La disolución de la UNASUR: un análisis desde el realismo

A lo largo del desarrollo de América Latina se han realizado numerosos intentos en pos de lograr el “sueño de integración y prosperidad regional” enarbolado por Simón Bolívar hace ya más de doscientos años. Sin embargo, no siempre estos proyectos han sido fructíferos. Uno de ellos ha sido la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), una organización intergubernamental regional que en su momento de apogeo estuvo conformada por casi la totalidad de los países integrantes de América del Sur. El bloqueo ocasionado por sus propias normas de funcionamiento, la constante inoperancia, las crisis económicas, la falta de interés político y el viraje ideológico vivido en los últimos años, constituyen algunas de las causas que llevaron al declive de este ambicioso proyecto de integración regional. Analizaremos la historia de esta organización, como así también los efectos que tiene en la actualidad desde una de las teorías más influyentes de las Relaciones Internacionales: el realismo. Uno de los baluartes de esta perspectiva es entender a los Estados como los únicos actores relevantes en el sistema internacional. Esto conlleva al supuesto de que tanto los organismos internacionales como cualquier otro actor que no sea el Estado no tienen gran injerencia en el medio internacional. A raíz de ello, proponemos que esta mirada, por su desarrollo y eficiencia teórica, es la más apta para analizar los diversos acontecimientos y cómo repercuten ante una de las problemáticas principales del siglo XXI en América Latina: la disolución de la  UNASUR.

 

 

Breve introducción a la problemática

Desde los inicios del proceso de independencia de América Latina ha sido planteada la idea de un proyecto de integración regional, siendo esta enarbolada por padres libertadores como Simón Bolívar. Este líder latinoamericano propugnaba “formar de todo el Mundo nuevo una sola Nación (…)” (Bolívar, 1999: 87), deseo que quedó plasmado en la realización del Congreso Anfictiónico de Panamá convocado el 22 de junio de 1826. Casi doscientos años transcurrieron de dicho proyecto y, sin embargo, los intentos de unificar a toda Latinoamérica no siempre han resultado ser fructíferos.

La UNASUR, uno de los proyectos de integración regional, está viviendo actualmente una crisis. Es un organismo fundado en el año 2008 en pos de “construir, de manera participativa y consensuada, un espacio de integración y unión en lo cultural, social, económico y político entre sus pueblos, otorgando prioridad al diálogo político, las políticas sociales, la educación, la energía, la infraestructura, el financiamiento y el medio ambiente, entre otros, con miras a eliminar la desigualdad socioeconómica, lograr la inclusión social y la participación ciudadana, fortalecer la democracia y reducir las asimetrías en el marco del fortalecimiento de la soberanía e independencia de los estados”, tal como indica el artículo 2 de su Tratado Constitutivo (UNASUR, 2011: 9).

Si analizamos el origen de este organismo podemos identificar que, si bien la UNASUR tuvo su inicio en 2008, el proyecto se remonta a las primeras Cumbres Sudamericanas celebradas a principios de la década de los 2000 por convocatoria de Brasil. En la tercera reunión en el año 2004 se fundó la Comunidad Sudamericana de Naciones (CSN) que, años más tarde, pasaría a llamarse “Unión de Naciones Suramericanas”. Como dijimos anteriormente, la UNASUR es el resultado del largamente perseguido objetivo latinoamericano de autonomía y fue proyectada como un organismo para hacerle contrapeso a la Organización de Estados Americanos (OEA), que se consideraba al servicio de los intereses de Estados Unidos. A la vez, cabe destacar que surge con una marcada tendencia a la ideología de izquierda; no podemos olvidar que sus gestores fueron líderes como el venezolano Hugo Chávez con su revolución bolivariana, el matrimonio argentino Kirchner, el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y el ecuatoriano Rafael Correa.

Originalmente, sus miembros incluían los doce Estados independientes de América del Sur y como Estados observadores a Panamá y México. Sin embargo, en abril de 2018, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay y Perú optaron por suspender su participación en el organismo arguyendo la falta de resultados concretos que garanticen el funcionamiento adecuado de la organización. Desde entonces, varios países anunciaron su salida definitiva: Colombia en agosto de 2018, Ecuador en marzo de 2019, y Argentina, Brasil, Chile y Paraguay en abril del mismo año. En la actualidad, la UNASUR sólo tiene la participación plena de los Estados de Bolivia, Guyana, Surinam, Uruguay y Venezuela.

