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El debate sobre las armas en Estados Unidos

Se ha vuelto frecuente escuchar en las noticias que se ha producido un nuevo tiroteo en Estados Unidos. Últimamente el número de ataques se ha visto incrementado de manera preocupante. La letalidad de las armas, así como su fácil acceso y la falta de controles, hace que cada ataque se vuelva más mortífero como recurrente. Sin embargo, las políticas de estado no parecen responder o reaccionar ante tal situación, o al menos no de la manera que se esperaría (mayor control, chequeo psicológico, prohibición de armas de alto calibre entre otras medidas). El malestar de la sociedad crece, pero existen sectores con mucho poder e influencia que frenan las demandas de cambio. Resulta importante en un primer momento, analizar brevemente los tiroteos que han ocurrido en Estados Unidos para luego enfocarnos en la cultura del arma y finalmente presentar los argumentos que dan fuerza al debate. 

Marcha del 24 de marzo en Washington D.C.

 

¿Qué es un tiroteo masivo?

Según el Centro Geoespacial de la Universidad de Stanford, un tiroteo masivo se define como tal si el número de víctimas (fatales y heridas) es mayor a 3, sin incluir al tirador, y siempre y cuando el motivo no se relacione con drogas o pandillas (definición traducida del inglés, versión original: https://library.stanford.edu/projects/mass-shootings-america). Entre 2000 y 2018 se contabilizan 193 tiroteos que no están vinculados con actos de terrorismo y conflicto entre pandillas. Previo al 2011, en promedio, los tiroteos ocurrían cada 6 meses, es decir, 2 por año. Sin embargo, desde el inicio de la segunda década del siglo XXI, los ataques se producen cada 2 meses, es decir 6 tiroteos masivos al año. En lo que va del año 2018, se han contabilizado 11 ataques.

Aparte, se ha notado un incremento en la letalidad de los tiroteos dado el acceso a mejores armas, como rifles semiautomáticos, que cuentan con mayor capacidad de municiones y velocidad de disparo, retirando la necesidad de apuntar. Así con disparar hacia la multitud de manera continua, el perpetrador logrará herir o asesinar a sus objetivos con menos esfuerzo. Evidencia de esto fue el ataque más sangriento en la historia estadounidense, en el 2017 en Las Vegas, resultando en más de 800 heridos y 58 fallecidos.  Por otro lado, el primer gran giro en la historia de los tiroteos masivos se da a partir de 1999, cuando se produce uno de los ataques más conocidos, en la escuela Columbine. Dos estudiantes abren fuego contra la secundaria de Columbine, en Colorado, hiriendo a 21 personas y matando a 13. Desde entonces, la seguridad en las escuelas, así como la tolerancia cero, se ha hecho sentir, aunque dada las cifras y la recurrencia de los ataques, dichos efectos no parecen tener los resultados deseados.

Entre otros importantes ataques podemos destacar el que se produjo en Connecticut en 2012, en otra escuela. Un hombre atacó una escsuela primaria asesinando a 5 maestros y 20 niños y niñas de entre 6 y 7 años. En total, desde el 2000 se han producido 40 tiroteos en escuelas. Es interesante notar que cada vez que se produce un ataque, el debate acerca de si es necesario o no regular el acceso y la portación de armas se aviva, pero las medidas que se piden, así como las que se toman (cuando se toman) nunca son definitivas o permanentes: “hace dos décadas que el Congreso no aprueba ninguna ley para restringir las armas” (ABC internacional, 2018). Un ejemplo de esto fue una ley promulgada en 1994 bajo el mandato de Bill Clinton (partido demócrata), que prohibía la venta y la posesión de armas de asalto semiautomáticos, así como cargadores de alta capacidad. Fue retirada en el 2004, bajo el gobierno de George W. Bush (partido republicano).

La cultura de las armas y la Asociación Nacional del Rifle

Actualmente, existen 270 millones de armas en el territorio estadounidense, cada una defendida por la Segunda Enmienda de la Constitución norteamericana, la cual se lee de la siguiente forma: “Siendo necesaria una milicia bien ordenada para la seguridad de un estado libre, el derecho del Pueblo a poseer y portar armas no será infringido”. La enmienda fue diseñada con el fin de proteger al recién formado estado contra las invasiones extranjeras, para evitar la tiranía del gobierno, así como para resguardar el derecho a la vida y a la autodefensa. La Segunda Enmienda se promulgó en un contexto histórico muy diferente al actual, pero sigue siendo uno de los grandes pilares de la cultura y de la democracia estadounidense.

