferida por los destinatarios, dado el conocimiento o las actitudes compartidas y así pueden constituirse como parte de sus modelos mentales acerca del evento o la acción representada en el discurso” (Van Dijk, T. 2005: 40).

Es en este proceso de vaguedad-implicación y/o constitución y llenado de un significante vacío es que cada uno de los grupos que sostienen a Bolsonaro llena el concepto contra lo que cree que ataca su libertad, la “ideología de género” para los sectores religiosos, un “Estado parasitario” para los liberales y el comunismo del Foro de São Paulo para los militares nacionalistas.

El discurso de Bolsonaro seguirá entonces lo que Eggs (2011) denomina, al analizar el discurso de George Bush, la “estrategia del salvador”, es decir la enunciación de un peligro y el posicionamiento como encargado de contrarrestarlo, así sostiene “Oraciones de hombres, mujeres, niños, familias enteras que, ante la amenaza de seguir por un camino que no es lo que los brasileños desean y merecen, colocaron a Brasil, nuestro amado Brasil, por encima de todo” (Bolsonaro, J. 2018).

Ante quienes sostengan que lejos de disipar peligros, Bolsonaro es en sí mismo un peligro para el Brasil, responderá con el clásico argumento “ad vericundiam” (Platin, C. 2012) de que su palabra no puede ser puesta en duda dado que es el único político no implicado en el caso de corrupción denominado “Lava Jato”.

Para reafirmar su defensa incluirá también la apelación “ad hominem” (Platin, C. 2012) de que él “no visita presos en la cárcel”, en clara alusión a la visita del candidato del PT y rival en el ballotage, Fernando Haddad, al ex presidente Lula Da Silva, que actualmente cumple una condena por corrupción. Con estrategias de este tipo Bolsonaro supo cómo nadie capitalizar el descontento social hacia el PT, en un ejemplo claro de inclusión de emociones en el discurso político (Platin, C. 2012).

El discurso religioso se hace más explícito cuando la soberanía pasa a ser cuando menos indirecta, haciendo del pueblo “testigos” de un compromiso ante Dios: “Hago de ustedes mis testigos de que ese gobierno será un defensor de la Constitución, de la democracia y de la libertad. Eso es una promesa no de un partido. No es la palabra vana de un hombre. Es un juramento a Dios” (Bolsonaro, J. 2018).

Si bien puede parecer impactante para las modernas sociedades seculares y laicas occidentales, la apelación constante a lo religioso es lo que Bourdieu, P. (1985) denomina una “estrategia de condescendencia”, para Bourdieu tal estrategia sólo es posible cuando existe una jerarquía explicita entre dos lenguajes o discursos, y conociendo tal jerarquía se opta deliberadamente por el que se encuentra en la posición subalterna, a los fines de ganar la empatía del sector. De esta manera Bolsonaro huye del discurso laico de la democracia occidental para consolidad su base y programa de carácter religioso.

El discurso continúa con una frase que termina de explicitar la tríada programática y de sustento de Bolsonaro: “La verdad va a liberar a este gran país, y la libertad va a transformarnos en una gran nación”. La verdad, de los valores religiosos por excelencia, mentir es pecar, libera, como ya explicitamos principal valor del liberalismo y esta libertad (de entendimiento sui generis) engrandecerá a la nación. La secuencialidad de la tríada demuestra que siempre en primer orden está lo religioso, este será el aspecto no negociable de un gobierno cuya conformación, como ya hemos mencionado parece cuando menos ideológicamente conflictiva.

 

“Comprometido exclusivamente com o país e com o nosso povo”

El discurso nacionalista de Bolsonaro se presenta como defensor del país y de su pueblo, como se esperaría de cualquier gobernante, pero esa defensa adquiere un carácter fundamental es “exclusiva”, ya no hay espacio para el multilateralismo o para proyectos de integración latinoamericana, parafraseando el slogan de campaña de Trump, el mito político ahora es “Brazil First”.

El gobierno tendrá el objetivo de transformar a Brasil en una “grande libre y prospera nación”, el sujeto político del gobierno no es el pueblo, ni los individuos sino la nación, como toda nación con pretensiones de homogeneidad interior e individualidad exterior.

La profundización del giro nacionalista/anti-globalista queda explicitada en el papel en que se piensa a las relaciones internacionales: “Liberaremos a Brasil y al Itamaraty de las relaciones internacionales con sesgo ideológico a que han sido sometidos en los últimos años. Brasil dejará de estar apartado de las naciones más desarrolladas” (Bolsonaro, J. 2018). Esta es una liberación nacional, puesto que se entiende que se “sometió” al Brasil, en función de criterios ideológicos (socialismo del siglo XXI) y que por tanto se falló al interés nacional al apartarlo de las naciones más desarrolladas.

La misma idea se expresa mediante la estrategia de “auto-glorificación nacional” (Van Dijk, T. 2005), dado que existirían características intrínsecas en el Brasil que lo harían más que merecedor de un puesto privilegiado en el concierto de naciones, de allí que la promesa es “colocar al Brasil en el lugar que se merece” (Bolsonaro, J. 2018).

