Por Hector Lovaiza
El término “globalismo” es de recurrente cita en los últimos años por parte de líderes políticos de todo el espectro político internacional con fuertes sesgos ideológicos, negativos y excluyentes a raíz de la que amenaza a la identidad nacional. Javier Milei presenta una narrativa antiglobalista siendo su praxis contraria, erigiéndose en un indiscutible globalista. Este articulo recorre brevemente este término desde lo teórico, histórico y analiza la política exterior argentina de la administración actual desde este paradigma.
En su discurso de la 73ª Asamblea General de Naciones Unidas, en el año 2019, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, rechazó categóricamente lo que llama “ideología del globalismo” porque se opone tajantemente a su visión de” Estados Unidos primero”. Un fragmento del discurso que ratifica esta mirada es: “EE. UU. siempre va a escoger la independencia y la cooperación por encima de gobiernos globales, control y dominación” (BBC).
En el Foro Económico Mundial de Davos, el presidente argentino cargo enérgicamente contra la agenda globalista, siendo el feminismo, ambientalismo y la justicia social, los puntos principales de su crítica ante la mirada de líderes mundiales y representantes de las multinacionales más grandes del mundo. Durante la campaña, Milei afirmó que si llegaba al gobierno no adheriría a los objetivos de la ONU para el desarrollo sostenible. Estos objetivos se los conoce como la agenda 2030. El candidato en ese entonces sostenía que esta era una formulación e imposición del “marxismo cultural”.
Este término “globalismo” no es de reciente formulación, pero sí de instalación masiva en los debates políticos, claustros académicos, medios de comunicación y la sociedad en su conjunto provocado fundamentalmente por la masificación de los medios informáticos a raíz de la globalización. Ante este escenario emerge un interrogante que nos guiara a la pregunta central: ¿qué es el globalismo?
Encontrar una definición de globalismo
Este término es difuso y de múltiples aristas en cuanto a su significado e interpretación pero que contiene un conjunto de variables y actores que coadyuvan a una mejor dosificación y comprensión. Primeramente, está atravesado por la división schmitiana de “amigo/enemigo” dando forma a una visión peyorativa en el uso del término al calificar al otro/otros. El principal actor es el Estado soberano, en el que fagocita a los demás ejes, erigiéndose como segunda variable. El tercer elemento es lo insociable de la “globalización en su esencia”. Y por último la mirada extremista en lo ideológico y conspirativa detentada por la diversidad de la ciudadanía.
Joseph Nye, (politólogo y profesor estadounidense) sostiene que el globalismo se refiere a cualquier descripción y explicación de un mundo que se caracteriza por redes de conexiones que abarcan distancias multicontinentales, además de así agregar una descripción al sostener que su objetivo es acabar con los históricos Estados-nación europeos. José Manuel Cuevas la define como. “la interconexión e interdependencia económica, política y cultural entre los países del mundo” ( EOM). Es interesante marcar una diferencia expuesta por Nye entre globalismo y globalización, caracterizando esta última como el aumento o disminución del grado de globalismo. Este aporte es inédito porque rompe el consenso entre los intelectuales en cuanto a la interrelación de ambas definiciones o teorías.
En este afán por interpretar hay que observar y percibir el contexto histórico en el que nace el globalismo. El mismo es el escenario inmediatamente posterior a la segunda guerra mundial donde la respuesta para la erradicación de los efectos de la guerra y el conflicto armado como solución de controversias, así como un nuevo orden mundial es mediante la creación de las Naciones Unidas y todo el sistema multilateral que deviene en posteriores años.
Antes este cumulo de elementos, doy mi propia definición de globalismo como: La mirada subjetiva de inclusión o exclusión de la interconexión e independencia en todos los ámbitos entre los actores de las relaciones internacionales.
Milei y el globalismo
Este último, y en interconexión con el desarrollo teórico, comienza con una enérgica afirmación: la política exterior del presidente Milei es sustancialmente globalista porque se orienta al tendido y fortalecimiento de lazos con actores del poder global en un imaginario y anhelado orden internacional pos estatal. Esta visión se integra en el marco teórico/histórico abordado, pero con elementos innovadores que entran en tensión con el paradigma liberal y con los líderes políticos mundiales que conforman el conjunto anti-globalismo. Los resortes que sostienen esta particular mirada del globalismo son variados e interrelacionados.
Indubitablemente el aspecto central es el rol del Estado/nación en ambos ámbitos de su realidad, local e internacional. El contexto es multipolar en relación con la variedad de actores internacionales marcando una diferencia con el sistema emergido de la paz de Westfalia, en donde varios de sus elementos sobreviven estructuralmente, pero en un plano flexible, y en algunos casos de superación en capacidad de influencia, y de convivencia con nuevos elementos. Esta diversificación diluye a su vez la presencia del Estado/nación, lo que se adecua a la narrativa ideológica del mandatario argentino. En este pilar emerge la dicotomía con características peyorativas propios de los movimientos de ultraderecha, pero con una singularidad, Javier Milei aboga por los centros de poder que menoscaben la estructura estatal dando forma a un sistema internacional interconectado de megas corporaciones y súper individuos con extremas consecuencias en la exclusión de la mayoría de la población en abierta contradicción con el multilateralismo, eje central del liberalismo. Otra impugnación a su narrativa es con líderes que abogan por una agenda anti globalista pero cuyo centro es la férrea defensa del Estado/nación marcando la tensión patriotismo vs globalismo.
La política exterior mileista busca crear un nuevo orden internacional y hacer desaparecer a todo lo que provenga de la estructura estatal calificándolo de izquierda o marxismo, mediante conexiones con grupos económicos, financieros y religiosos de escala mundial. Curiosamente El anti-globalismo no es propiedad de un sector, es una construcción subjetiva e ideológica que pretende la instalación de un régimen o sistema internacional excluyente.