Por Camila Rocio Torres
La guerra civil de Birmania, también conocida como la “revolución primavera”, se ha convertido en los últimos cuatro años en uno de los principales focos de tensión y desestabilización en la región del sudeste asiático continental. Con más de 76 años de inestabilidad y guerra, Birmania es junto a las Coreas, la guerra civil más prolongada de nuestra contemporaneidad. Pero, ¿Cuáles han sido los factores para que este conflicto se prolongue tanto en el tiempo? ¿Es este producto de la guerra fría o tiene raíces más profundas?
Las raíces históricas de la guerra civil
En el pasado, el territorio birmano formaba parte de la corona británica, siendo parte de la India británica hasta 1937. Sin embargo, durante la Segunda Guerra Mundial, Birmania cayó bajo la ocupación violenta del Imperio japonés, quedando devastada tras la guerra del Pacífico. Su historia como república independiente comenzó en 1948, cuando el Imperio británico le otorgó la independencia. Ese mismo año, estalló la guerra civil, cuyas causas se deben a las características sociales del país: una nación multiétnica y metalingüística, que además estaba sujeta a un contexto de intensa violencia durante la descolonización del sudeste asiático. Estos factores serían clave en el desarrollo político y militar de Birmania a lo largo del siglo XX.
El primer golpe de estado se daría en 1958 cuando U Nu, líder independentista, fue derrocado por las fuerzas armadas birmanas comandadas por Ne Win. A mediados de 1960, tras un gobierno militar provisional, se organizarían elecciones democráticas. Para sorpresa del ejecutivo comandado por Ne Win, U Nu ganaría las elecciones con un 60% de los votos dando inicio a un segundo periodo que tendría como característica la violencia y la persecución étnica, principalmente a la minoría musulmana de los rohingyas, grupo que hasta el día de hoy es severamente perseguido. En 1962 se le daría fin a la temprana democracia y se instaura un régimen militar nuevamente comandado por Ne Win que duraría 26 años. En 1988 tras una seguidilla de protestas populares a raíz de medidas económicas mal tomadas, se obligaría a dimitir al líder militar y se conformaría el Consejo de Restablecimiento de la Ley y el Orden del Estado. Durante este nuevo periodo de transición democrática asumiría el mando la líder Aung San Suu Kyi, en su momento presidente de la Liga Nacional para la Democracia.
Lamentablemente para Birmania la democracia se convertiría en un preciado destino ideal arrebatado una y otra vez por las juntas militares, fue así como en 1990, 2015 y 2021 el partido de la LND de Aung San Suu Kyi ganaría en todas las elecciones y serían suspendidas una y otra vez. Fue esta última, la del 2021,las elecciones que darían inicio a un cruento conflicto multiétnico contra los líderes militares, en una suerte de guerra de guerrillas similar al conflicto de Vietnam de los años 70.
La revolución primavera y el contexto actual
Característico de las guerras actuales, los frentes son variados, los actores diversos y las armas van desde drones hasta softwares maliciosos; estos factores nos permiten definir este conflicto como una guerra de cuarta generación, donde los métodos no convencionales y las estrategias asimétricas reinan en el tablero de juego.
Definir los actores principales es tarea difícil, la información escasea y pocos periodistas se animan a adentrarse a los peligrosos bosques dominados por guerrillas. Destacando algunos de los protagonistas, debemos nombrar a las Fuerzas de Defensa del Pueblo (PDF) el cual se encuentra bajo el mando del Gobierno de Unidad Nacional y el Gobierno en el Exilio (NUG), formados por los legisladores y funcionarios elegidos democráticamente y destituidos en el golpe de 2021, estos luchan a su vez contra el ejecutivo central controlado por el ejército de Myanmar, dirigido actualmente por Min Aung Hlaing general en jefe.
Cabe resaltar que la violencia de los combates aumenta con el pasar de los días, acrecentando los niveles de crueldad contra la población civil, lo que según la ONU, ha obligado a miles de jóvenes a unirse a las guerrillas o realizar el servicio militar obligatorio.
A lo que respecta a los grupos étnicos, el estado de derecho para ellos se ha visto reducido a pequeñas organizaciones armadas, hecho que afecta de gran manera las fronteras que cada día se convierten en zonas grises de difícil control estatal. Se cree que casi 20 millones de personas en Birmania necesitan ayuda humanitaria, y hasta 3,5 millones se encuentran desplazadas internamente. Además, se ha exacerbado la preocupación por el incremento de la delincuencia transfronteriza, como el tráfico de drogas y personas, así como las operaciones de estafa en línea, las cuales afectan a los países vecinos y representan un riesgo de mayor inestabilidad en la región.
La reacción internacional a la guerra civil
A raíz de lo anteriormente descrito, la fiscalía de la Corte Penal Internacional (CPI) ha emitido orden de arresto a miembros de la junta militar gobernante, en especial la detención inmediata de Min Aung Hlaing, responsable de la deportación masiva de personas de la etnia rohingya, además se lo considera principal rector de las ordenes de persecución, desaparición y tortura de la población civil y políticos del bando contrario. Por otro lado, la CPI ha emitido la orden a los países miembros del estatuto de Roma, de no dar asilo o ayuda de cualquier índole a los perpetradores de estos crímenes.
Finalmente, y no por ello menos relevante, el próximo periodo de sesiones del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, que se celebrará del 24 de febrero al 4 de abril de 2025, abordará en su agenda la situación de la guerra civil en Myanmar y las medidas que tomará la comunidad internacional al respecto. Lamentablemente, la paz no parece estar al alcance en el horizonte de las tierras birmanas, por lo que es fundamental mantenernos atentos a los desarrollos que surjan durante este periodo.
