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¿Quién te quiere, Lula?

Siendo bien fieles a nuestra idiosincrasia, que nos marca como pueblo latinoamericano, es que no podemos escaparnos de las complejas pujas de poder que aún persisten irresueltas y se manifiestan a lo largo y ancho de nuestro subcontinente. Pujas que por momento son frías, pero que por momentos se vuelven tan calientes que llevan al límite la democracia, aún endeble, que hemos logrado construir.

Lo que viene sucediendo en nuestro país hermano, Brasil, es un claro ejemplo del cambio de ciclo político y económico, donde un sector de la poderosa élite económica brasilera se cansó de ver pasar las transformaciones políticas, económicas y sobre todo sociales, sin tener ningún tipo de influencia sobre las mismas. Sector que nunca quiso ni a Lula, ni lo que representaba, ni a quienes representaba.

Es así que comenzó a tornarse cada vez mas caliente la discusión. Primero, buscaron por el medio democrático más convencional, las elecciones, arrebatarle el gobierno al Partido de los Trabajadores. Como no pudieron, emprendieron un camino de búsqueda de recovecos jurídicos y letra chica de la ley para dar, el que va a ser su primer gran golpe: destituir a la entonces presidente de Brasil, Dilma Rousseff. Destitución que fue llevada adelante por el Senado del país el 31 de Agosto del año 2016.

A año y medio de haber asumido la presidencia Michel Temer, principal promotor de la destitución y vicepresidente de Dilma (de manual) y sus nuevos socios, aquellos a los que les dedico algunos no tan honrosos adjetivos en la campaña presidencial cuando era parte de la fórmula del PT, no lograron ni reactivar la economía ni consiguieron la estabilidad social del país. Esto hizo que el partido de los trabajadores quisiera volver al juego político buscando reconquistar el gobierno y llevando a la contienda a su líder indiscutido Lula da Silva a las próximas presidenciales del corriente año.

 

La amplia chance de Lula de volver a la presidencia

A no muchos analistas políticos sorprendió el resultado de las encuestas que median al presidenciable Lula, encuestas que lo colocan como primer favorito presidenciable con 35/40 puntos de intención de voto, sacándole casi 20 puntos al más cercano competidor que, aunque sea difícil de comprender, no es Temer sino un representante de la ultraderecha, el diputado Jair Bolsonaro.

A los que tampoco sorprendió fue a los mismos que decidieron, hace un par de meses, arremeter contra la entonces presidente. No los sorprendió, pero si los motivo a dar el segundo gran golpe, esta vez uno pura y exclusivamente judicial, acelerando una causa de corrupción contra el ex presidente y el potencial nuevo presidenciable.

Dentro de la marejada de causas sobre corrupción de todos los tamaños que persigue a casi toda la dirigencia política brasileña, la causa por la que Lula ha sido condenado en dos instancias, al menos da margen para sorprendernos por la desproporción, sobre todo si lo analizamos con ojos argentinos. Pero sí, señores y señoras, es un delito de corrupción y debe ser penado, en Argentina, en Brasil y en todos los países que lo contemple. Y dicha pena debe ser impartida por la justicia y cumplida por el que infringió la ley sin importar quien sea.

El gran problema que subyace a toda esta cuestión es que claramente la vara de la justicia brasileña no esta midiendo a todos por igual, ya sea por su propia moral o por presiones externas o internas. Ya que como antes mencionaba, casi toda la dirigencia política y grandes empresarios cargan no solo con una, sino con varias denuncias de corrupción, lavado, estafa, de un calibre bastante mayor por el que ha sido condenado Lula. Lo que me hace suponer, si me pongo creativo y mal pensado, que la intención a las claras es otra. Y si no me pusiera creativo, como mínimo te diría, Don Lula, la justicia de tu país no te quiere.

El cariño de un pueblo

La evidente maniobra política-económica-judicial-mediática es la que hace causar indignación en gran parte de la comunidad internacional, la cual mira expectante, pero sin involucrarse demasiado, al parecer esperando que por arte de magia el país se estabilice solo y vuelva a crecer a tasas chinas, como no hace mucho tiempo lo hacia. Y ya que venimos hablando de sorprendidos, esto me sorprendió bastante, ya que Lula no solo es muy querido y respetado en la región, sino también en gran parte del planeta. Sin ir más lejos, solo basta con recordar que estuvo muy cerca de ser secretario general de las Naciones Unidas, y que hoy es candidato al premio nobel de la paz, para entenderlo.

