Fentanilo en Estados Unidos: un desafío geopolítico -

Por Rosario Ferrer

Las sobredosis de fentanilo y otros opioides sintéticos son la principal causa de muerte entre los jóvenes estadounidenses y una amenaza para la salud pública, la economía y la seguridad nacional de Estados Unidos. Esta droga mortal tiene su origen en China, es producida en México y es contrabandeada hacia EE.UU. por los cárteles mexicanos a través de la frontera. Para combatir esta crisis sanitaria es imprescindible el trabajo conjunto de los Estados implicados, sin embargo, los cálculos geoestratégicos la convierten en un verdadero desafío transnacional.

La crisis del fentanilo

La reunión entre el asesor de seguridad de Estados Unidos, Jake Sullivan, y el presidente chino Xi Jinping del pasado jueves 29 de agosto, pone nuevamente en la mesa el gran problema que el fentanilo significa para la seguridad de la población estadounidense.

El fentanilo es un fuerte opioide sintético similar a la morfina, pero entre 50 y 100 veces más potente (Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas, 2021). Su consumo en los Estados Unidos se ha intensificado vigorosamente desde 2013, afectando a la población de una manera sinigual. Ahora, la sobredosis de esta droga es la principal causa de muerte de los adultos estadounidenses de entre dieciocho y cuarenta y cinco años, y se ha convertido en “el mayor desafío que enfrentamos como país”, según dijo el secretario del Departamento de Seguridad Nacional (DHS), Alejandro N. Mayorkas, en marzo de 2023.

El fentanilo plantea una amenaza extraordinaria porque es barata de fabricar, fácil de contrabandear y extremadamente letal en pequeñas dosis. Tal es su peligrosidad que en el año 2021 la cifra de muertos aumentó a 80.411, más de diez veces la cantidad de militares estadounidenses muertos en las guerras posteriores al 11 de septiembre en Irak y Afganistán (Klobucista, 2023), muchos de ellos sin siquiera saber que lo estaban consumiendo.

El costo económico

Los efectos del fentanilo y demás opioides en los Estados Unidos son devastadores en múltiples áreas. Más allá del costo humano, la economía se ve gravemente afectada ya que se destina gran parte del gasto público para subsanar sus costos. Una estimación realizada por el Comité Económico Conjunto (JEC) del Congreso de Estados Unidos, determinó que la epidemia de opioides le costó a Estados Unidos casi 1,5 trillones de dólares en 2020, o el 7 por ciento del producto interno bruto (PIB) de ese año. Entre este gasto se cuentan la atención médica para tratar las sobredosis, los costos de combatir el tráfico de fentanilo y los esfuerzos de la justicia penal, y la pérdida de productividad en la fuerza laboral, así como los costos económicos de las vidas humanas perdidas por sobredosis y el valor reducido de la vida para los sobrevivientes de sobredosis (Fidler, 2023).

¿De dónde viene el fentanilo?

La cadena de suministro de fentanilo fluye por China y México llegando finalmente al país norteamericano, el epicentro de consumo. La cadena comienza en China, donde se fabrican la mayoría de los precursores químicos de la droga, los cuales luego son distribuidos por todo el mundo, especialmente, México. Allí, las organizaciones criminales transnacionales más importantes –Cártel Jalisco Nueva Generación y el Cártel de Sinaloa– sintetizan los precursores, obtienen la droga final y la distribuyen. La mayor parte del fentanilo ilegal que ingresa a los Estados Unidos lo hace a través de la frontera de este último con México, especialmente, por las ciudades de San Diego, California y Tucson, Arizona.

La transnacionalidad de la cadena de suministro del fentanilo da cuenta de que lo que puede ser interpretado como una crisis sanitaria interna es, en realidad, una problemática a escala internacional. Como tal, requiere de los esfuerzos conjuntos de los Estados involucrados para hacer frente a las organizaciones narcotraficantes y llegar a una solución eficiente.

Un desafío geopolítico

De esta manera, el fentanilo se ha convertido en un importante desafío para la política exterior y la seguridad nacional de Estados Unidos, por lo que se hizo fundamental trabajar conjuntamente con los demás actores implicados. Durante décadas, el gobierno estadounidense ha realizado esfuerzos conjuntos con el gobierno mexicano para restringir el flujo de narcóticos ilegales que ingresan al país, como la Iniciativa Mérida en 2008 (Klobucista, 2023). Respecto a China se han llevado adelante conversaciones, logrando que se prohibiera la producción y venta de fentanilo en 2019, aunque todavía sigue siendo el principal fabricante.

Pero más allá de los esfuerzos diplomáticos no debemos descuidar el contexto geopolítico en el que se dan. La geopolítica y las tensas relaciones entre China y Estados Unidos, quienes se acusan constantemente de quién tiene la culpa, hacen cada vez más difícil la formulación de políticas internacionales eficaces contra la amenaza que significa el narcotráfico. Por otro lado, China se ve altamente beneficiada no solo con la exportación de los propulsores mencionados –el cual es un negocio muy rentable–, sino también con las consecuencias que tiene el fentanilo en la economía estadounidense. Como mencionaba ut supra, el gobierno de EE.UU. tiene que destinar gran parte de su gasto público en contener esta crisis, que además afecta su productividad. Por lo tanto, en este contexto de competencia económica, China resulta significativamente favorecida, dado que su rival resulta debilitado.

Como podemos observar, la lucha contra el tráfico de fentanilo y el narcotráfico en su conjunto requieren una batería de políticas y estrategias articuladas entre los Estados involucrados. Sin embargo, no es tarea fácil cuando las relaciones entre ellos están atravesadas por una intensa rivalidad y competencia.

Referencias