El equilibrio estratégico entre India y Pakistán

Por Jorge Carlos Tomé

En el sur de Asia, el equilibrio estratégico entre India y Pakistán no se sostiene únicamente sobre el principio de disuasión, sino sobre una compleja (y siempre frágil) arquitectura de sus sistemas de mando y control nuclear.  Como vimos, ambos estados poseen arsenales nucleares activos, y aunque sus doctrinas difieren en forma y fundamento, comparten un riesgo en común: operar bajo condiciones de presión extrema, con tiempos de decisión reducidos y mecanismos de control aún en evolución.

En un entorno donde la distancia entre los actores es mínima, los antecedentes históricos están cargados de hostilidad, y la transparencia doctrinaria es parcial, la posibilidad de un error técnico, un fallo humano o un malentendido estratégico puede tener consecuencias catastróficas. El verdadero desafío no es solo la voluntad de lanzar, sino en la capacidad de prevenir que un conflicto limitado o una percepción errónea desemboque en una escalada nuclear involuntaria.

Doctrinas nucleares y estructuras de mando de India y Pakistán

El diseño de un sistema de mando y control refleja, en ultima instancia, la doctrina nuclear que lo respalda. En el caso de India, la postura oficial es de No Primer Uso (NFU), lo que implica que las armas nucleares solo se emplearían como represalia ante un ataque atómico confirmado. Esta posición doctrinaria ha permitido el desarrollo de un sistema de comando altamente centralizado, encabezado por el Consejo de Mando Nuclear (NCA), bajo el control civil directo del Primer Ministro.

La doctrina india busca mantener el control político en todo momento y evita delegar autoridad operacional directa sobre el arsenal, lo que en principio reduce el riesgo de uso accidental y permite tiempos de deliberación política antes de cualquier respuesta. No obstante, ciertos sectores dentro del aparato de defensa han planteado la necesidad de una flexibilización frente a amenazas de corto aviso o el desarrollo de armas tácticas por parte de Pakistán, lo que podría forzar ajustes operativos que comprometan la pureza del control centralizado.

En contraste a lo anterior, Pakistán no adhiere al principio de No Primer Uso. Su doctrina contempla explícitamente el uso anticipado de armas nucleares si su integridad territorial o capacidad convencional se ve superada. Esta postura ha llevado al desarrollo de un sistema de comando más descentralizado, donde ciertas unidades podrían contar con autorización previa o criterios predefinidos para activar un arma nuclear en el campo de batalla.

Este modelo busca reforzar la credibilidad de la disuasión frente a una ofensiva convencional, particularmente en escenarios bajo la doctrina de “Cold Start” india. Pero al mismo tiempo, introduce riesgos considerables: mayor probabilidad de error de cálculo, pérdida de control político en tiempo real y mayor exposición a interferencias externas o rupturas en la cadena de comunicación.

Vulnerabilidades técnicas y estratégicas

Ambas potencias enfrentan desafíos comunes en materia de infraestructura técnica y capacidad de respuesta. A diferencia de las potencias consolidadas históricas, India y Pakistán cuentan con recursos limitados en sistemas de alerta temprana, vigilancia satelital autónoma o redes redundantes de comunicación estratégica; lo que implica una fuerte dependencia de la inteligencia humana, señales interceptadas (guerra de señales) y canales de comunicación vulnerables.

En un escenario de tensión elevada, cualquier interrupción en las comunicaciones (sea por sabotaje, interferencia electrónica o error interno) puede generar confusión en los niveles operacionales. Las decisiones deben tomarse en cuestión de minutos, con información incompleta y sin canales de verificación mutua. Es de suyo que en un contexto así, una falsa alerta o una mala interpretación del adversario puede generar una respuesta desproporcionada con consecuencias irreversibles.

El caso de Pakistán es especialmente sensible. La existencia del sistema de misiles tácticos Nasr, con alcance limitado y alto grado de movilidad, exige condiciones especiales de control: ubicación precisa, canales de comunicación ininterrumpidos y coordinación directa con la conducción política. La mera delegación operacional sobre este tipo de armamento en situaciones de crisis multiplica el riesgo de activación por error, sabotaje o exceso de autonomía táctica.

India, por su parte, enfrenta el dilema de mantener la coherencia entre su doctrina de no primer uso y la necesidad de tiempos de respuestas eficaces. Si bien su mando centralizado garantiza el control político, podría retrasar una represalia ante un ataque súbito, lo que debilita la credibilidad disuasiva frente a un actor que contempla el uso anticipado. No olvidemos nunca que la disuasión nuclear es, sobre todo, una guerra de percepciones.

A esto se suma el impacto de tecnologías emergentes: IA en sistemas de alerta, automatización parcial de respuesta, y capacidad cibernética de ofensiva por parte de actores estatales y no estatales; todo ello plantea un escenario donde la complejidad técnica puede superar la capacidad de control humano, especialmente bajo presión.

El dilema de la escalada entre India y Pakistán

A diferencia de otras regiones con capacidad nuclear, el sur de Asia se caracteriza por la coexistencia de doctrinas opuestas, tiempos de decisión muy breves y una historia de conflictos convencionales no resueltos. La posibilidad de que una escalada limitada se convierta en un enfrentamiento nuclear no es solo teórica: está integrada en la arquitectura misma del sistema regional.

El hecho de que Pakistán contemple el uso de armas nucleares tácticas para frenar avances convencionales genera una ruptura en la lógica tradicional de la disuasión. India, ante la amenaza de un uso limitado, enfrenta un dilema estratégico: mantener su doctrina de represalia masiva o adaptarse a una respuesta proporcional; esta brecha doctrinal crea una “zona gris” en la que ningún escenario de escalada está claramente definido, y donde las señales pueden ser interpretadas de forma errónea o contradictoria.

Conclusión

Pensar en la disuasión regional hoy exige ir más allá del análisis de la capacidad destructiva. Implica entender como operan, deciden y reaccionan los actores bajo presión. Y sobre todo, como el error, el silencio o la incertidumbre pueden desencadenar lo que ninguna doctrina, por rígida que sea, puede detener una vez iniciado.

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