Por María Belén Valdemoros Alba
ARGENTINA: ¿HACIA DONDE VAMOS?
Palpitando un año electoral en Argentina, en una extremada y compleja situación económica y social, se cumplen cuarenta años de democracia. Y lejos de ser un motivo de festejo, debemos ver este acontecimiento con una dosis reflexiva de cara al futuro de nuestro país.
Este artículo no quiere vagar por definiciones, sino más bien hacer un análisis de nuestra realidad como ciudadanos argentinos. Muchas de las batallas que se suponía debía ganar la democracia en nuestro territorio, tenían relación con la economía y lo social: educación, salud, pobreza, violencia, inseguridad. Todas han sido disputadas, pero ninguna vencida.
Una Argentina que se encuentra desmembrada y en cada país del mundo existe una comunidad de compatriotas que decidieron dirigir sus próximos años hacia una mayor estabilidad, aunque eso implicara dejar atrás familia y amigos. Más de 400.000 argentinos viven en el exterior y este 22 de octubre se encontraban en condiciones de emitir su voto para elegir el futuro presidente de nuestro país.
Causa de esto es la pobreza estructural que se vive en todas las provincias que componen la República. Nos moviliza, pero la situación no cambia y nos preguntamos ¿Por qué? La salud nos ha tocado la puerta pidiendo auxilio, el nivel educativo roza lo básico y la economía nos zamarrea todos los días con sus precios dolarizados. ¿En dónde vivimos?
Padecimos una pandemia eterna, con miles de muertos, disputas por vacunas y la incertidumbre del futuro. El aumento del tamaño del Estado Nacional en el último año y la cantidad de impuestos que tenemos en nuestro país sobre sectores productivos, nos habla de una contradicción sobre el presente que tenemos y el futuro que esperamos. Nos aquejan las guerras alrededor del mundo y somos los primeros dispuestos a dar una mano, pero no nos damos cuenta de la batalla que se disputa en nuestro suelo día a día.
Escuchar sobre la compra del voto de electores con bonos, beneficios bancarios o electrodomésticos nos remonta a la década de 1930. Un mercado cada vez más valioso para los candidatos que utilizan las necesidades de las personas para llegar al sillón de Rivadavia. La búsqueda de mayor poder político para un beneficio partidario no es democracia.
Ese esfuerzo con el que nuestros abuelos y bisabuelos, y hasta nuestros padres, apostaron por nuestro país, se desvanece en un abrir y cerrar de ojos todos los años, porque es más fuerte pensar en un rédito partidario que en hablar con nuestro adversario sobre estrategias comunes e invariables para el futuro de Argentina. Y para los que no les gusta mirar el pasado, veamos nuestro presente y lo difícil que es salir a trabajar en la mañana con incertidumbre y cambio de precios diarios.
La campaña del miedo generada en estas elecciones nos hace replantear qué democracia tenemos. Democracia traducida muchas veces en la posibilidad de emitir nuestro voto, pero un voto empobrecido, con poca cultura cívica y con miles de incógnitas que se resolvieron minutos antes de llegar al cuarto oscuro. Votos nulos o en blanco ¿Alguno es mejor que el otro?
ARGENTINA: REFLEXIONES FINALES
La educación cívica en este 2023 nos invita a desafiarnos a nosotros mismos. Saber quiénes son los candidatos y qué proponen, cuantos años duran en su mandato, qué funciones han cumplido a lo largo de sus carreras políticas o como personas en sus ámbitos de acción. Saber el sistema de contrapesos entre los 3 poderes, conocer la letra de nuestra Constitución, entender las funciones del Congreso. Eso es democracia.
Conocimientos estos que no pueden salir de la televisión y programas de opinión, porque nuestro voto es un arma, único, secreto y valioso. Y el saber se forma con información, no con opinión. Estos meses nos demandarán una atención particular a todo el pueblo argentino. Vivamos la democracia como se debe. Defendamos la democracia con libros, dejemos de lado los insultos, exijamos compromiso de nuestros candidatos y que trabajen para el futuro de todos, no el propio. Y así podremos hablar de democracia.