Distintas causas le son atribuidas al declive de este ambicioso proyecto de integración regional. Una de ellas es el viraje ideológico que puede ser descrito por las palabras del actual líder venezolano Nicolás Maduro: “UNASUR necesita retomar su espíritu (…) Ha tenido problemas últimamente por líderes de la derecha que se dejan presionar por Estados Unidos. Aspiro a que los líderes de derecha de América del Sur tengan un poquitito de conciencia suramericana” (CNN, 2008). Además de ello, entran en juego el bloqueo a la hora de tomar decisiones debido a sus propias normas de funcionamiento y la inoperancia frente a las problemáticas que azotan a la región como las crisis económicas y, en particular, la crisis social y política que padece Venezuela. Ante todo, el punto de inflexión fue la incapacidad de elegir un Secretario General tras la salida de la Secretaría General del expresidente colombiano Ernesto Samper en enero de 2017.

 

Análisis de la situación desde el realismo

En primer lugar, la teoría realista nos ofrece un concepto esencial para entender el surgimiento de este organismo: el “equilibrio de poder”, el cual se define como “el mecanismo autorregulatorio de las fuerzas sociales, que se manifiesta en la lucha por el poder en la esfera internacional” (Muñoz Sánchez O. A. y Frasson-Quenoz F., 2011: 100). Dicho concepto aparece de forma clara en el deseo de los Estados sudamericanos de forjar una institución que haga frente y contenga los intentos de dominación de los Estados Unidos en América del Sur por medio de la OEA. A su vez, por medio del uso de esta teoría, se puede considerar que la UNASUR fue un proyecto ideado por Brasil a los fines de saciar sus propios intereses como potencia y proyectarse como un actor poderoso en el sistema internacional, asumiendo el liderazgo de la región. Sin embargo, debido a la crisis política y económica, Brasil fue víctima de contrapesos internos que le impidieron seguir impulsando sus ambiciones internacionales; a causa de ello, el organismo careció de una potencia que actúe como líder regional o como amenaza colectivamente percibida y la acción colectiva se hizo más difícil (Mijares y Nolte, 2018: 111) .

Como causa estructural de la disolución del organismo se encuentra lo que Morgenthau llamaría falta de “prudencia” por parte de los estadistas encargados de su diseño institucional. Estos no tuvieron en cuenta la cuestión realista del interés en términos de poder (Morgenthau, 1986: 13), que indica que el único interés de cada Estado es conseguir cada vez más poder para asegurar su seguridad e influencia internacional. A raíz de ello, resulta inconcebible la efectividad de un organismo que funcione a través del consenso unánime entre todos los Estados miembros a la hora de tomar decisiones, ya que no serán pocas las situaciones en las que los intereses de cada uno entren en conflicto y deriven en una constante inoperancia.

Como indican Mijares y Nolte (2018: 110), la persecución de la autonomía nacional produce una fracción en los consensos regionales y refleja alineamientos ideológicos particulares. De esta manera, el ascenso del autoritarismo en Venezuela en los últimos 4 años es un ejemplo de esa falta de consenso regional sobre valores democráticos y su defensa.

Hans Morgenthau, una de las figuras más importantes de la corriente realista, argumentaba que en el hombre hay una tendencia natural hacia el egoísmo y por ello persigue y disfruta el poder. Esto se puede ver reflejado en la crisis de la UNASUR, ya que al terminar el mandato de Ernesto Samper en 2017, el cargo de secretario general estaba vacío y el único candidato para ocuparlo era José Octavio Bordón, un canciller argentino que, sin embargo, no logró ocupar este puesto, debido a que tanto Venezuela como Bolivia mostraron disconformidad con su asunción. La negativa se debe al egoísmo por parte de estos países, ya que luchan por intereses desiguales. El egoísmo se manifiesta en el hecho de que los países no buscan realmente la integración y no pretenden encontrar soluciones en conjunto para las problemáticas, sino que privilegian su propio beneficio bajo la lógica de que “el interés nacional prima en muchas circunstancias sobre los tratados internacionales” (Muñoz Sánchez O. A. y Frasson-Quenoz F., 2011: 92).