El discurso cierra com: “Somos un gran país, y ahora juntos vamos a transformar este país en una gran nación” (Bolsonaro, J. 2018). Nuevamente la nación no sólo reviste entidad propia, sino que se constituye en la destinataria principal de la acción de gobierno.

 

Como defensor da liberdade”

Bolsonaro apela al autorretrato y se denomina “defensor de la libertad”, “en situación argumentativa, los locutores son compelidos frecuentemente a valorizar su persona, a fin de auto-legitimarse; las exigencias de la situación de argumentación prevalecen sobre el principio de cortesía lingüística, que prohíbe que uno haga su propio elogio” sostiene Platin (2012: 91). Bolsonaro debe afirmarse porque su bies autoritario, podría preocupar a su base liberal.

De allí que se legitima defensor de la libertad, democracia y constitución para calmar las preocupaciones liberales mencionadas y pasa al convencimiento del sector con innumerables propuestas de corte económico liberal: respeto de la propiedad privada, disminución de la burocracia estatal y el déficit, desregulación, descentralización, disminución de la deuda estatal y de las tasas de interés.

La estrategia, fue cuando menos exitosa, al triunfo de Bolsonaro le siguió un crecimiento de las acciones de las empresas brasileras y de la bolsa de valores de São Paulo. La buena respuesta de los mercados denotó una vez más el acento liberal en la economía por sobre los demás tópicos sociales y de allí la falta de preocupación por un discurso religioso más cercano al Acien régime que al de las revoluciones liberales.

 

Conclusiones

El triunfo de Bolsonaro marca un hito en la región, este puede ser el comienzo de la implantación de populismos de derecha en Latinoamérica. El breve análisis realizado en el presente ensayo da cuenta de que efectivamente el núcleo duro de los votantes de Bolsonaro está compuesto por una alianza compleja entre sectores religiosos, liberales y nacionalistas, como bien explicita su discurso de victoria.

Ahora bien, los sectores citados están presentes en los diversos países de la región, sin embargo, al parecer nunca han actuado de manera tan coordinada como en el reciente caso brasilero. El futuro de los Estados latinoamericanos estará dado por la capacidad de agrupar a tales sectores o el de sus oponentes de fragmentarlo.

En ese sentido, el caso argentino muestra una fractura entre los sectores religiosos de la iglesia católica y el gobierno liberal de Mauricio Macri, sin embargo, la postura de los líderes evangélicos no está aún definida y puede preverse que asuman un papel central en el futuro, como en el caso de Brasil, donde hemos explicitado que son la principal base de apoyo de Jair Bolsonaro.

 

Bibliografía

  • BOLSONARO, J. (2018): “Conhecereis a verdade e a verdade vos libertará”. Discurso após vitória eleitoral. Disponible en: https://g1.globo.com/politica/eleicoes/2018/noticia/2018/10/28/integra-discurso-de-jair-bolsonaro-apos-vitoria-eleitoral.ghtml
  • BOURDIEU, P. (1985): Qué significa hablar. La economía de los intercambios lingüísticos, Madrid, Akal. Caps. 2 y 4.
  • EGGS, E. (2011): “La producción de emociones en el discurso político. Las técnicas retóricas de Bush y Obama”, Versión 26, pp. 67-76.
  • LACLAU, E. (1996). ¿Por qué los significantes vacíos son importantes para la política?. Buenos Aires, 69-86.
  • PEW RESEARCH CENTER (2016) “Evangelicals Rally to Trump, Religious ‘Nones’ Back Clinton.” Disponible em: http://www.pewforum.org/2016/07/13/evangelicals-rally-to-trump-religious-nones-back-clinton/
  • PLANTIN, C. (2012): La argumentación. Historia, teoría, perspectivas, Buenos Aires, Biblos. Cap. VI.
  • VAN DIJK, T. (2005): “Política, ideología y discurso”, Quórum académico 2 (2): 15 – 47

 

Autor

Matías Caro: Licenciado en Ciencia Política (UCC). Doctorando en Ciencia Política (UNC). Profesor Adjunto de Derecho Político (Fac. de Derecho y Ciencias Sociales, UCC). Becario Doctoral (CONICET – UCC). Secretario del Instituto de Gestión en Sistemas de Justicia.

 

 

 

 

Anexo

Discurso de Jair Bolsonaro luego de la victoria electoral en segunda vuelta en 2018:

“Conhecereis a verdade e a verdade vos libertará”

Nunca estive sozinho. Sempre senti a presença de Deus e a força do povo brasileiro.

Orações de homens, mulheres, crianças, famílias inteiras que, diante da ameaça de seguirmos por um caminho que não é o que os brasileiros desejam e merecem, colocaram o Brasil, nosso amado Brasil, acima de tudo.

Faço de vocês minhas testemunhas de que esse governo será um defensor da Constituição, da democracia e da liberdade. Isso é uma promessa não de um partido. Não é a palavra vã de um homem. É um juramento a Deus.

A verdade vai libertar este grande país, e a liberdade vai nos transformar em uma grande nação.