No me queda muy en claro si la comunidad internacional te quiere o no, tal vez si lo haga, pero este bastante limitada en su accionar. Es por eso que lo voy a dejar a criterio de mi amigo lector.

De quien sí estoy seguro que ocupa el primer puesto de la lista de los que te quiere, y que desea ver a un Lula libre, verlo como candidato y verlo como su próximo presidente, es el pueblo de Brasil, o al menos una parte importante. El amplio sector del pueblo que se vio beneficiado por las políticas macroeconómicas y sociales que el representante del partido de los trabajadores llevo adelante. Políticas que tuvieron como resultado el avance hacia una mayor dignidad de millones de brasileros, una movilidad social ascendente, sacando de la pobreza a millones, haciendo que la balanza de la justicia social se equilibre aunque sea un poco, en un país históricamente marcado por la amplia desigualdad social.

Es por ello que hemos visto, desde que inició esta arremetida, que miles de brasileños se manifestaron, y tienen programado manifestarse hasta el primero de Mayo, a favor de la liberación y del fin de la persecución política de su líder. Viendo esta situación me obligo a preguntarme ¿Lo quieren a Lula o quieren lo que él representa? Porque si lo que realmente desean los brasileños es lo que Lula representa, ¿porque no buscan a otro, u otros, libres de causas judiciales que los represente? Y la respuesta la doy como argentino, pero cualquier latinoamericano seguro daría la misma. Defienden a ese líder carismático porque ven que sin él sus intereses no van a estar representados, y hasta van a ser pisoteados. Y esto sucede porque el líder se olvidó, entre otras cosas, de generar nuevos líderes que encarnen sus ideas y convicciones, y porque el partido funcionó sólo como una maquinaria electoral.

Pero bueno, no podemos cargarle todo el peso sobre los hombros del compañero Lula, si al fin y al cabo, en la mayoría de los países latinoamericanos, venimos cometiendo hace varias décadas, el mismo error una y otra vez. Dicho error es darle más importancia al caudillo que a las instituciones y a las ideas.

Menos pasión y más lógica

Con solo decir que nuestro vecino Brasil es el quinto país con mayor superficie del mundo, que ocupa casi el 50 por ciento de la extensión territorial de toda Sudamérica, que es la novena economía mundial y la segunda del continente Americano posicionándose solo detrás de Estados Unidos, nos podemos dar la idea de la importancia que tiene para toda la región que Brasil sea un país estable y crezca sin demasiados sobresaltos. Esto no es por capricho, sino por pura lógica, ya que este país tiene relación comercial y diplomática con toda la región. Además de ser el “grandote” que marca el ritmo de crecimiento de todo el Mercosur.

Al referirnos a la Argentina, la cosa se pone peor. Por el simple hecho que Brasil es nuestro principal socio comercial, por ende, toda medida que tome va a repercutir fuertemente en nuestro país, ya sea por una modificación del tipo de cambio, por un cambio en los aranceles externos, por un aumento o disminución en el consumo interno o exportaciones, o cualquier otra decisión drástica que pueda tomar unilateralmente.

Y Córdoba, lejos de ser la excepción, es una de las provincias que más sufre frente a las recesiones brasileñas, por el simple hecho de que más del 80 por ciento de nuestra producción industrial metalmecánica tiene como destino ese país. Un ejemplo claro de esto es que cuando nuestro país hermano decide disminuir una cantidad de la cuota de autos que nos compra, aquí se despiden empleados de las grandes firmas automotrices y se cierran pequeñas y medianas empresas de autopartes.

Si hacemos un repaso los años en los que gestiono Lula y los comparamos con la actividad comercial y económica de la Argentina y nuestra querida Córdoba, vamos a encontrar que fue proporcional el crecimiento. Brasil se encontraba en estabilidad económica, creció, nos compro más y por ende los cordobeses pudimos producir más. Así se generó más empleo, con mayor calidad de vida para nuestros coprovincianos. Por eso puedo rematar que los argentinos, y en especial los cordobeses, nos sumamos a la lista de los que te queremos.

Y como conclusión general de esta nota de opinión quiero decirte, Lula, que yo también te quiero. Te quiero por la lucha que llevas adelante, por el ideal que representas, y por sobre todas las cosas, por esos innumerables hermanos latinoamericanos que hoy viven dignamente gracias a tu política de gobierno. Y también porque no quiero claudicar, como Argentino, en el sueño de una patria grande, una patria de hermanos.

Bibliografía

 

Autor

Damián Pivatto. Licenciado en Ciencia Política – UCC.

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