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Australia y “La Generación Robada”: Contradicciones del liberalismo filosófico en materia de derechos humanos

Australia es, sin dudas, un país que hizo propios los valores occidentales, la libertad y la democracia. No cabe duda que es una nación identificada con los principios del liberalismo filosófico. Participó en las dos Guerras Mundiales del bando que enarbolaba y defendía dichos valores, incluso a costa del sacrificio de miles de vidas de sus soldados, tal como sucedió en la batalla de Galípoli… Pero paralelamente, Australia adoptó una política interna de aniquilación de sus etnias aborígenes, y aplicó, incluso, metodologías análogas a los totalitarismos que combatió.

¿Por qué se dio esa notoria contradicción en su “filosofía liberal”?  Es una constante que los países liberales caigan en ese tipo de contradicciones. El de Australia es sólo un ejemplo que nos lleva a reflexionar.

 

La fantasía de los países perfectos

Australia, el sexto país de mayor  territorio en el mundo y uno de los más desarrollados en lo político, económico y social; es sin duda un representante de lo que conocemos como nación del Primer Mundo.

Asimismo, ha recibido y recibe inmigrantes de todo el planeta (actualmente una gran cantidad provenientes de India y China) y aún es recordada la famosa emigración de argentinos de fines de la década del 70, ya que Australia solicitaba personas de diversos oficios y de diverso grado de calificación.

En Australia, todo aquel que trabaja y cumple las normas generalmente prospera. El australiano es amable, descontracturado –más aún en el interior- y goza de una calidad de vida de las más altas del mundo.

Se puede decir sin dudar que es un “gran país” en todos los sentidos. Pero, empañando esa fantasía de los “países perfectos”,  Australia tiene una enorme mancha en su historia: el trato que le ha dado y le da a sus nativos originarios.

Desde su reciente colonización -recordemos que Australia fue descubierta recién en 1770 por el Capitán Cook-,  que comenzó en la última década del siglo XVIII como prisión a cielo abierto la crueldad hacia el aborigen se convirtió en moneda corriente. Años más tarde, al llegar los colonos agrícolas y mineros que se adentraron en el hostil territorio australiano, la persecución y matanza se intensificó a gran escala.

 

¿Quiénes son los aborígenes australianos?

Debido a su aislamiento, los nativos australianos son la etnia “pura” más antigua del planeta (entre 40 mil a 50 mil años). Si bien nunca abandonaron el estadío de “cazadores/recolectores” –lo que para una mirada a priori de cualquier occidental los convierte en extremadamente “primitivos”- ; su cultura, conocimientos ancestrales y la compenetración y dominio de su ambiente es realmente admirable.

El vocablo “Tchukapa” de las tribus del desierto central (palabra que no tiene traducción literal al inglés o al español) nos demuestra su alto grado de organización social, ya que define y comprende su idiosincrasia, sus leyes para todos los aspectos: normas jurídicas, de convivencia, de relación entre tribus, formas de cazar, interacción con animales y plantas, prohibición del incesto (concepto para ellos mucho más amplio que en la tradición judeo-cristiana, ya que se prohíbe el casamiento entre los miembros de una misma tribu o clan, con lo cual han evitado el cerramiento de sangre durante milenios), etc. Su tradición es básicamente oral y pictográfica, con muchísima presencia de canciones y danzas para innumerables ocasiones.

 

 

Las Generaciones Robadas (Stolen Generations): una flagrante violación a los Derechos Humanos

Inglaterra basó su reclamación sobre Australia en el argumento jurídico de Terra Nullius (“tierra de nadie”), concepto que sostiene que la población indígena nunca había poseído realmente la tierra ni la había transformado por medio de su trabajo. La premisa era que “los europeos tienen derecho a colonizar el mundo, de transformar las tierras desperdiciadas para un uso mejor y someter y repoblar la tierra” (Reynolds 1992: 73). Aquí es donde encontramos el germen de la aniquilación de los aborígenes australianos.

En mérito a la brevedad no vamos a narrar aquí las constantes violaciones a los Derechos Humanos –persecución, matanza, desplazamientos territoriales, etc.- a las que fueron sometidas las tribus nativas durante estos 200 años. Nos centraremos en uno de los capítulos más crueles de ese proceso de exterminio: las generaciones robadas.

Desde 1915 a 1970 el gobierno australiano desarrolló una política de estado, llamada de “asimilación”, mediante la cual, los niños aborígenes (preponderantemente los de piel más clara) fueron literalmente secuestrados, arrancados del seno de sus familias de origen, para entregarlos en adopción a familias blancas, anglosajonas, que debían borrar todo vestigio de su cultura original y criarlos como occidentales. Esos niños jamás volvieron a ver a sus padres, e incluso se les inculcaba la desvalorización sistemática de todo lo aborigen.

Uno de los mayores defensores de esta política fue A. O. Neville, director de Asuntos Nativos de Australia Occidental de 1914 a 1940, quien hasta llegó a elaborar un plan de reproducción programada que permitiera eliminar con el tiempo a la etnia aborigen. Neville plasmó sus ideas en su libro de 1947: Australia`s Coloured Minority, el cual cuenta con fotografías que mostraban los resultados de diferentes cruzas, al mejor estilo de los experimentos nazis.

Mientras tanto, los aborígenes “oscuros” sufrían desplazamientos forzosos al interior estéril, y sus niños eran criados en misiones. Ningún nativo se salvó de la violación de sus Derechos Humanos inalienables, fuera su piel más ó menos clara.

El resultado de tantos años de tal política racial fue catastrófico para los aborígenes. Actualmente tienen uno de los más altos índices de suicidios per cápita del mundo en el segmento adolescente, como resultado de un siglo de aniquilación moral y espiritual se desencadenó un síndrome de “No pertenencia” a ninguna de las dos culturas.

 

Reflexión final

El objeto de este artículo no es denostar a Australia en particular. Lo que se intenta es marcar esa fuerte antítesis entre lo que proclaman y defienden fronteras afuera los países del Primer Mundo -adalides del liberalismo filosófico respecto a la libertad y a los derechos del hombre- y la violación sistemática de los Derechos Humanos cometida sobre sus minorías étnicas. Resulta irónico que mientras esta nación combatía al nazismo, y se mostraban las atrocidades de los campos de concentración y exterminio, una política de estado similar se aplicaba para con algunos de sus habitantes fronteras adentro.

Si bien recién en 1997 se publicó un informe oficial en donde se reconoció que la separación forzosa de niños aborígenes de sus padres fue una “grave violación de los Derechos Humanos”, no fue sino hasta el año 2008 que el entonces primer ministro australiano, Kevin Rudd, pidió perdón por primera vez al pueblo aborigen australiano. El 26 de mayo se conmemora el Día Nacional del Perdón.

Hoy existen organizaciones como Link Up, que tratan de encontrar y reunir a las víctimas con sus familias, pero la discriminación hacia el aborigen, lejos de haber terminado, sigue vigente en Australia.

 

Bibliografía

 

Autor:

Rodolfo Oddone. Abogado por Universidad del Museo Social Argentino, estudiante de Antropología (UBA 1995 /1998), Maestrante de Relaciones Internacionales (Centro de Estudios Avanzados-UNC), Diplomado en la Academia de Ciencias de Rusia (Instituto de América Latina , Moscú 2016).

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