A verdade foi o farol que nos guiou até aqui e que vai seguir iluminando o nosso caminho.

O que ocorreu hoje nas urnas não foi a vitória de um partido, mas a celebração de um país pela liberdade.

O compromisso que assumimos com os brasileiros foi de fazer um governo decente, comprometido exclusivamente com o país e com o nosso povo –e eu garanto que assim será.

Nosso governo será formado por pessoas que tenham o mesmo propósito de cada um que me ouve neste momento: o propósito de transformar o nosso Brasil em uma grande, livre e próspera nação.

Podem ter certeza de que nós trabalharemos dia e noite para isso. Liberdade é um princípio fundamental: liberdade de ir e vir, de andar nas ruas, em todos os lugares deste país, liberdade de empreender, liberdade política e religiosa, liberdade de informar e ter opinião. Liberdade de fazer escolhas e ser respeitado por elas.

Este é um país de todos nós, brasileiros natos ou de coração. Um Brasil de diversas opiniões, cores e orientações.

Como defensor da liberdade, vou guiar um governo que defenda e proteja os direitos do cidadão que cumpre seus deveres e respeita as leis; elas são para todos. Porque assim será o nosso governo; constitucional e democrático.

Acredito na capacidade do povo brasileiro, que trabalha de forma honesta, de que podemos juntos –governo e sociedade– construir um futuro melhor.

Esse futuro de que falo e acredito passa por um governo que crie as condições para que todos cresçam. Isso significa que o governo federal dará um passo atrás –reduzindo a sua estrutura e a burocracia; cortando desperdícios e privilégios, para que as pessoas possam dar muitos passos à frente.

Nosso governo vai quebrar paradigmas: vamos confiar nas pessoas. Vamos desburocratizar, simplificar e permitir que o cidadão, o empreendedor, tenha mais liberdade para criar e construir e seu futuro.

Vamos “desamarrar” o Brasil.

Outro paradigma que vamos quebrar: o governo, de verdade, a Federação. As pessoas vivem nos municípios; portanto, os recursos federais irão diretamente do governo central para os estados e municípios. Colocaremos de pé a federação brasileira. Nesse sentido é que repetimos que precisamos de mais Brasil e menos Brasília.

Muito do que estamos fundando no presente trará conquistas no futuro. As sementes serão lançadas e regadas para que a prosperidade seja o desígnio dos brasileiros do presente e do futuro. Esse não será um governo de resposta apenas às necessidades imediatas.

As reformas a que nos propomos serão para criar um novo futuro para os brasileiros. E quando digo isso falo com uma mão voltada para o seringueiro no coração da selva amazônica e a outra para o empreendedor suando para criar e desenvolver sua empresa. Porque não existem brasileiros do sul ou do norte. Somos todos um só país, somos todos uma só nação!

Uma nação democrática!

O estado democrático de direito tem como um dos seus pilares o direito de propriedade.

Reafirmamos aqui o respeito e a defesa deste princípio constitucional e fundador das principais nações democráticas do mundo.

Emprego, renda e equilíbrio fiscal: é o nosso compromisso para ficarmos mais próximos de oportunidades e trabalho para todos.

Quebraremos o círculo vicioso do crescimento da dívida, substituindo-o pelo círculo virtuoso de menores déficits, dívidas decrescente e juros mais baixos.

Isso estimulará os investimentos, o crescimento e a consequente geração de empregos. O déficit público primário precisa ser eliminado o mais rápido possível e convertido em superávit.

Este é o nosso propósito.

Aos jovens, uma palavra do fundo do meu coração: vocês têm vivido um período de incerteza e estagnação econômica. Vocês foram e estão sendo testados a provar sua capacidade de resistir. Prometo que isso vai mudar. Esta é a nossa missão. Governaremos com os olhos nas futuras gerações e não na próxima eleição.

Libertaremos o Brasil e o Itamaraty das relações internacionais com viés ideológico a que foram submetidos nos últimos anos. O Brasil deixará de estar apartado das nações mais desenvolvidas.

Buscaremos relações bilaterais com países que possam agregar valor econômico e tecnológico aos produtos brasileiros. Recuperaremos o respeito internacional pelo nosso amado Brasil.

Durante a nossa caminhada de quatro anos pelo Brasil, uma frase se repetiu muitas vezes: “Bolsonaro, você é a nossa esperança”.

Cada abraço, cada aperto de mão, cada palavra ou manifestação de estímulo que recebemos nesta caminhada fortaleceram o nosso propósito de colocar o Brasil no lugar que merece.

Nesse projeto que construímos, cabem todos aqueles que têm o mesmo objetivo que o nosso.

Mesmo no momento mais difícil desta caminhada, quando, por obra de Deus e da equipe médica de Juiz de Fora, ganhei uma nova certidão de nascimento, não perdemos a convicção de que juntos poderíamos chegar a esta vitória.

É com esta mesma convicção que afirmo: ofereceremos a vocês um governo decente, que trabalhará, verdadeiramente, para todos os brasileiros.

Somos um grande país, e agora vamos juntos transformar esse país em uma grande nação. Uma nação livre, democrática e próspera!

 

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