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El Conflicto en Myanmar: Represión y Desafíos Humanitarios

Por Pierre Carsana

 

Myanmar, previamente conocido como Birmania, es una nación del sudeste asiático que comparte fronteras con Bangladesh, China, India, Laos y Tailandia. Esta tierra, que alguna vez fue una colonia británica y formó parte de la India británica, obtuvo su independencia en 1948, marcando el comienzo de una era caracterizada por la inestabilidad política y conflictos étnicos.

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Myanmar y sus vecinos. Mapa de The New Humanitarian https://www.thenewhumanitarian.org/photo/200712178/map-showing-myanmar-and-surrounding-countries

 

En 1962, un golpe militar llevó al poder a los militares, conocidos como el Tatmadaw, que gobernaron de manera autoritaria durante décadas. Aunque en 1988 se produjeron protestas democráticas que llevaron a un cambio temporal, los militares ignoraron los resultados electorales de 1990 y se mantuvieron en el poder.

En 2011, Myanmar comenzó a abrirse al mundo, emprendiendo reformas políticas que condujeron a la liberación de la líder opositora Aung San Suu Kyi y a elecciones democráticas en 2015. Durante una década, el país experimentó un proceso democrático en el que la sociedad civil recuperó gradualmente el poder. No obstante, en un giro inesperado, los militares llevaron a cabo un golpe de estado en 2021, justificándolo con acusaciones de corrupción y fraude electoral. Aung San Suu Kyi fue detenida y condenada a 27 años de prisión.

A día de hoy, el Tatmadaw, bajo el mando de Min Aung Hlaing, sigue en el poder, a pesar de haber prometido elecciones en agosto de 2023. El país cuenta con el respaldo militar y logístico de China y Rusia y ha cerrado sus fronteras a las organizaciones humanitarias internacionales, a pesar de la grave crisis humanitaria y el conflicto armado civil en curso. La comunidad internacional ha respondido de manera menos contundente que en otros conflictos, dejando a los habitantes de Myanmar que sufren crímenes de guerra en una situación precaria. Muchos han optado por luchar contra la opresión por falta de otras opciones.

Myanmar o Birmania

Myanmar es un país notablemente diverso en términos étnicos, albergando una amplia variedad de grupos étnicos que coexisten en su territorio, con aproximadamente 135 diferentes grupos étnicos. Sin embargo, los dos grupos étnicos más numerosos son los bamar (o birmanos) y los shan. Cada uno de estos 135 grupos posee su propia identidad cultural y lengua, y con frecuencia han experimentado tensiones históricas con el gobierno central de Myanmar.

El cambio de nombre de Birmania a Myanmar se produjo en 1989, cuando el gobierno militar, entonces en el poder, anunció su decisión de cambiar oficialmente el nombre del país. La justificación detrás de este cambio fue reflejar mejor la diversidad étnica de la nación, ya que “Myanmar” es una denominación más inclusiva que “Birmania”. Sin embargo, esta decisión generó una gran controversia y no fue aceptada por todos los grupos étnicos y actores políticos del país.

El conflicto étnico en Myanmar ha sido una característica constante en su historia contemporánea. Numerosas minorías étnicas han luchado por la autonomía y por el reconocimiento de sus derechos políticos y culturales, a menudo enfrentándose al ejército birmano en conflictos armados. El gobierno militar ha sido acusado de cometer violaciones de derechos humanos en estas áreas, que incluyen desplazamientos forzados, violencia sexual y persecución étnica.

El caso más destacado es el de los rohingya, una minoría musulmana en el estado de Rakhine. Han enfrentado discriminación y persecución durante décadas, pero la violencia alcanzó niveles críticos en 2017 cuando las fuerzas de seguridad birmanas lanzaron una campaña militar brutal en respuesta a ataques de un grupo insurgente rohingya. Esta campaña resultó en una crisis humanitaria masiva, con cientos de miles de rohingya huyendo a Bangladesh y denuncias de asesinatos, violencia sexual y destrucción de aldeas.

