La crisis financiera que la Unión Europea no puede superar, la situación Crítica de Refugiados, ha llevado a que Europa resignifique su relación con el extranjero. ¿Quién es el extranjero para Europa?
Europa, una frágil Unión
El colapso financiero incrementó el desempleo en la frágil Unión Europea, que hasta hace poco se afirmaba como una institución sólida. Ahora con el transcurso del tiempo, se observa que lo que se pensó como una Unión Política, se entiende solo como una Unión económica sostenida por los países centrales, es decir Alemania y Francia. A este factor debemos agregarle el desarrollo de múltiples focos de conflicto cerca de la región. Por su parte la situación crítica de Siria ha desplazado a 4.8 millones de personas hasta Marzo del 2017 según Naciones Unidas.
La Unión Europea no ha logrado una respuesta definida, unánime, frente a las situaciones descriptas, lo que lleva a que cada Estado actué de acuerdo a sus intereses en el corto plazo. El desempleo, la crisis humanitaria se definen como problemas que se deben solucionar de manera individual.
Europa y el desempleo
El incremento del desempleo no lleva a que los “ciudadanos” Europeos ocupen los puestos de trabajo no deseados, sostenidos por inmigrantes. El europeo espera recuperar el trabajo que perdió, sin embargo observa al “otro”, al extranjero en su ciudad, en sus hospitales, en sus escuelas, haciendo el trabajo que él no hace porque decidió no hacerlo.
El europeo se siente amenazado, piensa que su espacio es cercado por un desconocido, un enemigo. Frente a esto la “teoría del espacio vital” (Lebensraum), formulada en el siglo XIX por el geógrafo alemán Friederich Ratzel, aparece como algo nuevo. Esta doctrina plantea que el expansionismo y el imperialismo, se justifican en la medida en que permiten al Estado asegurar el bienestar de su población. El “otro” pone en riesgo la integridad de los Estados Europeos.
Quien se encuentra en los márgenes, ve al “otro” como el responsable de su situación actual. Pero el hundimiento económico de Europa, surge en el corazón mismo de su sistema económico, no es consecuencia de un accionar decidido por otro, por un extranjero. Aparece cuando se comenzó a pensar la Unión Europea como una comunidad económica y no una comunidad política.
El Egoísmo
Una comunidad económica, necesita trabajadores dispuestos a realizar los trabajos que los ciudadanos no quieren aceptar. El extranjero solo quiere escapar del horror de la guerra, de la miseria del hambre, de la imposibilidad de pensar una realidad diferente para su familia. Aterrorizado se desplaza hacia Europa. Quien no debe recibir al “otro” por ser Europa sino porque ha sufrido en carne viva, dos guerras terribles, que dejaron secuelas en su ciudadanía, en su situación actual.
Frente al desplazamiento masivo de refugiados, los Estados de la Unión actúan de manera individual, diferente. Por un lado algunos plantean fortalecer las fronteras, culpar al extranjero por su estancamiento económico. Otros reciben a los extranjeros, reclaman una Europa con menos fronteras, no con mayor xenofobia.
El extranjero según Europa
Los Estados que definen una Europa con menos fronteras, lo realizan por intereses menos altruistas que los expresados en sus discursos. El sistema económico construido, necesita de extranjeros que cuiden personas mayores, de servicios de limpieza, de mantenimiento de hospitales, tareas que el Europeo no se encuentra dispuesto a realizar. Por otra parte se plantea derogar la ley de salarios mínimos, con el fin de contratar refugiados que necesitan una pasantía para validar sus conocimientos. Al mismo tiempo surgen millonarias licitaciones para construir hogares para refugiados.
