La nueva era Trump: 3 años después de la toma del capitolio

Por Villaluenga Maria Paula

El 6 de enero de 2021 quedará grabado como uno de los días más oscuros de la historia política reciente de Estados Unidos. La irrupción violenta de una turba en el Capitolio estadounidense, alimentada por las acusaciones infundadas de fraude electoral promovidas por el recién derrotado y entonces presidente saliente Donald Trump, marcó un antes y un después en la percepción global sobre la fortaleza de las democracias contemporáneas. Este hecho, que puso a prueba las instituciones de una de las mayores potencias a nivel global, resuena con renovada intensidad en un nuevo aniversario del evento, junto cuando Trump regresa a la Casa Blanca.

El asalto al Capitolio no fue un simple incidente: fue el síntoma visible de una enfermedad sistémica que no afecta solo a Estados Unidos, sino a democracias en todo el mundo. El significado del 6 de enero ha evolucionado, convirtiéndose en un símbolo de la fragilidad democrática en la era de los populismos.

 

LA POLARIZACIÓN COMO CATALIZADOR DEL CONFLICTO

Para entender el asalto al Capitolio, resulta útil recurrir a la teoría de la polarización política, planteada por autores como Giovanni Satori (2000), quien definía la polarización como el fenómeno que rompe los consensos básicos en una sociedad democrática.

El 6 de enero fue el clímax de un proceso de radicalizaión impulsado desde los márgenes políticos y amplificado por un liderazgo que fomentó la confrontación en lugar del diálogo. La narrativa del “fraude electoral” caló profundamente en millones de estadounidenses, generando una crisis de confianza en el sistema que continúa vigente. Este deterioro del debate público no es exclusivo de Estados Unidos; es un fenómeno global que amenaza a los sistemas democráticos desde dentro.

 

EL REGRESO DE TRUMP Y LA SOMBRA DEL 6 DE ENERO

El regreso de Donald Trump a la presidencia el próximo 20 de enero de 2025 no sólo refuerza la centralidad de su figura en la política estadounidense, sino que también evidencia el éxito de su estrategia de confrontación permanente. Para Trump y sus seguidores, el 6 de enero ha sido resignificado como un acto de “resistencia patriótica” frente a un sistema que consideran corrupto. Este revisionismo histórico no solo desdibuja los límites de lo aceptable en democracia, sino que abre la puerta a nuevos episodios de inestabilidad política.

Desde la perspectiva de Chantal Mouffe (2007), la teoría del “investimiento libidinal” ofrece una clave para entender cómo el trumpismo logró consolidarse como un movimiento emocional y político. Según Mouffe, las emociones colectivas, como el miedo o el resentimiento, son fundamentales en la política contemporánea. Trump supo canalizar estas emociones en un vínculo afectivo intenso entre él y sus seguidores, quienes lo percibieron como la encarnación de la lucha por la “grandeza perdida” de Estados Unidos. La narrativa del fraude electoral y la supuesta “defensa patriótica” del Capitolio fueron expresiones extremas de ese vínculo, donde las emociones superaron a los argumentos racionales.

trump

EL DEBILITAMIENTO DEL CONSENSO DEMOCRÁTICO

La toma del Capitolio dejó al descubierto que incluso las democracias más consolidadas pueden ser vulnerables a la erosión interna. Si bien las instituciones estadounidenses resistieron en 2021, los años posteriores evidenciaron un deterioro del debate público y una desconfianza creciente hacia el sistema electoral. Este proceso, lejos de ser exclusivo de Estados Unidos, se inscribe en una tendencia global donde las democracias enfrentan desafíos tanto externos como internos. En este contexto, el aniversario del 6 de enero trasciende su significado local para convertirse en una advertencia global: la democracia no es una garantía, sino una construcción que requiere vigilancia y compromiso constante.

 

AMÉRICA LATINA Y EL ESPEJO ESTADOUNIDENSE

Para América latina, una región históricamente influenciada por la política estadounidense, el impacto de estos eventos es profundo. Los ecos de la toma del Capitolio resuenan en un continente donde las crisis institucionales y los intentos de deslegitimar procesos electorales y no son infrecuentes. El retorno de Trump, con su retórica proteccionista y su desdén hacia los organismos multilaterales, podría agravar la inestabilidad en la región y redefinir las relaciones entre Washington y sus vecinos.

 

UN MOMENTO DECISIVO PARA LA DEMOCRACIA

A tres años de aquél fatídico día, el 6 de enero no debe ser visto como un capítulo cerrado, sino como una advertencia sobre la fragilidad de los sistemas democráticos. En un mundo donde el autoritarismo parece ganar terreno, la lección de la toma del Capitolio es clara: la democracia puede sobrevivir a sus crisis, pero sólo si se enfrenta con firmeza a sus enemigos.

Desde esta perspectiva, el retorno de Trump al poder no sólo es un desafío político, sino también un test para las instituciones democráticas estadounidenses. La pregunta central sigue siendo la misma: ¿podrá Estados Unidos reconciliarse consigo mismo o seguirá siendo un campo de batalla ideológico?

 

Textos consultados:

Mouffe, Chantal. (2007). En torno a lo político. 1a Ed. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

Sartori, Giovanni. (2000). Partidos y sistemas de partidos: marco para un análisis (2a. Ed. Aum.). Alianza.

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