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Colombia: el golpe devastador

Hace algunos días se encuentra en el foco de discusión la situación en Colombia. En todos los medios de comunicación se está tratando el tema, ¿pero qué está pasando realmente? ¿Cuáles son los motivos para semejante descontento social? Sin remitirme a la mera descripción de los hechos, pondré en tela de juicio los sucesos que acontecieron hasta el día de la fecha para llegar a tal punto de quiebre.

 

 

El pasado 15 de abril, el actual presidente de la República de Colombia, Iván Duque Márquez (quien fue vencedor en las elecciones del 17 de junio de 2018, y que deberá permanecer en el cargo hasta el 2022), presentó una reforma tributaria caratulada “Ley de Solidaridad Sostenible”. Este proyecto de reforma fue la gota que rebalsó el vaso, ya que una situación de inestabilidad y precariedad social ha tomado el país a lo largo de los últimos meses durante la pandemia.

En primer lugar, la reforma buscaba verse como un alivio para el pueblo colombiano, sin embargo, el rechazo fue generalizado y casi absoluto en la sociedad ya que proponía una serie de puntos que empeorarían la situación económica de la ya dañada clase media. Una vez presentada al Congreso, esta reforma buscaba “ampliar la base de recaudación tributaria”, evitar que la deuda de Colombia genere aún más pérdidas en los mercados internacionales, además, establecer una renta básica. Por un lado, que se busque evitar el aumento de la deuda colombiana es un objetivo favorable ya que el nivel de confianza en el país a nivel internacional aumentaría y por lo tanto generaría una mayor cantidad de inversiones que de lo contrario se irían o ni siquiera pensarían en llegar; además, se buscaría crear un fondo de recaudación para el cuidado del medio ambiente, que también es considerado un objetivo efectivo.

Ahora bien, que se amplíe la base de recaudación es un perjuicio que iría en detrimento de la clase media, porque se comenzaría a tributar desde sueldos más pequeños, siendo que la población de este país se caracteriza por ser trabajadora. Asimismo, vuelvo a un punto negativo cuando hablo de establecer una renta básica, principalmente porque se busca institucionalizarla, es decir, reconocer su existencia legal, y esto llevaría a que todos los ciudadanos por igual, tanto pobres como ricos, reciban regularmente un monto sin nada a cambio, esto quiere decir que independientemente de que la persona quiera o no, pueda o no, trabajar, recibirá igual cierta suma de dinero. Con esto se llega al punto irreversible en el que la clase media sufriría un golpe devastador del cual no podría recuperarse, ya que tendrían ellos que tributar cierta cantidad de dinero que después será distribuido a toda la población. En la práctica, si se le quita ese dinero a la clase media para que después este sea otorgado en forma de cuota regular, sería dar el primer paso en el camino de la pobreza para muchas personas. De todo lo dicho anteriormente, se observan las implicaciones del nombre tan polémico de la reforma.

De igual modo, se puede observar que los beneficios serían mínimos para el conjunto de la población, porque al fin y al cabo se espera recaudar un 73% proveniente de las personas y el restante de las empresas, según declaraciones del ex Ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, que renunció tras la polémica que tuvo el proyecto sumado al pedido de la población que exigía su renuncia.

 

Descontento social generalizado

Por otro lado, la República de Colombia actualmente se ve sumergida en una crisis social sin precedentes porque además de este proyecto, el débil manejo de la crisis sanitaria generó descontento que llevó a una seguidilla de paros y manifestaciones en todo el país, que vienen en consonancia con las marchas de finales del año 2019, en que las personas ya reclamaban por una Colombia más igualitaria y por la disminución de la pobreza.

Tras los reclamos consecutivos se logró que el presidente pida retirar del Congreso el proyecto de reforma el pasado domingo 2 de mayo, la cual fue retirada efectivamente el miércoles 5 de mayo, no obstante, la población continúa manifestándose y permanece en las calles.

 

¿En qué situación se encuentra la población?

 

En la población se ha generado un hartazgo a tal punto que las calles rebosan de gente. Las sociedades, y en este caso en particular la sociedad colombiana, comparten valores, que a su vez conforman una estructura, y dicha estructura lleva a ejercer una fuerte presión en los políticos de turno, es decir, condicionan, en cierta forma, la “acción política”. Por otra parte, las identidades garantizan cierta estabilidad dentro de la sociedad, porque hacen previsible el comportamiento de sus actores y de este modo contribuyen al mantenimiento del orden. En el caso de Colombia, se puede ver como las identidades de todos los actores que forman el conjunto de la denominada clase media se están viendo desdibujadas y están perdiendo sentido en un marco de cada vez mayor inestabilidad e incertidumbre. Aquí también cobran relevancia los intereses de los actores que son moldeados según sus identidades, y lo hacen de forma “socialmente diferenciada” para cada uno de ellos.

Siguiendo el pensamiento de Wendt, de esta estructura dependerá a su vez la naturaleza de sus relaciones, que en este caso se han transformado en conflictivas por la violencia ejercida contra los manifestantes. Por otro lado, lo material influye también porque genera un cierto tipo de comportamiento-reacción ante ciertos sucesos. Desde finales del 2019 ya se observa en la sociedad un cansancio, que la llegada de la pandemia ha empeorado. Se hace sentir en gran profundidad la desigualdad que hay dentro del país, ya que en este sentido Colombia es uno de los países que lidera el ranking dentro de América Latina. Actualmente, con el proyecto de reforma tributaria, que estrictamente de recursos materiales se trata, la población ha sentido el descaro de la clase dirigente que ha logrado materializar sus intereses disfrazados, erróneamente, de un bien para la ciudadanía.

 

Conclusiones

A modo de conclusión, actualmente una de las posibles soluciones para que el país vuelva a recobrar la calma sería la de un cambio profundo en las estructuras existentes, que comenzaría desde la reestructuración de la clase política dirigente y que pueda llegar hasta la población, en especial que se pueda consolidar un alivio para la clase media, se pueda disminuir la pobreza, sin que nadie resulte afectado en este contexto actual de pandemia o buscando disminuir lo máximo posible todos los efectos negativos, porque con la mera represión y el uso sistemático de la violencia sin que medie el diálogo no se puede llegar a ninguna parte.

 

Bibliografía

 

Autora

Luz Karen N. Ponce: Finalizando la Licenciatura en Relaciones Internacionales, Universidad Empresarial Siglo XXI.

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