El conflicto entre la India y Pakistán: una lectura desde el realismo

Por San Jorge María Florencia

El conflicto entre India y Pakistán ha vuelto a escalar peligrosamente tras el atentado terrorista del 22 de abril, que dejó un saldo de 25 ciudadanos indios fallecidos y varios heridos. Dos semanas después, Nueva Delhi lanzó la llamada “Operación Sindoor”, una serie de bombardeos por medio de drones en territorio paquistaní y en la Cachemira administrada por Pakistán, provocando al menos 26 muertos y 46 heridos. Desde entonces, ambos países han adoptado medidas de represalia diplomática, como la expulsión de diplomáticos, suspensión de visados y cierre de cruces fronterizos. Este episodio, lejos de ser un evento aislado, evidencia las tensiones estructurales que definen una de las rivalidades más peligrosas del mundo.

El conflicto entre la India y Pakistán bajo la lupa del realismo

Desde la perspectiva realista en Relaciones Internacionales, los Estados son los actores principales en un sistema anárquico, es decir, carente de una autoridad supranacional capaz de garantizar la seguridad colectiva. En este contexto, los Estados priorizan su supervivencia y seguridad, recurriendo incluso al uso de la fuerza cuando lo consideran necesario. El caso India-Pakistán ilustra de manera paradigmática esta lógica.

El trasfondo histórico del conflicto es clave para entender la situación actual. Desde la partición del Imperio británico en 1947, la región de Cachemira ha sido objeto de disputa entre ambos Estados, generando tres guerras y numerosos enfrentamientos.

La población mayoritariamente musulmana de Cachemira, sumada a la percepción de amenaza existencial por parte de Pakistán frente a la superioridad demográfica, económica y militar india, han convertido esta rivalidad en un conflicto persistente. El reciente atentado en Pahalgam es interpretado por Nueva Delhi no solo como una amenaza terrorista real, sino como un ataque indirecto paquistaní a su integridad territorial y soberanía.

La respuesta india, presentada oficialmente por el Ministro de Defensa como “medida contenida y proporcional” dirigida exclusivamente a la infraestructura terrorista, refleja lo que los realistas denominan balancing: un intento por restaurar el equilibrio de poder frente a una amenaza percibida.

Sin embargo, Pakistán ha negado toda responsabilidad en el ataque terrorista y ha calificado los bombardeos como “no provocados”, acusando a India de atacar áreas civiles, incluyendo una planta hidroeléctrica en Cachemira. La retórica de Islamabad, que advierte que el ataque “no quedará impune”, refleja el dilema de seguridad en que ambos Estados están atrapados: cualquier acción defensiva es interpretada por el adversario como ofensiva, generando un círculo vicioso de escalada.

Uno de los aspectos más preocupantes de esta escalada es el riesgo nuclear. Ambos Estados poseen este tipo de armamentos, pero mientras India mantiene formalmente una doctrina de “No First Use”, Pakistán contempla el uso preventivo incluso ante amenazas convencionales.

Esta asimetría doctrinaria, sumada a la proximidad geográfica, reduce peligrosamente los márgenes de error y aumenta el riesgo de escalada inadvertida hacia un conflicto nuclear. Para los realistas, el equilibrio del terror ha funcionado históricamente como un factor de disuasión, pero también genera situaciones de extrema vulnerabilidad, donde escaladas no deseadas pueden desencadenar resultados catastróficos.

La reacción internacional ante el conflicto

La reacción internacional, hasta ahora limitada y ambigua, también puede explicarse desde un marco realista. El secretario general de la ONU, António Guterres, ha pedido “máxima moderación”, mientras que Estados Unidos, a través del presidente Donald Trump, ha expresado su esperanza de que los combates “terminen pronto”.

Sin embargo, ni India ni Pakistán tienen poder de veto en el Consejo de Seguridad, y ninguno de los miembros permanentes ha mostrado su posición abiertamente. Desde esta perspectiva, la ONU enfrenta nuevamente límites como garante de la paz y seguridad internacionales, al depender de la voluntad y cálculos estratégicos de los Estados más poderosos.

Un actor que no puede ser ignorado en este análisis es China. Con una estrecha relación económica, diplomática y militar con Pakistán —materializada, entre otros, en el Corredor Económico China-Pakistán—, Beijing tiene intereses significativos en la región.

 

Sin embargo, también mantiene vínculos estratégicos con India en el marco de los BRICS. China se encuentra, por tanto, en una posición ambivalente: cualquier apoyo explícito a Pakistán podría empujar a India aún más hacia el bloque occidental, específicamente hacia el Quad (Estados Unidos, Japón, Australia e India) y a Washington, dificultando las ambiciones chinas de consolidarse como hegemón.

Al mismo tiempo, las propias tensiones fronterizas entre India y China, especialmente en zonas como Aksai Chin y el valle de Galwan, introducen un elemento adicional de complejidad geopolítica.

La disputa territorial entre India y China, particularmente en la línea actual de control (LAC), ha generado enfrentamientos esporádicos, incluyendo choques mortales en 2020. Ambos Estados, conscientes de sus capacidades militares y de las repercusiones de una escalada, han recurrido a mecanismos de diálogo diplomático para contener las tensiones.

Sin embargo, como en el caso indo-paquistaní, las disputas por tierra, recursos hídricos y prestigio internacional son difíciles de resolver en un sistema anárquico donde ninguna parte está dispuesta a ceder, pues hacerlo sería interpretado como una señal de debilidad.

Conclusiones

Desde la perspectiva realista, lo que está en juego no es únicamente la disputa por Cachemira o el control de recursos estratégicos como el agua proveniente del Himalaya, sino la reafirmación del poder y la defensa del interés nacional frente a rivales percibidos.

Ni India ni Pakistán pueden permitirse mostrar debilidad, pues ello tendría costos internos —en términos de apoyo político y legitimidad— y externos —en términos de credibilidad internacional. Por su parte, China, calcula cuidadosamente su involucramiento para no alterar los equilibrios regionales que favorecen su ascenso global.

En conclusión, la actual escalada entre India y Pakistán confirma muchos de los supuestos centrales de la teoría Realista: la primacía del Estado, el dilema de seguridad, el papel del poder militar y las limitaciones de las instituciones internacionales para gestionar conflictos entre actores soberanos.

En un escenario caracterizado por la competencia de poder, los incentivos para la cooperación son limitados y las probabilidades de una resolución pacífica dependen en gran medida de la capacidad de los actores para establecer mecanismos de disuasión creíbles.

2025 © TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS.
0
    0
    Tú carro
    Carro vacíoRegresar a tienda

    ingresar

    ¡Que lindo encontrarnos de nuevo! Ingresá tus datos para acceder a tu cuenta y seguir capacitándote.

    Correo electrónico

    ¿Es tu primera capacitación en Córdoba Global? Registrate acá

    X