El extranjero es recibido en la Unión Europea con el fin de reparar los daños que ella misma se ha realizado. Pero la lógica Europea se desarrolla de otra forma: “Europa acoge al otro para ayudarlo. El extranjero debe cumplir con los requisitos de asimilación planteados por Europa”
El extranjero es visto como una herramienta de trabajo por parte de Europa, aunque al mismo tiempo es interpretado como una amenaza latente. Se desarrolla un sistema policial para procesar las solicitudes de Asilo. Al refugiado le toman fotografías, se le realizan exámenes médicos, les toman sus huellas digitales y verifican su identidad. Todo esto se realiza mediante una circuito de “estaciones” que el extranjero debe atravesar; lo cual es controlado por el poder de policía a quien se le otorga plenos poderes, porque el fin es detectar amenazas terroristas.
El afán de control
Las acciones decidas por la Unión Europea, son aplicadas para reajustar la política migratoria: se reducen los criterios de acogida, se amplía el poder de policía, se refuerza un sistema de “video vigilancia” y se implementa un plan que facilite la expulsión de quienes solicitan Asilo político.
El deseo de controlar al extranjero, se complementa con medidas que restringen el standar minimum de derechos, el cual se debe respetar, independientemente de la situación legal de migrante en el Estado que lo acoge. Durante los años 2015 y 2016, se crean normas que limitan los derechos de reunificación familiar y su libre circulación. Por ejemplo, se les prohíbe a los solicitantes de asilo, abandonar la zona administrativa asignada por sorteo durante el tiempo que dure la evaluación de su expediente. Dicho proceso puede durar como mínimo un año.
En octubre del mismo año, se anuncia un plan Europeo para enviar a Túnez a los migrantes que desembarcan en la costa Italiana o aquellos rescatados en el mediterráneo. Dicha estrategia se complementa, con el proyecto de crear centros de detención para migrantes en Túnez y Egipto. Las acciones tomadas en estos últimos años por Europa solo logran cercar el derecho de Asilo.
El “Otro”
Pero las decisiones ejecutadas por la Unión Europea son aceptadas. El europeo ve en “el otro” una amenaza a su trabajo. Aunque no demanden los mismos empleos, una amenaza frente a su seguridad aunque los atentados sufridos en los últimos años, sean consecuencia de acciones políticas equivocadas por parte la Unión Europea. El otro es un potencial criminal, aunque las estadísticas de seguridad expresen que el extranjero no comete más delitos que el ciudadano Europeo.
Se dibuja una histeria colectiva que ve en “el otro” una amenaza, un peligro que debe ser controlado. Desde ideas populistas anti Europeas, el extranjero es visto como el responsable de la decadencia de los valores Europeos. Solo mediante el cierre de fronteras, mediante respuestas individuales de los Estados, se podrá superar los problemas de Europa.
La posibilidad de pensar al extranjero como respuesta frente a la crisis Europea
Europa se encuentra en crisis por sus propias decisiones, que fueron legitimadas por la economía financiera; se encuentra en crisis por su falta de accionar frente al conflicto en Siria; se encuentra en crisis porque no plantea herramientas reales para disminuir el desempleo. El extranjero, el extraño a la cultura europea, tal vez sea quien reactive su economía mediante el desarrollo de licitaciones tendientes construir hogares para acogerlos, mediante el desarrollo de tareas que la población joven se niega a realizar.
Es probable que la necesidad de buscar una respuesta real frente a la crisis de refugiados y no a corto plazo, defina la necesidad de pensar una respuesta conjunta por parte de la Unión Europea. Donde la prioridad sea una Unión Política antes que una Unión Económica. Europa ha generado sus propios conflictos, el extranjero tal vez sea la solución frente a tal situación.
Bibiliografía
- Enríquez González Carmen 18/11/2015 La crisis de refugiados y la respuesta Europea Instituto Real Elcano Ari 67/2015.
- Luc-Nancy Jean El Intruso https://revistas.unc.edu.ar/index.php/NOMBRES/article/view/2287
- Morillas Pol Noviembre 2015 Europa ante la crisis de refugiados, diez efectos colaterales, CIDOB ediciones.
- Oliver Cyran. Abril 2017 Alemania: La derechización migratoria. Le monde diplomatique.
Autor
Lucas Moreno: Licenciado en ciencia política por la Universidad Católica de Córdoba, Editor de la revista voces.
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