Las acciones que Rusia lleva adelante en Siria, tienen como objetivo algo que va mucho más allá de la lucha contra el yihadismo islámico. La Alta Estrategia esgrimida por Vladimir Putin tiene aristas no sólo militares, sino también geoestratégicas, económicas y políticas a fin de evitar el aislamiento en el que occidente intenta meter al gigante euroasiático.
El Derrumbe Socialista
El final de la etapa comunista en Rusia, trajo aparejado un desastre geopolítico para éste país. La Perestroika gorbachoviana derrumba los dogmas socialistas, pero siembra al mismo tiempo, al decir de Davydov, “ilusiones excesivas que ignoraban los imperativos geopolíticos y las lecciones de la «Realpolitik»”. Las concesiones en el campo de la seguridad internacional que Gorbachov hace a occidente, principalmente a través de su ministro Shevardnadze, terminaron ocasionando el avance de la OTAN a las zonas de influencia rusas, ante una política de bajo perfil en el concierto internacional.
Distintos factores aceleraron la percepción de un mundo unipolar hegemonizado por los Estados Unidos con apoyo de sus aliados europeos. Entre esos factores podemos mencionar la subestimación de las relaciones con el “exterior cercano”, el fortalecimiento de las relaciones con Washington y el enfriamiento – ya con Boris Yeltsin – de las relaciones con Asia, África y América Latina.
En este sentido, la implantación de políticas económicas neoliberales (Doctrina del Shock), con el achicamiento del estado, privatización masiva, desregulación, etc.; redujo la autonomía rusa en cuestiones de política exterior. Todo esto generó duros años de inestabilidad política y económica en el país, donde no tardaron de renacer algunas ideas de raigambre nacionalista. En este contexto, surge la figura de Vladimir Putin, a partir del cual se recupera un mensaje dirigido a restablecer el sentimiento nacionalista y el poderío del Estado. La recuperación política y económica de esta etapa, no tardaría en ser trasladada al plano internacional.
Documentos Programáticos y su rol en Medio Oriente
En Febrero de 2013, mediante un Documento Programático, la Federación Rusa establece el concepto de «Política Exterior» con la delimitación de ciertos principios básicos. Estos incluyen, entre otros, el imperativo de la formación de un sistema estable y equilibrado de Relaciones Internacionales, con respeto al Derecho Internacional y las normas de respeto mutuo, igualdad y no injerencia en los Asuntos Internos.
En ese documento se le asigna una gran importancia a las regiones de Asia y el Pacífico, algo que se tradujo en las importantes relaciones bilaterales con China en múltiples aspectos, que lo transforma en un socio vital a nivel global. En ese trabajo se asigna un lugar de importancia a las relaciones con Oriente Medio, principalmente por el auge de las Primaveras Árabes, las cuales fueron seguidas con seria preocupación por el peligro que representa la injerencia externa en la región con el afán de implantar modelos políticos occidentales que provoquen efectos contraproducentes para los intereses rusos.
Posteriormente, en el año 2016, Vladimir Putin aprueba un nuevo Documento Programático de Política Exterior donde se deja en relieve que “una de las realidades más peligrosas del mundo contemporáneo es la creciente amenaza del terrorismo internacional”, asignándole una prioridad aún mayor al rol de la Federación Rusa en Oriente Medio, afirmando que
“Rusia continuará aportando una contribución válida a la estabilización de la situación de Oriente Próximo y el Norte de África (…) abogando por el arreglo político de la situación en la República Árabe Siria y por la determinación del futuro del país se determine por el pueblo sirio a base de las disposiciones del Comunicado de Ginebra del 30 de junio de 2012”. Ministerio de Relaciones Exteriores de la Federación Rusa.
La “Grand Strategy” Rusa en Medio Oriente
El concepto de Grand Strategy es desarrollado por Basil Liddel Hart, y refiere a la conexión entre distintos componentes del Estado a fin de la consecución de un interés específico. Así, todos los recursos de una Nación (o grupo de naciones), deben ser coordinados y dirigidos hacia la consecución de un objetivo político de la guerra. Estos recursos (económicos, políticos, militares, sociales o medio ambientales) se combinan en Políticas de Estado integrales para lograr la seguridad del Estado.
Lo que se deduce de éste postulado es que la “Alta Estrategia” depende de la visión que un estado tenga del mundo, y para el caso Ruso, éstos siempre se destacaron históricamente por su capacidad de contrarrestar ataques externos. Esta particularidad se debe en mayor medida a las características geográficas del País, donde su enorme extensión y la falta de adecuadas fronteras naturales la convierten en una Nación vulnerable a los ataques exteriores.