Otro concepto clave del realismo es el de anarquía. Este hace alusión al hecho de que, a pesar de que hacia el interior de los Estados existe una jerarquía organizativa, en el ámbito internacional no existe ningún ente que regule el comportamiento de los Estados ni que tenga autoridad suficiente para gobernar sobre ellos: por lo tanto, la esfera internacional es anárquica. De esta forma, el concepto nos permite explicar por qué la UNASUR se consumió en tan breve tiempo: una gobernanza internacional no es concebible, pues no es acorde con los propósitos de los Estados. El Estado, desde una perspectiva realista, tiene como principal fin el buscar su propio bienestar y su propia seguridad. No le interesa una integración internacional, continental ni regional. Si se concibe al ser humano como inherentemente egoísta, por extensión, el Estado también es egoísta por naturaleza. De esta forma, un actor internacional, es decir un Estado, nunca puede confiar en el otro, ya que nunca sabe cuándo otro actor está haciendo planes futuros para atacarlo. Solo existen las alianzas a corto plazo y exclusivamente si le dan un beneficio al Estado que participa. Una integración regional que se mantenga en el tiempo y persiga otros beneficios que no sean estrictamente económicos o militares sería imposible desde una mirada realista.

Por consiguiente, podría afirmarse que las alianzas no sirven para los Estados si no les brindan un beneficio relacionado a su seguridad nacional o a su supervivencia. La UNASUR, por el contrario, aspiraba a conformar una integración principalmente social y cultural en Latinoamérica. En la actualidad, podemos identificar una tendencia de los Estados a vincularse en bloques de carácter económico, como la Alianza del Pacífico o el Mercosur, que son más acordes a sus intereses de poder.

Otra de las causas por las cuales el proyecto de la UNASUR esté rumbo a ser un total fracaso es debido a la política y economía interna de cada país que conforma o conformaba el bloque, las cuales son totalmente inestables. Podríamos citar a los realistas Sorense y Jackson, quienes expresan que “son escépticos al creer que puede darse un progreso en la política internacional comparado o mejor igualado a la política interna de los Estados” (Muñoz Sánchez O. A. y Frasson-Quenoz F., 2011: 91). Por lo tanto, un organismo regional con fines tales como el de la UNASUR no serviría para mejorar o equilibrar la economía porque primero se deberían optimizar las condiciones internas para luego, en última instancia, hacer acuerdos internacionales de cooperación a corto plazo, sino resultarían ineficaces. Es un error el deseo de querer integrar competencias y funciones que siguen asociadas a los Estados en un organismo supranacional (Mijares y Nolte, 2018: 110).

Según Del Arenal, en la sociedad internacional actual no es posible que se dé el escenario apto para mantener el equilibrio de poder que brindó relativa calma al mundo hasta el siglo XX. En este punto, Morgenthau busca tres vías para la paz y concluye en que solo una de ellas es factible: la paz por medio del acuerdo. Para conseguirla, dice, es necesaria una nueva diplomacia, y una de las reglas a cumplir para alcanzar tal objetivo es que los Estados estén dispuestos a negociar en los casos que no les son de vital importancia. No obstante, el autor propone la imposibilidad de esto a raíz de que: “Sólo cuando las naciones hayan sometido a una autoridad superior los medios de destrucción que la tecnología moderna ha puesto en sus manos -cuando hayan renunciado a sus soberanías- podrá la paz internacional ser tan segura como la paz doméstica” (Del Arenal, C. 2005: 138-139). Como mencionamos en párrafos anteriores, la cuestión de la soberanía de los Estados, es un factor fundamental para comprender el fracaso de la UNASUR. Cualquier organismo internacional que busque detentar el poder de los Estados, es decir, que busque mermar su soberanía, no podrá cumplir su meta: los Estados no están dispuestos a delegar su poder, en definitiva, su soberanía.

