Hay muchos indicios de que la convivencia entre musulmanes y cristianos en el Siglo XXI se encuentra en una situación frágil, con muchos momentos de conflicto. Tomando en cuenta antecedentes de experiencias de diálogo interreligioso exitosas y la importancia de la figura del Papa Francisco, en este texto se pasa a explicar la necesidad de emprender un diálogo sin dejar de tomar en cuenta sus dificultades.
Introducción
Hay muchos indicios acerca de que la convivencia entre musulmanes y cristianos se encuentra en una situación más que frágil, con muchos momentos de conflicto irresoluble. Por ejemplo, cuando el Presidente norteamericano Donald Trump, a finales de enero, aprobó un decreto presidencial con el que intentó prohibir o limitar la entrada a los Estados Unidos a ciudadanos de países árabes.
En la campaña presidencial francesa, por ejemplo, la candidata del Frente Nacional Marine Le Pen declaró varias veces que la influencia islámica era “insoportable” y describió la situación como una “elección de civilización”. Si bien es el caso más sonado, no es un caso aislado en el viejo continente.Muchos líderes han hablado abierto abiertamente contra el Islam y los discursos se han recrudecido tras los fuertes flujos migratorios que empezaron a darse tras la caída de algunos regímenes árabes o la guerra en Siria, sumado a la psicosis colectiva que generan los fenómenos de terrorismo.
Breves antecedentes de diálogo interreligioso en el Siglo XX
Ya existen antecedentes claros dentro de la Iglesia Católica, donde distintos Papas han aunado esfuerzos para llevar adelante un diálogo interreligioso. Podríamos mencionar a Pablo VI con su primera encíclica, Ecclesiam Suam, y por supuesto el Concilio Vaticano II en general y la declaración Nostra Aetate en particular, donde se planteó:
“fundamentar la unidad y la caridad entre los hombres y, aún más, entre los pueblos y exhortando a los fieles cristianos a que, con prudencia y caridad, mediante el diálogo y colaboración con los adeptos de otras religiones, dando testimonio de fe y vida cristiana, reconozcan, guarden y promuevan aquellos bienes espirituales y morales, así como los valores socio-culturales que en ellos existen”. Encíclica Papal Nostra Aetate.
El episodio más importante de este diálogo, tras el Concilio Vaticano II fue el Diálogo en Asís realizado el 27 de Octubre en 1986 junto a la tumba de San Francisco y con representantes de todas las religiones, donde el entonces Papa Juan Pablo II declaró:
“Tal vez nunca en la historia de la humanidad como ahora se ha hecho a todos tan evidente la relación intrínseca entre una actitud auténticamente religiosa y el gran bien de la paz. […] La oración es ya acción, en sí misma, pero eso no nos exime de las acciones al servicio de la paz.” Santo Padre Juan Pablo II (1986).
Y continuó:
“Juntos hemos llenado nuestras miradas con visiones de paz: ellas desencadenan energías para un nuevo lenguaje de paz, para nuevos gestos de paz, gestos que romperán las cadenas fatales de las divisiones heredadas por la historia o engendradas por las ideologías modernas. La paz espera a sus artífices.” Santo Padre Juan Pablo II (1986)
La figura de Francisco.
El hoy Obispo de Roma es alguien a quien esto nunca le fue ajeno. Desde sus años cuando era conocido como Jorge Mario Bergoglio y ejercía el cargo titular del Episcopado argentino y de la arquidiócesis de Buenos Aires, había estado abocado fuertemente a diálogos con sectores amplios sobre todo del judaísmo pero también del islam.
En particular con el rabino Abraham Skorka, con quien mantiene una relación de amistad desde principios de la década del noventa y con quien además de participar en muchos encuentros publicó un libro en conjunto, “Sobre el Cielo y la Tierra”. Este último es una recopilación de conversaciones entre los dos líderes que “pretende ser un aporte para empezar a reconstruir la cultura dialogal en nuestro medio”.