De esta forma se hace necesario la elaboración de políticas de seguridad que les permita actuar de forma agresiva, dependiendo de sí mismos, para salvaguardar sus propios intereses. El Kremlin termina estableciendo sus prioridades de Política Exterior en términos de costo-beneficio. Es así que la estrategia Rusa en Siria tiene que ver con su histórica necesidad de defensa propia y en donde se conjugan diversos elementos que son dirigidos a la consecución de tal fin.
Elementos que intervienen
El actuar del yihadismo islámico en el Cáucaso (Chechenia) desde el año 1994, se convirtió en una guerra en la que Rusia ya estaba inmerso desde varios años antes al derribo de las Torres Gemelas de Nueva York y se acentuó aún más cuando el difunto portavoz del Daesh, anunció en 2015 la creación de una Gobernación del ISIS en la zona. La presencia de ésta y otras organizaciones radicales en su territorio, conlleva una vulnerabilidad del Estado en todo sentido poniendo en riesgo su población, territorio y soberanía.
Por otro lado, vemos la histórica alianza geoestratégica con la República Árabe de Siria que se remonta a la independencia de ésta en el año 1944 y se consolida con el acuerdo celebrado por el entonces presidente Hafez Al-Assad y la URSS para la instalación de la base naval de Tartus, único enclave Ruso en el Mediterráneo. Esto es de sobrada importancia debido a la necesidad rusa de tener un acceso seguro a este mar interior, ya que con su enorme extensión territorial tiene acceso tanto a los océanos Pacífico como Atlántico a través del Ártico.
El enclave de Kaliningrado le da un acceso directo al Báltico y las posiciones en el sur lo tienen como protagonista marítimo en los mares Negro y Caspio. No obstante ello, se le dificulta tener un acceso directo tanto al Mediterráneo como al Índico. A todo ello se le suma el problema de congelamiento de aguas que afecta a los barcos comerciales o militares rusos durante medio año. Históricamente para Rusia, el Mediterráneo se presenta como una conveniente alternativa al bloqueado Mar Negro. Los intentos por establecerse allí, datan incluso desde el Siglo XVIII, adquiriendo gran dinamismo en las décadas posteriores a la Conferencia de Yalta.
Dinero, Armas y Política
El elemento económico no es menos importante que los anteriores. La venta de armas Rusas al régimen de Al-Assad va en aumento desde el estallido de la guerra civil en el año 2011. Esto garantiza dos instrumentos indispensables para Rusia: primero, sostener el comercio millonario con uno de sus mayores compradores de armas; y segundo, mantener al gobierno sirio como un aliado seguro en la lucha contra el Daesh por la dependencia militar que éste tiene para con aquel.
A la cuestión armamentística debe sumársele lo que podría considerarse como la causa primaria de la guerra civil: proyectos encontrados de gasoductos tanto de Qatar como de Irán, apoyados el primero por Arabia Saudita y Estados Unidos, y el segundo por Irán y Rusia, llevando los enfrentamientos ideológicos, religiosos y geoestratégicos al caos que hoy reina en Siria.
Finalmente, el elemento político de crear una cortina de humo por la situación de Crimea a fin de apartar la atención internacional por la anexión de este territorio a Rusia. Esto ayudaría a Rusia a salir del aislamiento político a la que fue sometida, amparándose en su lucha contra el terrorismo, su asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU y el apoyo de los BRICS a fin de no quedar afuera de los lugares protagonistas en los escenarios multilaterales de toma de decisiones.
A modo de conclusión
Si bien el discurso oficial por parte del Gobierno Ruso versó principalmente en la lucha contra el terrorismo, algo que está claramente expresado en los Documentos Programáticos de Política Exterior, la realidad muestra otra cosa. La mayoría de los bombardeos o ataques en suelo sirio fueron contra las distintas facciones opositoras que son quienes más ponen en peligro la estabilidad del gobierno del Al-Assad.
Podemos concluir, entonces, que el objetivo ruso no es únicamente su cruzada contra el terrorismo islámico. Ese objetivo se enmarca en una serie de esfuerzos encaminados a apalancar su influencia en la región a fin de la salvaguarda de intereses económicos, ser un contrapeso militar y geoestratégico a los Estados Unidos en Medio Oriente, y mantener la seguridad nacional en la región del Cáucaso; convirtiendo a Siria en una herramienta ideal para tales fines.
La victoria buscada en Siria por parte de Vladimir Putin es mucho mayor a la militar. Desde la óptica de Liddel Hart, el interés ruso va más allá de personas o grupos terroristas; sino que se maneja en términos de seguridad, economía y geoestrategia que encarna de este modo en una especie de victoria global que lo posicione fuertemente en el escenario internacional.
Bibiliografía
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Autor
Fernando Ortiz Sosa: Cursando la Licenciatura en Ciencia Política (UNVM). Se desempeña en la Jefatura de Área de Despacho del Ministerio de Salud de la Provincia de Córdoba.
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