 

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Refugiados rohingya se ayudan mutuamente después de cruzar la frontera entre Bangladesh y Myanmar. Imagen de CFR, https://www.cfr.org/backgrounder/rohingya-crisis

 

La comunidad internacional ha condenado estas acciones como genocidio, y se han llevado a cabo investigaciones sobre las violaciones de derechos humanos en Myanmar. La situación de los rohingya sigue siendo un tema crítico en la política internacional y en los esfuerzos para buscar justicia y soluciones a largo plazo para esta minoría perseguida.

Militares al poder

El régimen militar en Myanmar durante el siglo XX se caracterizó por un gobierno autoritario que ejercía un control absoluto sobre la nación. En 1962, un golpe militar liderado por el General Ne Win derrocó al gobierno democráticamente elegido y estableció una junta militar en el poder. Este régimen militar gobernó de manera implacable durante décadas, reprimiendo las libertades políticas y menoscabando los derechos humanos.

Uno de los episodios más trágicos en la historia contemporánea de Myanmar fue la violenta represión de las protestas a favor de la democracia en 1988, en la que se estima que miles de manifestantes fueron asesinados por el ejército. Aunque las protestas condujeron a la formación de un gobierno interino y a elecciones en 1990, los militares se negaron a aceptar los resultados y continuaron con su régimen autoritario.

Finalmente, este régimen militar comenzó a ceder el poder en 2011, marcando el inicio de un proceso de reforma política que permitió elecciones democráticas y la liberación de la líder opositora Aung San Suu Kyi. No obstante, la influencia de los militares en la política de Myanmar ha seguido siendo un tema central y polémico en el país, con episodios de tensiones y conflictos políticos en los años posteriores.

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Aung San Suu Kyi es vista con Min Aung Hlaing en el aeropuerto de Naypyitaw en 2016. Imagen de Myanmar Now, https://myanmar-now.org/en/news/aung-san-suu-kyi-refused-myanmar-military-order-to-gag-nld-source/

 

Civiles en armas

Desde el golpe militar del 1 de febrero de 2021, el ejército de Myanmar ha perpetrado una represión brutal en todo el país contra millones de personas que se oponen a su gobierno. Esta represión ha incluido graves abusos, como la aplicación de tácticas de “tierra arrasada,” que involucran la destrucción por fuego de aldeas en las regiones de Magway y Sagaing. Además, las operaciones militares expandidas han dado lugar a numerosos crímenes de guerra dirigidos contra poblaciones de minorías étnicas en los estados de Kachin, Karen, Karenni y Shan.

El uso indiscriminado de artillería y ataques aéreos por parte del ejército ha provocado la muerte y heridas a un gran número de civiles, además de causar daños a las comunidades, incluyendo la destrucción de escuelas, y ha obligado a miles de personas a huir de sus hogares.

La proliferación de actores armados y la persistencia de la resistencia política, civil y armada han exacerbado los conflictos armados y la inseguridad preexistente en todo Myanmar. La guerra civil en Myanmar ha estado en curso desde 1948, con la lucha entre el gobierno central, dominado por la mayoría Bamar, y las organizaciones armadas étnicas (EAOs) en siete estados étnicos, que nunca se ha detenido por completo desde la independencia del país décadas antes del golpe de 2021.

A pesar de las diferencias en términos de operaciones y objetivos futuros posteriores al conflicto, la existencia del gobierno militar como un objetivo compartido y una amenaza común ha unido a la Gobierno de Unidad Nacional (NUG), Fuerza de Defensa del Pueblo (FDP) y EAOs bajo los mismos objetivos.

 

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Miembros del FDP se entrenan con armas improvisadas, Estado de Kayin. Imagen de la BBC, https://www.bbc.com/news/world-asia-60144957

 

Los conflictos en Myanmar han desplazado a casi 1 millón de personas internamente desde el golpe, con otros 70,000 huyendo a países vecinos. La junta militar no ha mostrado interés en realizar concesiones políticas o participar en negociaciones con el movimiento de resistencia. El futuro de Myanmar exigirá un acuerdo político inclusivo y un nuevo marco fundacional. Desde la perspectiva de los civiles, la situación es desesperada. La represión brutal del ejército ha resultado en la muerte y el desplazamiento de miles de personas, y la violencia continúa en todo el país. Además, la situación humanitaria es grave, con el sistema de atención médica colapsado y la falta de acceso a alimentos y suministros básicos. La resistencia civil y armada continúa, pero la junta militar ha demostrado una falta de voluntad para negociar o hacer concesiones políticas.