Su principal defensora es la Asociación Nacional del Rifle (NRA o Nacional Rifle Asociation of America en inglés). Fundada en 1871, se trata de una organización que busca proteger el derecho a poseer armas tanto para la defensa personal como para actividades recreativas. Es de carácter civil y la más antigua de Estados Unidos. Con 5 millones de afiliados tiene un peso electoral importante, así como una gran capacidad de movilización, dándole el poder de intervenir en las campañas electorales y formando uno de los más grandes lobbies del país. Se estima que, de 3 carreras políticas, en promedio 2 están relacionadas con la NRA, principalmente a través de sus miembros más adinerados que realizan grandes contribuciones electorales. No obstante, si bien las armas representan un gran negocio, en relación a otros sectores, como el lácteo y el automotriz, los gastos públicos destinados a políticas que inciden sobre la portación de armas no son tan importantes. Esto se debe a que, paradójicamente, buscan tener el menor nivel de intervención por parte del gobierno.

Es importante remarcar que el poder de la NRA se deriva del accionar de sus miembros y no tanto de la organización en sí. Además, tiene lazos muy fuertes con el Partido Republicano, por medio del cual hace llegar sus inquietudes, pero también sus condiciones. Con Donald Trump como presidente de los Estados Unidos desde 2016, y siendo él un miembro activo de la NRA, es de esperar que las políticas sobre el control de armas no tomen el impulso necesario para reducir la violencia en el país, pese a la inconformidad de una gran parte de la sociedad.

El debate se aviva. ¿Qué piensa la sociedad estadounidense?   

El 24 de marzo del 2018, se realizó la marcha más importante en la historia de Estados Unidos. Medio millón de personas asistieron (en Washington D.C.) pidiendo “que se eleve la edad de compra de armas de 18 a 21 años, que se prohíba la venta de fusiles de asalto y que se promuevan mayores controles de antecedentes penales y de salud mental para quien quiera adquirir una” (Lugones, 2018). Además de las marchas, han existido varias organizaciones que promueven una sociedad regulada, tales como la Brady Campaign to Prevent Gun Violence, siendo también de las primeras que buscan hacer peso frente a la NRA.

Tomando la cuestión del debate, dos grandes posturas pueden diferenciarse. Por un lado, están aquellos que consideran que un mejor control y mayor regulación de las armas evitará futuros ataques; mientras que, por otro lado, tenemos los notables defensores de la Segunda Enmienda y de las libertades que esta implica.

Analizaremos los argumentos más importantes de ambas partes haciendo una simetría de lo que defienden. La Segunda Enmienda y sus límites son puestos en cuestión. Aquellos que están a favor de un mayor control consideran que no es un derecho ilimitado que permita portar armas en cualquier lugar y cualquier momento como escuelas y edificio administrativos. Fue diseñada para la milicia en los tiempos de revolución, pero ya no nos encontramos en esa época, por lo que se ha vuelto obsoleta.

Por su parte, los que se oponen a las regulaciones plantean que se trata de un derecho individual. Es una tradición tan vieja como el país en sí y es igual de importante como la libertad de expresión o la libertad de culto. Además, protege del gobierno tiránico y los civiles armados previenen invasiones extranjeras

Afiche de la marcha del 24 de marzo en Washington D.C. Léase: La Segunda enmienda nos está matando.

Otra discusión importante pasa por el acceso a calibre de gran potencia, o las armas de asalto semiautomáticas. Los que piden más regulaciones estipulan que no debería permitírsele a un civil adquirir tantas armas como equipamiento de carácter militar. Ante esto, aquellos que no quieren más regulaciones consideran que estas medidas afectarían al deporte, la cacería y atentarían contra el negocio y los trabajos que este mercado produce. Se reconoce que el calibre de estas llamadas armas de asalto no supera aquellas usadas para la cacería. Finalmente, los promotores de un mayor control de armas estiman que las regulaciones favorecen la protección de la mujer, tanto de la violencia doméstica, así como del acoso —ya que se considera que la presencia de un arma puede tornar cualquier conflicto en una situación letal—. Ante esto los defensores de la Segunda enmienda plantean que medidas regulatorias no reducirán el crimen ya que aquellos que infringen la ley no tendrán problemas en conseguir armas logrando poner únicamente en peligro a aquellos ciudadanos que la respetan. Por lo cual la ley estaría negándoles el derecho de autodefensa y el derecho a la vida.

Conclusión

Cuando se debate sobre el uso y la portación de armas, el pueblo estadounidense debate sobre su propia cultura. Se vuelve extremadamente complejo porque, por un lado, el hecho de poseer y tener armas es parte esencial de lo que implica ser libre, pero al mismo tiempo se cuestionan los límites de esa libertad que ponen en riesgo a muchos y le cuestan la vida a otros. Históricamente cuando el debate toma fuerza, la NRA junto con todos aquellos que están en contra de más leyes sobre la posesión de armas, han sido victoriosos. La capacidad que tienen de movilizarse, así como de generar apoyo social e influir en la toma de decisiones, hacen que el lobby anti-regulación se imponga sobre su contraparte. Sin embargo, con el incremento de los ataques y de las víctimas, el discurso por más control parece tomar cada vez más fuerzas.

Bibliografía

Autor

Pierre Charles Carsana, licenciado en Ciencia Política, se ejerce profesionalmente en la Fundación para el desarrollo de políticas sustentables en Córdoba, Argentina. Columnista en la Radio Revés de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Nacional de Córdoba.

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