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La Nueva Ruta de la Seda

Desde 2013, China se ha embarcado en el proyecto de infraestructura más grande de la historia, conocido como “One Belt, One Road” (OBOR, por sus siglas en inglés), tiene como objetivo reconstruir la antigua Ruta de la Seda utilizada durante la Antigüedad y parte de la Edad Media por los comerciantes para transportar mercaderías desde China hacia Europa y viceversa. El plan actual, que fue promovido por Xi Jinping (presidente chino en el cargo) desde comienzos de su mandato, es mucho más ambicioso y pretende establecer, además de la ruta terrestre, una marítima que integre a los puertos del océano Índico, el mar Rojo y el mar Mediterráneo. En los últimos años, se decidió incluir también a varios países de América Latina, proyectando una ruta transoceánica que conecte a estos Estados con los puertos chinos, lo que podría llegar a tener un impacto significativo en la región. La finalidad del plan es extender el área de influencia del gigante asiático y posicionarlo como la potencia hegemónica mundial.

 

Una ruta, una franja

La iniciativa fue dada a conocer por primera vez por Xi Jinping en 2013 durante un discurso pronunciado en Kazajistán. Si bien la idea inicial era refundar la antigua Ruta de la Seda, con los años se fue ampliando, y actualmente el corredor pretende abarcar el 55% del PBI mundial, el 70% de la población mundial y el 75% de las reservas de energía del planeta. El plazo de finalización está fijado para 2049, fecha que coincide con el centenario de la Revolución Comunista China.

El gobierno sostiene que con la implementación del plan mejorará la integración entre las distintas regiones incluidas, agilizando el comercio y promoviendo la paz y el crecimiento económico. Los países involucrados obtienen infraestructuras que resultan útiles para fomentar su desarrollo, con la financiación incluida, suponiendo en muchos casos la participación de empresas locales que trabajan en colaboración con las provenientes de China. La construcción de nuevos puertos, rutas y ferrocarriles implica una mejora notable en las comunicaciones y en los tiempos de transporte, y por otro lado contribuye al intercambio cultural, científico y tecnológico. El país oriental, por su parte, logra tener llegada a nuevos mercados y encontrar una salida a su problema de sobreproducción en rubros como el acero y el cemento.

Además, y muy importante, China consigue extender su área de influencia a regiones clave como Asia Central, África y América Latina, frente a un Estados Unidos que durante la administración Trump ha decidido replegarse sobre sí mismo, apostando al bilateralismo y al proteccionismo. Y es que frente a un gobierno estadounidense que en los últimos años no ha hecho otra cosa que exigirles lealtad y favores a sus aliados sin ofrecer nada a cambio, los Estados latinoamericanos ven con buenos ojos la aparición de China en el escenario, proponiendo acuerdos de inversión y construcción de obras. De esta manera, ganando control sobre determinadas regiones, China logra incrementar su poder de manera considerable en un corto período de tiempo, sacando provecho de la coyuntura internacional.

 

Las rutas

El proyecto plantea la creación de tres rutas: la ruta terrestre, la ruta marítima y la ruta transoceánica. La terrestre consiste en una red de autopistas y ferrocarriles que se extienden por toda Asia, conectando a China con el Sudeste Asiático, Asia Central, India, Medio Oriente y Europa. Hay que destacar el Nuevo Puente Terrestre Euroasiático, que con 13.503 km de longitud es la conexión más larga del mundo, y une Yiwu (ciudad china cercana a la costa) con Madrid. El trayecto dura 21 días y permite que los productos elaborados en las ciudades costeras de China lleguen a las grandes urbes de Europa, como Hamburgo, Berlín y Rotterdam. El corredor cuenta también con una extensión hacia Londres.

También se planea la construcción de trenes de alta velocidad en la zona del Sudeste Asiático, lo que beneficiaría al gigante asiático en diversos aspectos. Por un lado, se logra conectar la sureña ciudad de Kunming con Singapur a través de una red de vías que abarca a toda la región, dándole salida a las mercaderías fabricadas en el sur del país. Por otro lado, hay que tener en cuenta que estos Estados forman parte del ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático), entre las que existe libre circulación de bienes, capitales y mano de obra, lo que le da acceso a China a un mercado en expansión de 600 millones de consumidores, de los cuales un alto porcentaje son jóvenes.

 

 

En segundo lugar, la ruta marítima implica la instalación de nuevos puertos comerciales en el Océano Pacífico y el Índico. Entre los más relevantes se puede mencionar a Gwadar, en Pakistán, que proporciona salida al Índico a las mercaderías provenientes del corredor China-Pakistán. Este puerto es de gran importancia estratégica porque sirve para disminuir en gran medida el tráfico comercial realizado por el estrecho de Malaca, sobre el que China no tiene ningún control, y que en caso de un eventual bloqueo por parte de Estados Unidos podría convertirse en un gran problema para su comercio exterior. Además, suministra a las mercaderías de los territorios occidentales del país una salida más directa al mar.

El puerto de Yibuti en África Oriental también es una pieza central en el plan de la ruta marítima, puesto que es una posición valiosa en el Mar Rojo y puede servir en el futuro para introducirse en dicho continente. Pero sin duda uno de los movimientos más llamativos fue el de la compra del 67% de las acciones del puerto ateniense de El Pireo por parte de Cosco, una compañía naviera china que actualmente es una de las más grandes del mundo. Este puerto permite conectar la ruta marítima vía ferrocarril con importantes ciudades de Europa Central, como Bucarest y Viena.