Crisis humanitaria

La situación humanitaria en Myanmar es sumamente preocupante y ha alcanzado niveles alarmantes. La magnitud de la crisis humanitaria y de derechos humanos en el país es abrumadora, con aproximadamente 1.5 millones de personas desplazadas internamente y más de 17.6 millones de personas, lo que equivale a un tercio de la población total, necesitando algún tipo de ayuda humanitaria.

La ya grave situación en el terreno se ha agravado aún más debido a las restricciones impuestas por el ejército después del paso del ciclón Mocha en mayo de 2023, lo que ha aumentado el sufrimiento y la miseria en vastas áreas del oeste y noroeste del país.

El ejército ha actuado como si aquellos que brindan ayuda estuvieran respaldando a quienes se oponen a su gobierno en lugar de reconocer la necesidad crítica de protección y facilitar el acceso y la asistencia humanitaria a la población civil en tiempos de crisis. La violencia contra los civiles y el agravamiento del conflicto armado después de los eventos de febrero de 2021 provocaron que decenas de miles de refugiados huyeran a países vecinos o se desplazaran dentro de Myanmar. El acceso de los actores humanitarios a las personas recién desplazadas se ha obtenido solo de manera gradual y sigue siendo impredecible.

Reacción internacional

La comunidad internacional ha expresado preocupaciones y se ha enfocado en la crisis humanitaria en Myanmar, aunque no ha abordado de manera tan enfática la legitimidad del gobierno militar. Además, en comparación con la respuesta más cohesiva observada en el conflicto ucraniano, se ha notado una menor eficacia y falta de unidad en las acciones internacionales.

El régimen militar en Myanmar cuenta con respaldo militar y logístico de parte de China y Rusia. La relación con China se remonta a mediados de la década de 1950, y ha mantenido vínculos sólidos en asuntos económicos, ideológicos y geopolíticos. Este sólido apoyo chino complica cualquier intento de destituir al actual gobierno militar, lo que ha llevado a que gran parte del enfoque internacional se dirija hacia la crisis humanitaria.

Un raro momento de consenso surgió en diciembre de 2022, cuando el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas expresó profunda preocupación por las graves implicaciones del golpe militar. Se solicitó el cese de la violencia, la liberación de los prisioneros políticos, el acceso sin restricciones a la ayuda humanitaria y el respeto de los derechos de las mujeres y los niños.

Se han impuesto sanciones contra los líderes militares y sus empresas en respuesta al golpe y a las violaciones de derechos humanos, aunque sin una efectividad significativa o señales fuertes que indiquen un cambio de tono.

Conclusión

Myanmar, con su diversidad étnica, carga con una historia conflictiva y complicada. La guerra civil actual en el país es el resultado de fricciones no resueltas entre las diferentes etnias. Esto sin lugar a dudas ha causado estragos en su población, exacerbando una creciente crisis humanitaria de proporciones alarmantes.

La magnitud de la crisis humanitaria y de derechos humanos en el país es abrumadora, con aproximadamente 1.5 millones de personas desplazadas internamente y más de 17.6 millones de personas necesitando algún tipo de ayuda humanitaria.

A pesar de esta crisis, el gobierno ha cerrado sus fronteras a la ayuda externa, y la respuesta de la comunidad internacional ha sido fragmentada y, en general, poco efectiva. En la actualidad, siguiendo una estrategia de “tierra arrasada,” el régimen militar, con el apoyo de China y Rusia, no da señales de querer soltar el poder ni de buscar negociaciones con los grupos pro democráticos.

Bibliografía consultada

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