También en el caso del islam el entonces Cardenal Bergoglio empezó a tender los puentes del diálogo, cuando asumió Francisco el presidente de la Federación de Entidades Argentino Árabes de Buenos Aires y el Conurbano. Galeb Moussa definió la relación que éste mantuvo con la comunidad musulmana como de “puertas abiertas”, recordando las visitas realizadas a la mezquita At-Tauhid y al Instituto Argentino Árabe Islámico ubicado en floresta, así como también al Centro Islámico también ubicado en la ciudad de Buenos Aires.
El viaje a Egipto
En esta imperiosa necesidad de emprender un diálogo religioso serio y sostenido en el tiempo entre actores de peso se inscribe el viaje del Papa Francisco a Egipto realizado en abril del presente año, algo que conociendo la historia del Sumo Pontífice, a nadie debería sorprenderle. En ese país, cuando se dirigió a las autoridades políticas declaró:
“Egipto está llamado a condenar y a derrotar todo tipo de violencia y de terrorismo; está llamado a sembrar la semilla de la paz en todos los corazones hambrientos de convivencia pacífica, de trabajo digno, de educación humana. ¡De las grandes naciones no se puede esperar poco!”. Santo Padre Francisco (2017).
Como bien plantea Javier Prades en un artículo publicado en la revista española Jotdown, no es casualidad que Francisco, alguien a quien los conceptos de centro y periferia no le son para nada ajenos y así plantea muchas veces su accionar dentro del espacio geopolítico, haya elegido acercarse a Egipto para empezar a tender puentes hacia el mundo islámico. Esta última considerada como una nación que podríamos denominar como “pobre”, o también a países como República Centroafricana, Albania o Bosnia, países en los cuales también hay un peligro muy concreto de que el fundamentalismo siga desarrollándose.
También, como bien dice el artículo mencionado anteriormente, es interesante añadir que Francisco encontró a un aliado en el Papa Tawadros II, máxima autoridad de los cristianos coptos-ortodoxos, muy presentes en amplios sectores de la vida egipcia, ambos llegaron incluso a publicar una declaración conjunta.
La cuestión de la violencia
Dice el filósofo esloveno Slavoj Zizek que:
“El predominio de la violencia de justificación religiosa (o étnica) puede explicarse por el hecho de que vivimos en una era que se considera a sí misma post-ideológica. Como ya no es posible movilizar grandes causas públicas en defensa de la violencia de masas, es decir, la guerra, como nuestra ideología hegemónica nos invita a disfrutar de la vida y realizarnos, a la mayoría le resulta difícil superar su repugnancia a torturar y matar a otro ser humano. Las personas, en general, se atienen de forma espontánea a unos principios morales y matar a otra persona les resulta profundamente traumático. Por eso, para lograr que lo hagan, es necesario hacer referencia a una Causa superior que haga que las pequeñas preocupaciones por el hecho de matar parezcan una nimiedad. La religión y la pertenencia étnica desempeñan ese papel a la perfección. Por supuesto, hay casos de ateos patológicos que son capaces de cometer asesinatos de masas por placer, simplemente porque sí, pero son excepciones. La mayoría necesita que anestesien su sensibilidad elemental ante el sufrimiento de otros. Y para eso hace falta una causa sagrada.” S. Zizek. El Complejo Poético-Militar. (2008).
Esto que dice Zizek es, según lo veo, interesante para traer a colación una contraposición fundamental. Por un lado un occidente mucho más laico y con cada vez menos influencia de la religión organizada en el sentido tradicional y por el otro, un “mundo árabe” cada vez más inmerso en la búsqueda de una causa sagrada la cual no admite contradicciones o posturas tibias.
Mientras que en occidente se busca a Dios en los estímulos inmediatos, estos, una vez finalizada la sensación breve de saciedad, dejan al hombre una sensación de vacío aún mayor de lo que estaba en el comienzo. Esto es algo que no sucede con los millones de convenidos dispuestos a dar absolutamente todo por una causa que consideran sagrada y fin último de la existencia, por lo cual, si bien no me gusta hablar de “choque de civilizaciones” entendido como el concepto desarrollado por Samuel Huntington en su famosa obra, en caso de que este se produzca realmente, el resultado estaría decidido desde el vamos.