La tercera ruta es la transoceánica, que uniría a las ciudades costeras chinas con Ilo, en Perú y Coquimbo, en Chile. Xi Jinping ya ha realizado varios acuerdos con gobiernos de la región para iniciar la construcción de dos corredores: el Ferroviario Bioceánico, que recorre Bolivia y Brasil hasta la ciudad de Santos, y el Bioceánico Central, que atraviesa Chile, Argentina y Brasil, hasta llegar al puerto de Porto Alegre. La finalidad es clara: acceder a nuevos mercados en América del Sur para prestar sus servicios de construcción y financiación y crear una vía más rápida y directa al Océano Atlántico.

 

 

Los detractores

Obviamente, Estados Unidos no tiene una visión favorable sobre todo este proyecto. Para la potencia occidental el éxito del proyecto chino significa la pérdida de influencia en distintas áreas del mundo. Otras potencias regionales como Rusia, India y Japón también ven con recelo el plan por el mismo motivo, ya que pierden poder frente al país asiático. Tampoco está a favor el FMI, que junto con Estados Unidos ha lanzado advertencias a América Latina sobre el riesgo de endeudamiento que trae aparejada la iniciativa y las altas tasas de interés ofrecidas. También han denunciado que el verdadero objetivo de China es obtener una ventaja geopolítica.

Wang Yi, ministro de Asuntos Exteriores, ha respondido al respecto que “[La Nueva Ruta de la Seda] no tiene nada que ver con la competición geopolítica. [El proyecto] corresponde al principio de conseguir el crecimiento común mediante el diálogo y la cooperación. Es un proyecto absolutamente infalible”.

 

Conclusiones

Muchos analistas internacionales sostienen, y con razón, que Xi Jinping es el presidente más poderoso de la historia de China. La revista Forbes lo ha considerado en 2018 como la persona más poderosa del mundo. Y es que el crecimiento económico del país desde el año 2000 ha sido increíble, y las decisiones tomadas por el gobierno en materia de política y comercio exterior por lo general han sido acertadas. Con el liderazgo actual de Xi Jinping y el proyecto “One Belt, One Road”, China busca encumbrarse como la potencia hegemónica en el siglo XXI apostando a la conectividad terrestre y marítima y a la cooperación internacional.

En Occidente, nuestro estudio de la historia centrado en nuestra propia civilización muchas veces nos hace perder de vista el hecho de que durante grandes períodos la economía más grande del mundo fue la de China, perdiendo su protagonismo sólo después de la Guerra del Opio (1839-1842) contra Reino Unido. Durante más de cien años, el país permaneció fragmentado por guerras internas y al margen de la Revolución Industrial. Sólo a partir de 1978, con el ascenso al poder de Deng Xiaoping, comenzaron a implementarse reformas de corte capitalista en el ámbito económico que posibilitaron la industrialización y el rápido desarrollo de la nación, volviendo de esta forma después de algunas décadas de aplicación de las nuevas políticas, al primer plano de la escena internacional. Es decir, a lo largo de la historia el predominio chino ha sido la regla, no la excepción.

El plan por el momento demuestra ser muy efectivo, en la medida de que implica beneficios tanto para China como para los países involucrados, lo que se ve reflejado en un incremento considerable de sus áreas de influencia.

La estrategia adoptada por Pekín de imponer un “poder blando” a nivel global, sustentado en el comercio y el intercambio cultural y tecnológico, en definitiva, puede llegar a ser muy eficiente para lograr una transición pacífica y sin enfrentamientos armados entre Estados Unidos y China en su competencia por la hegemonía mundial.

 

Bibliografía

  • G. HIGUERAS, “La Ruta de la Seda del siglo XXI”, Estudios de Política Exterior, 2015. Disponible en: https://www.politicaexterior.com/articulos/politica-exterior/la-ruta-de-la-seda-del-siglo-xxi/
  • A. FERRARI HAINES y A. MOREIRA CUNHA, “Cómo es el sueño chino”, Página 12, 2018. Disponible en: https://www.pagina12.com.ar/159594-como-es-el-sueno-chino
  • L. DE LA QUINTANA, “China abre una nueva Ruta de la Seda en la que invertirá 8 billones de dólares”, eleconomista.es, 2018. Disponible en: https://www.eleconomista.es/mercados-cotizaciones/noticias/9135375/05/18/China-abre-una-nueva-Ruta-de-la-Seda-en-la-que-invertira-8-billones-de-dolares.html
  • A. PARRA PÉREZ, “OBOR: Las 5 claves de la mayor iniciativa de infraestructuras mundial liderada por China”, Instituto Español de Estudios Estratégicos, 2017, pp. 1-10.
  • “América Latina, la nueva escala en la Ruta de la Seda del siglo XXI”, por redacción de Infobae, 2018. Disponible en: https://www.infobae.com/def/desarrollo/2018/06/16/america-latina-la-nueva-escala-en-la-ruta-de-la-seda-del-siglo-xxi/
  • “Nueva Ruta de la Seda de China, próxima parada: América Latina”, por redacción de Sputnik News, 2018. Disponible en: https://mundo.sputniknews.com/america-latina/201802221076501213-china-proyecto-cooperacion-latinoamerica/
  • M. A. SÁNCHEZ VALLEJO, “El Pireo, el puerto deseado”, El País, 2016. Disponible en: https://elpais.com/economia/2016/08/19/actualidad/1471607874_360316.html

 

Autor

Ezequiel Carrizo: Abogado de la Universidad Nacional de Córdoba. Interés en análisis de asuntos internacionales y Derecho Internacional Público.

 

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