Doctrinas nucleares en tensión: el caso India-Pakistán

Jorge Carlos Tomé

Este artículo explora las condiciones actuales que hacen verosímil un escenario de empleo nuclear táctico, analiza las doctrinas militares de ambos actores de forma breve y advierte sobre los riesgos de una escalada inadvertida con consecuencias regionales. La rivalidad entre India y Pakistán es una de las mas persistentes y peligrosas del sistema internacional contemporáneo. A mas de 75 años de la partición del subcontinente, la tensión en la región de Cachemira, sumado a la falta de canales diplomáticos estables y la creciente modernización de sus arsenales nucleares siguen alimentando un conflicto que nunca se ha resuelto del todo.

Mas allá de los intercambios fronterizos y la retorica nacionalista de ambas partes, una amenaza silenciosa y profundamente preocupante ha comenzado a emerger con fuerza: la posibilidad del empleo de armamento nuclear táctico en un conflicto regional limitado.

En un contexto donde Pakistán ha apostado por doctrinas de uso temprano para compensar su inferioridad convencional e India ha respondido con estrategias ofensivas de rápida movilización, el equilibrio estratégico en el sur de Asia se encuentra peligrosamente inclinado hacia una lógica de disuasión frágil y escalada incontrolable.

Doctrinas nucleares en tensión

Desde las pruebas nucleares del año 1998, India y Pakistán han consolidado una carrera armamentística que se basa en una lógica de disuasión reciproca. Sin embargo, a diferencia del modelo clásico de la Guerra Fría (basado en la doctrina de la Destrucción Mutua Asegurada primero, y respuesta flexible después), el sur de Asia ha derivado hacia un tipo de estabilidad profundamente inestable, donde el riesgo de conflicto limitado convive con la presencia de armas nucleares.

Pakistán, frente a la clara superioridad convencional india, ha desarrollado un arsenal nuclear táctico con la intención explicita de disuadir cualquier incursión rápida india en su territorio.

Estas armas, diseñadas para ser utilizadas en el campo de batalla contra formaciones militares, tienen un poder destructivo “inferior” al de las armas estratégicas (de uso contra-valor, v.gr. Ciudades), pero su empleo sin duda significaría una ruptura total del tabú nuclear. Su existencia está ligada directamente con la doctrina militar india, conocida como “Cold Start” -arranque en frío-, estrategia que prevé ataques rápidos y limitados para evitar una guerra total pero lograr objetivos tácticos en territorio paquistaní.

En respuesta a la doctrina de la India, Pakistán integró a su doctrina lo que se conoce por “disuasión por escalada”: ante una incursión india convencional, respondería con armamento nuclear táctico en su propio territorio como forma de detener el avance. Este peculiar enfoque introduce un nivel crítico de inestabilidad, ya que habilita un posible uso inicial del arma nuclear en condiciones de ambigüedad táctica y política.

La coexistencia de estas doctrinas (una que apunta a una respuesta rápida convencional y otra que anticipa el uso temprano de armas nucleares) genera una arquitectura estratégica particularmente frágil. A diferencia entre los conflictos entre las potencias nucleares históricas, con canales de comunicación bien establecidos, en el sur de Asia la confianza estratégica es nula y las tensiones fronterizas son frecuentes, lo que multiplica las posibilidades de error de cálculo.

El atentado en Pahalgam y escalada sin retorno.

El 22 de abril del presente año, el sur de Asia volvió a estremecerse con uno de los ataques mas cruentos desde la revocación del estatus especial de Jammu y Cachemira. Militares del Frente de Resistencia, una rama del grupo terrorista Lashkar-e-Taiba, con base en Pakistán, abrieron fuego contra un grupo de turistas en el remoto valle de Baisaran, cerca de Pahalgam, asesinando en el acto al menos 28 civiles e hiriendo a mas de 20.

La respuesta del gobierno indio fue inmediata y sin concesiones. En cuestión de horas, una de las escaladas mas vertiginosas de lo que va del siglo seria evidencia de las decisiones de Nueva Delhi; el gobierno encabezado por Narendra Modi acuso formalmente a Pakistán de albergar, planificar y facilitar la acción del grupo terrorista y adopto una serie de medidas que encaminó a ambas naciones en una peligrosa trayectoria de confrontación.

Se movilizaron unidades del ejercito hacia sectores claves de la Linea de Control, se llevaron adelante ejercicios navales y aéreos y se impusieron medidas de guerra electrónica con bloqueos de sistemas GPS sobre territorio Pakistaní.

A todo esto, debemos sumarle la amenaza india sobre la suspensión del Tratado de Aguas del Indo, cuya suspensión seria un golpe estratégico letal que afectaría intereses vitales paquistaníes.

Pakistán, por su parte, rechazó las acusaciones y denunció una “campaña de agresión unilateral” por parte de India; con el ejercito paquistaní puesto en alerta máxima, se reportaron movimientos de artillería pesada y mecanizada a lo largo de la Linea de Control y se ordenaron ejercicios navales y aéreos en el mar arábigo.

Las declaraciones de Islamabad mezclan negación de la responsabilidad con amenazas veladas, en un contexto de creciente presión nacionalista.

Disuasión bajo presión y el riesgo de escalada nuclear

El conflicto entre India y Pakistán ejemplifica un dilema de seguridad clásico, agravado por doctrinas militares que bajan el umbral del uso nuclear. Pakistán, ante su desventaja convencional, ha adoptado su estrategia al uso de armamento nuclear táctico integrado a su estructura operativa.

India, en cambio, se apoya en su doctrina de respuesta rápida; esta combinación crea un equilibrio inestable, ambas partes creen poder controlar una escalada limitada, pero la lógica del “escalation dominance” puede fallar rápidamente en un entorno sin comunicación directa y con desconfianza mutua.

En este caso, la presencia de armamento nuclear no asegura la contención; al contrario, podría acelerar la reacción.

Conclusión

El atentado de Pahalgam reactivó las fallas estructurales del equilibrio regional. Con doctrinas rígidas, decisiones militarizadas y escaso margen de negociación, el sur de Asia enfrenta una de sus crisis más serias en décadas y la idea de un uso “limitado” de armas nucleares tácticas es una ilusión peligrosa.

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