Dificultades difíciles de resolver
El diálogo entre las distintas religiones, según la opinión de quien escribe, por momentos se vuelve sumamente complejo hoy ya que juegan los intereses de los hombres y muchas veces esos intereses son sumamente contradictorios y a veces hasta antagónicos. Me parece interesante traer a colación el concepto de hierofania, acuñado por el filósofo e historiador de las religiones rumano Mircea Eliade en su obra Tratado de Historia de las Religiones.
El término hierofania viene del griego hieros, que significa sagrado, y faneia, que significa manifestar, es decir, vendría a ser una toma de conciencia por parte del hombre de la existencia de lo sagrado, más precisamente cuando esto se manifiesta a través de objetos que se contraponen al mundo profano. Tomemos el ejemplo de Jerusalén, según los historiadores del cristianismo es la ciudad donde Jesucristo vivió sus últimos días y donde transcurrió su camino hacia la crucifixión, es la ciudad donde se encuentra la Iglesia del Santo Sepulcro construida sobre la que se considera tumba de Cristo.
De la misma manera, para los musulmanes allí se encuentra la mezquita llamada Cúpula de la Roca, lugar donde el profeta Mahoma ascendió al paraíso. También es una ciudad sagrada para los judíos ya que en ese lugar surgió su primer reino y está ubicado el Muro de las Lamentaciones, los restos del templo levantado por Herodes el Grande, Rey de Judea, detrás del Muro de las Lamentaciones se encuentra la mezquita Al Aqsa, sagrada para los musulmanes, entonces, ¿quién puede ponerse de acuerdo sobre la ciudad de Jerusalén?.
Algunas reflexiones finales
Como ya hemos dicho anteriormente, el Papa Francisco se expresó en numerosas ocasiones acerca de la importancia de llevar adelante un diálogo interreligioso para solucionar muchos problemas que hoy aquejan a la humanidad en este Siglo que lleva pocos años pero muchas convulsiones históricas, sociales y políticas. Francisco, en su encíclica Evangeli Gaudium habla de la necesidad imperiosa del diálogo como contribución a la paz, dividiéndolo en el diálogo entre la fe, la razón y las ciencias, el diálogo ecuménico, las relaciones con el Judaísmo, el diálogo interreligioso y el diálogo social en un contexto de libertad religiosa.
Emprender este diálogo, de manera seria, abierta, tolerante y con todos los actores de peso involucrados en la mesa será fundamental. El papel mismo que Francisco viene desarrollando desde su asunción como el Pontífice número 266 de la Iglesia Católica, es de una importancia fundamental.
No solo en cuestiones religiosas sino también en algunos de los interrogantes morales más importantes del Siglo XXI, como por ejemplo a cuántos migrantes procedentes de las economías más pobres deben asimilar los países más ricos, cómo contener a los extremistas radicalizados de distintos signos políticos; qué hacer frente a los desafíos enormes que plantea la globalización y con la enorme cantidad de personas que se quedan afuera de los sistemas imperantes. Estas, entre otras problemáticas aún muy lejos de resolverse, deberán ser afrontadas tarde o temprano por los líderes y por las sociedades afectadas.
Bibliografía:
- Encíclica Nostra Aetate
- Encíclica Ecclesiam Suam
- Discurso del Santo Padre Francisco, El Cairo, Abril 2017
- Zizek, Slavoj, El complejo Poético-Militar, Filosfía Contemporánea: Disponible en: https://filosofiacontemporanea.wordpress.com/2008/10/21/violencia-y-religion-segun-zizek/
Autor:
Gonzalo Fiore Viani: abogado, actualmente maestrando en relaciones internacionales en el Centro de Estudios Avanzados de la UNC y cursando la Edición II del Programa Lazos Comex para consultores en comercio internacional en la Facultad de Ciencias Económicas de la misma universidad. Actualmente se desempeña como coordinador de Grupos Asociativos de empresas y escribe para distintos medios académicos
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