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La democracia en la era de la posverdad

“Posverdad” fue la palabra más usada del año 2017 según el prestigioso diccionario de Oxford. Es utilizada para definir la realidad que atraviesan la política y la democracia, y para explicar el sentimiento de desconfianza generalizada que desembocó en tantos triunfos antisistema alrededor del mundo.

 

La posverdad es un fenómeno que se produce cuando los hechos objetivos tienen menos influencia en definir la opinión pública que las apelaciones a lo emocional y las creencias personales. Es decir, hoy en día los hechos no prevalecen, sino que lo fundamental es conectar emocionalmente con las personas. Como Durán Barba expresa en su libro La política en el siglo XXI: “lo único que importa es comunicar algo de lo que la gente quiera dialogar” y también algo que las personas quieran escuchar.

Pongamos en el centro de la escena a las noticias falsas, que son el actor principal de este fenómeno. Cuando hablo de noticias falsas o fake news, no me refiero a ninguna rareza contemporánea. La verdad es que hay una tradición de mentira desde el poder; el mismo ha manipulado la realidad desde tiempos remotos. La diferencia es que antes el político sabía que la mentira no podía ser detectada, ya que supondría un precio político impagable y un castigo imperdonable por parte de la opinión pública. En cambio, actualmente, existe una especie de pacto comunicativo entre los políticos y los ciudadanos, donde los segundos se conforman con escuchar lo que desean, lo que va acorde a sus pensamientos sin poder discernir entre lo verdadero o lo falso.

Que tire la primera piedra quien esté libre de pecados. La culpa es compartida: entre quienes dan y promueven esas noticias, entre los que las creen y comparten, y las redes sociales que facilitan ese proceso.¿Cuántos de nosotros hemos sido engañados por noticias falsas?

Cada vez nos cuesta más discernir entre noticias falsas y verdaderas, estamos en una era donde la verdad y los hechos son manejados por la histeria de la política, las campañas y los enfrentamientos.

Y realmente es un proceso muy intenso y prácticamente imparable. Están las noticias falsas que  generan una gran división, las cuales compartimos porque nos sentimos identificados con ellas y que enviamos por WhatsApp, que retwitteamos o que compartimos en Facebook. Y cada vez nos vamos rodeando de gente que comparte la misma información, porque  aquellos que comparten otro punto de vista nos incomodan.

Uno de los mayores desafíos que tiene nuestra democracia es que no compartimos una fuente común de hechos concretos. Estamos operando en universos de información completamente distintos.  Esto fue demostrado por un experimento que se condujo en la rebelión que  sucedía en Egipto en la plaza  Tahrir: le pidieron a un liberal, a un conservador y a un moderado que googlearan “Egipto” y cada uno recibió información diferente en función de sus prejuicios políticos. Es decir, el mismo buscador de internet brindo diferente información a cada persona basándose en su historial de búsqueda y sus preferencias.

El resultado de esto, es que terminamos viviendo en una burbuja de información donde nos sentimos cómodos.

Pero la posverdad va más allá de esto, este fenómeno es el trasfondo de la polarización política in crescendo y de la decadencia de confianza en las instituciones democráticas. Esas instituciones que son el pilar de nuestra sociedad democrática, como la familia, la educación, las uniones laborales, los partidos políticos, etc. Y que se complementan con la libertad de expresión y la transparencia; dos cosas que colisionan en esta era de la posverdad.
¿Acaso esto significa que es el principio del fin de la democracia? Quiero decir que no, pero realmente es un gran problema y es difícil de solucionarlo. Las fake news socavan la legitimidad de la democracia y las formas de controlarlas podrían volverse peligrosas e invasivas, como el  control de redes y conversaciones personales.

Esto remarca lo que al principio mencioné como “triunfos antisistema”, como por ejemplo la llegada de Trump a la Casa Blanca; el triunfo del sí por el Brexit; y el éxito de la campaña electoral que llevó a Macron a la presidencia de Francia, proclamando su ateísmo para con la socialdemocracia.

Hay un espíritu revolucionario, de cambio entre las mentes jóvenes y de cansancio entre las más adultas, que llevan a estos resultados inesperados.

Mientras no irrumpa el reformismo democrático que impone esta etapa de posverdad y de globalización, más engendros demagógicos se incubarán en las grietas del sistema.

Autora

Guillermina Nicola. Estudiante avanzada de Relaciones Internacionales por la Universidad Empresarial Siglo XXI.

 

 

 

Bibliografia

  • JAIME DURAN BARBA, La política en el siglo XXI: arte, mito o ciencia. Penguin Random House grupo editorial, Argentina 2017.
  • Reunión anual del Foro Económico Mundial, 23-26 de enero 2018, Davos – Klosters, Suiza. Democracy in a Post-Truth Era Conference.
  • “My Next Guess Needs no introduction: Barack Obama”. Serie documental de Netflix, con David Letterman.
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