Por Garcia Torres Valentina
Mientras el mundo observa con alarma el enfrentamiento directo entre Israel e Irán, lo que realmente está en juego no es solo una disputa regional, sino la forma en que las grandes potencias globales se posicionan, intervienen y redefinen el tablero geopolítico. Estados Unidos, China, Rusia y Corea del Norte ya no son espectadores: cada una ha desplegado sus herramientas —militares, diplomáticas, económicas y tecnológicas— para incidir en el conflicto según sus propios intereses estratégicos. Esta escalada en Medio Oriente es, en realidad, el espejo de una guerra fría 2.0, donde los actores principales no siempre se enfrentan entre sí, pero sí mueven piezas con consecuencias irreversibles.
Intervención de Estados Unidos: ¿bombero o incendiario?
Estados Unidos juega en este tablero con el mismo guión de siempre: proteger a Israel, su principal aliado en Medio Oriente. La administración Trump, en su segundo mandato, ha respaldado explícitamente los ataques israelíes y desplegado nuevos sistemas antiaéreos en Irak, Kuwait y Qatar. Además, reveló tener localizado al líder supremo iraní, Ali Khamenei, como una señal intimidatoria.
¿Es positiva su intervención?
Depende desde dónde se mire. Desde la óptica israelí, es vital. Desde el derecho internacional, preocupa: la falta de condena al bombardeo preventivo a instalaciones nucleares no activas viola principios de proporcionalidad. La diplomacia se ve desplazada por la doctrina de disuasión. EE.UU. opta por una intervención “activa pero no frontal”, buscando agotar a Irán sin ensuciarse de lleno. El resultado: más tensión y cero diálogo.
China: El árbitro económico que teme el caos
China, que ha invertido miles de millones en infraestructura energética en Irán bajo el marco de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, se opone firmemente a la ofensiva israelí. Pekín convocó a una sesión extraordinaria en el Consejo de Seguridad de la ONU y exigió una salida diplomática inmediata. Mientras tanto, refuerza sus activos navales en el mar Arábigo para proteger rutas comerciales clave.
¿Qué tan buena es su intervención?
China busca la paz, pero por interés propio: el petróleo iraní es vital para su seguridad energética. Además, su presión no se traduce en sanciones concretas ni propuestas estructurales. Su rol es más contención que solución.
Rusia: El viejo zorro geopolítico
Rusia ha sido el principal proveedor de defensa de Irán desde hace décadas. Moscú denunció la “violación de soberanía iraní” por parte de Israel, calificándola de “acto de guerra”. Aumentó el envío de armamento defensivo a Teherán y realizó ejercicios militares conjuntos en el Caspio. Sin embargo, evita enviar tropas o comprometerse militarmente de lleno.
¿Es positiva su participación?
Contradictoria. Por un lado, equilibra el poder regional evitando una hegemonía israelí total. Por otro lado, alimenta el conflicto al rearmar a Irán. Su objetivo es claro: debilitar la influencia estadounidense en Medio Oriente, aún si eso prolonga la guerra.
Corea del Norte: El caos como estrategia
El régimen norcoreano no tardó en apoyar a Irán “contra el imperialismo sionista” y envió tecnología de misiles para reforzar la ofensiva iraní. Según fuentes de inteligencia surcoreanas, técnicos norcoreanos estarían operando desde bases subterráneas en las montañas Zagros, asesorando en drones y misiles balísticos.
¿Qué impacto tiene?
Altamente desestabilizador. Corea del Norte actúa como “spoiler”, dificultando cualquier posibilidad de diálogo. Busca mantener a EE.UU. distraído en Medio Oriente, mientras refuerza su amenaza en el Pacífico. No construye, solo incendia.
Impacto y proyecciones: ¿puede escalar la guerra global?
La intervención de estas potencias no responde a una lógica humanitaria, sino a un juego de ajedrez de poder. Mientras Israel golpea, Irán resiste y los civiles huyen, las grandes potencias mueven fichas pensando en el petróleo, el control regional y sus elecciones internas.El F-14 Tomcat fue retirado del servicio por la Marina de los EE. UU. hace casi 20 años, pero todavía está en servicio en Irán.
La paradoja: todos dicen querer evitar una guerra mundial, pero actúan como si la quisieran provocar.
Conclusión
El conflicto entre Israel e Irán es apenas la punta del iceberg: debajo se esconde un juego mayor, donde las potencias globales no buscan apagar el incendio, sino dirigir hacia dónde se expande.
Entre drones, misiles y discursos diplomáticos, lo que sigue ausente es lo esencial: la vida de miles de civiles, las rutas escolares interrumpidas, los hospitales colapsados, las familias desplazadas.
En un mundo que juega a la guerra como si fuera ajedrez, conviene recordar que las piezas que se sacrifican primero… suelen ser las más inocentes.