Finalmente, y considerando todos los conceptos descritos anteriormente, es comprensible por qué para el realismo el único actor internacional es el Estado, tal como indica la autora Esther Barbé: “La unidad de análisis para los realistas es el Estado, entendido como actor racional y unitario. La racionalidad se debe a su actuación (maximización del poder) y el carácter unitario lo acerca a la visión hegeliana del Estado” (2006: 56).

 

 

Algunas consideraciones finales

No obstante, hay ciertos hechos que el realismo no ha logrado explicar. Los principales son las negociaciones para el Foro para el Progreso de América del Sur (PROSUR), inmediatamente luego del fracaso de la UNASUR, o incluso la cuestión del conflicto ideológico en los gobiernos latinoamericanos como factor central que causó el declive del organismo. El funcionamiento intergubernamental e interpresidencialista del organismo favoreció los objetivos integracionistas en tiempos de una mayor sintonía ideológica entre los gobiernos; pero en una época de polarización ideológica y política (como la de los últimos años), la falta de una institucionalidad supranacional limita las capacidades de gestión de crisis (Mijares y Nolte, 2018: 106). Sin embargo, consideramos que el realismo ha demostrado contar con suficientes herramientas teóricas y terminológicas para el análisis de la problemática. Hemos procurado demostrar, a lo largo de este trabajo, cómo los conceptos realistas y su concepción del sistema internacional lo vuelven el paradigma más competente a la hora de analizar múltiples conflictos internacionales, como la disolución de la UNASUR.

Tal como indican Mijares y Nolte, en la UNASUR “las autonomías nacionales han tenido la última palabra, de manera que se han superpuesto a la autonomía regional, y Sudamérica ya no cuenta como actor del sistema internacional” (2018: 111). Consideramos que esta crisis debe ser utilizada como una herramienta por parte de los Estados a los fines de forjar en el futuro políticas exteriores prudentes que logren elevar la voz de los Estados sudamericanos en el concierto internacional. América del Sur debe recorrer la ruta que la lleve a ser una de las regiones protagonistas del siglo XXI.

 

Bibliografía

  • Bolívar, Simón. (1999). Escritos políticos. Alianza Editorial. Madrid, España.
  • Del Arenal, C. (2005). Introducción a las Relaciones Internacionales. Madrid: Tecnos. Barbé, Esther. (2006). Relaciones Internacionales. Madrid: Editorial Tecnos.
  • ¿El principio del fin de Unasur? 6 países suspenden su participación. (2018, 21 Abril). CNN Español. Recuperado de: https://cnnespanol.cnn.com/2018/04/21/el-principio-del-fin-de- unasur-6-paises-suspenden-su-participacion/
  • Muñoz Sánchez, O. A. y Frasson-Quenoz, F. (2011). El realismo en el siglo XX y XXI. Analecta Política, Vol. 1 (1), p. 81-106.
  • Morgenthau, Hans (1986). Política entre las naciones. La lucha por el poder y la paz. (Capítulo 1: Una teoría realista de la política internacional). Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano (3° Edición), p. 11-26.
  • Mijares, Víctor M. y Nolte, Detlef. (2018). Regionalismo posthegemónico en crisis. Foreign Affairs Latinoamérica, Vol. 18: Núm. 3, pp. 105-112. Recuperado de: https://www.academia.edu/37045493/Regionalismo_posthegem%C3%B3nico_en_crisis._Por
    _qu%C3%A9_la_Unasur_se_desintegra
  • UNASUR. (2011). Tratado Constitutivo de la Unión de Naciones Suramericanas. Quito, Ecuador. Recuperado de: https://www.unasursg.org/images/descargas/DOCUMENTOS%20CONSTITUTIVOS%20DE
    %20UNASUR/Tratado-UNASUR-solo.pdf

 

Autores

Tomas Fonfara: Estudiante de Relaciones Internacionales (UCC).
Bruno Storino: Estudiante de Relaciones Internacionales (UCC).
Agostina Fochesatto: Estudiante de Relaciones Internacionales (UCC).
Ariela Rossetto: Estudiante de Relaciones Internacionales (UCC).

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