Por Patricio Pagni Fernandez
Tomando como punto de partida la década de los años 80, observamos que con la reconceptualización terminológica, la ampliación y profundización de lo que hasta entonces se entendía como la concepción negativa de la seguridad, se viven tiempos de cambio hacia, lo que el autor Galtung entiende como, la visión positiva de la seguridad. Punto del cual se parte para entender un nuevo abanico de perspectivas y que se plasman con ideas como procesos de securitizacion, la cooperación para el desarrollo, la Ayuda Oficial para el Desarrollo (AOD), los Objetivos del Milenio (ODM) y los Objetivos para el Desarrollo Sostenible (ODS), entre muchos otros más.
Desarrollo sostenible y medio ambiente
Es así que, en los últimos 40 años hemos presenciado uno de los cambios conceptudinales más grandes y prósperos del último siglo, el de desarrollo, el cual en un breve recontó histórico pasa de estar ligado meramente a la variable económica como es el PBI, entendiéndose así que el poseer capital resulta ser sinónimo de “estar bien” y desarrollado. Al reconceptualizar algunos términos y situaciones, se ha repensado que el desarrollo contempla no solo capacidades materiales, sino también el poseer y acrecentar lo que se conoce como capacidades humanas.
Tanto en la inclusión de dimensiones sociales y medioambientales, el desarrollo ha adoptado diversas facetas, la comprensión del desarrollo se amplía más allá del crecimiento económico para abarcar la equidad, la sostenibilidad y la justicia social, plasmándose luego de varios intentos en políticas y acciones como los ODS.
Aún siendo conscientes de la ampliación terminológica que implica el poder desarrollarse, la comunidad internacional, y particularmente instituciones como el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), han colaborado enormemente a poder definir, medir, controlar y dar seguimiento a estos procesos, específicamente mediante la creación del indicador de medición Índice de Desarrollo Humano (IDH); el cual contempla aspectos humanos y al mismo tiempo económicos como el PBI per cápita, siendo ahora no el elemento único, sino un elemento más dentro del índice. Sumado a esto, se cuenta con programas de financiación, apoyo, cooperación económica de ong´s, BM, FMI, entre otros, que forman parte de una pluralidad de programas como las AOD, aun así los esfuerzos muchas veces no son suficientes.
Uno de los puntos más álgidos en la actualidad en lo referido al desarrollo, son áreas como: desarrollo sostenible y medio ambiente. Resultando generadores de gran controversia y de problemas irresolutos desde hace más de 20 años. Pese a ello la comunidad internacional, como instituciones e individuos no dan la causa por perdida, llegando a incorporar diversas normativas, convenciones y concepciones como: capacidad de carga, principio de subsidiariedad, huella de carbono, economía ambiental, economía ecológica, tragedia de bienes comunes y uno de los más importantes de los últimos tiempos, el concepto de desarrollo sostenible incorporado en el Informe Brundtland de 1987. Es en esta misma línea de avances que encontramos políticas como la Agenda 2030 y los ODS, que ofrecen un marco global para abordar la interconexión entre desarrollo y medio ambiente.
Derecho internacional
Otro aspecto que nunca puede quedar descartado a la hora de hablar de la ampliación del concepto de desarrollo es la protección del derecho internacional y de los derechos humanos. Aunque en sus orígenes hayan tenido temporalidad y caminos diferentes, la interconexión entre desarrollo y derechos humanos es innegable, ya que un desarrollo genuino debe ir de la mano con la promoción y protección de los derechos fundamentales, convirtiéndose entonces al derecho no como un objetivo, sino más bien como una herramienta para el continuo desarrollo del individuo y la adquisición de más y nuevos derechos.
En el contexto de desarrollo y cooperación, el derecho internacional, o mejor dicho las instituciones de los derechos humanos que lo componen (Comisión de DDHH de ONU, CIJ, CPI, R2P, convenciones), desempeña un papel crucial, estableciendo estándares y normativas que deben respetarse en cualquier intervención o estrategia de desarrollo. La protección de los derechos fundamentales debe ser intrínseca a todas las acciones emprendidas a nivel internacional. El sistema internacional de protección de los derechos humanos, fundamentado en tratados y convenciones, busca garantizar que los derechos fundamentales sean respetados a nivel global. Sin embargo, su implementación enfrenta desafíos considerables, ya que las particularidades contextuales, culturales, políticas y sociales de cada país son cruciales a la hora del análisis e implementación.
Hoy en día, la cooperación con y para el desarrollo en su sentido amplio es esencial para abordar los desafíos globales. Se ha vuelto imperativo que los actores internacionales en todos sus niveles trabajen juntos para enfrentar problemas como la pobreza, la desigualdad y la falta de acceso a servicios básicos. Políticas y estrategias innovadoras son necesarias para lograr un desarrollo sostenible y equitativo. Los instrumentos de intervención en el ámbito de la cooperación varían, desde ayuda humanitaria y financiamiento, hasta programas de capacitación y transferencia de tecnología. La colaboración entre actores estatales, organizaciones internacionales y la sociedad civil es esencial para maximizar el impacto de estas intervenciones.
La intersección de los campos como seguridad, desarrollo, cooperación, medioambiente, DDHH y otros, no solo requieren enfoques multidisciplinarios, sino también una mirada crítica hacia la equidad, la justicia y la sostenibilidad. En este escenario, la cooperación internacional y los marcos legales deben evolucionar para abordar las tensiones inherentes entre el desarrollo económico y los derechos humanos.