Seguridad y terrorismo: con una opinión pública distraída la política está de fiesta

Manchester, Kabul, Francia y más. En los últimos meses el mundo fue testigo de diversos acontecimientos trágicos que han sido motivo de alarma a nivel internacional, pero sobre todo a nivel individual. Paranoia, caos, y terror invadieron el escenario mundial. El terrorismo es una vez más una amenaza mediática que desde la percepción civil se posiciona como un fenómeno prioritario al momento de preocuparse.

No es menor que el ciudadano promedio en Europa considera a este un asunto clave a tratar para la seguridad comunitaria, a pesar que la concentración fuerte de atentados sean en países como Nigeria, Pakistán, Siria, Irak y Afganistán. El terrorismo resulta ser una amenaza sobrevalorada que se aloja en el imaginario colectivo de las sociedades y trae múltiples consecuencias, especialmente para quienes son construidos por la prensa como los “enemigos”.  No obstante, ¿es consciente el individuo promedio del detrás de escena y del impacto real de esta amenaza?

¿Preocupaciones civiles fuera de foco?

Para comenzar y a modo de ejemplo, podemos señalar el caso de España. Según los datos del eurobarómetro (2011) un 88% de los españoles consideran que las ideologías extremistas suponen un problema para la seguridad interna. Lo curioso es que esta amenaza les preocupa por delante de la exclusión social, pobreza y discriminación, la guerra, la inestabilidad política de regiones de fuera de la Unión Europea, y el cambio climático. A este punto advertimos como la opinión pública se desvía de cuestionar, accionar, exigir a los gobernantes políticas sobre problemas estructurales reales y que suceden con alta magnitud.  

Ranking de las principales causas de mortalidad. Y el terrorismo?

Al 2017, la OMS realizó un ranking con las 10 principales causas de muerte de la humanidad. ¿En qué puesto está el terrorismo? En ninguno de ellos. Los primeros 9 puestos los ocupan enfermedades de tipo cardiacas, cerebrales, pulmonares, diabéticas, HIV entre otras; mientras que el décimo, lo ocupan los accidentes de tránsito. (Traduciendo esto en números, por enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares en 2015 fallecieron 15 millones de personas – mientras que por atentados terroristas alrededor de 30 mil.  El lector ya habrá advertido el amplio margen de diferencia.)

De cualquier manera, en esta lista no podemos obviar que se deja fuera la contribución indirecta que realizan las industrias armamentistas a la mortalidad humana a nivel mundial (¡tema sin tratamiento mediático!). A pesar de esto, el imaginario colectivo de la ciudadanía, (especialmente en Europa y Norteamérica) se ve acechado por fantasmas erróneos y sus energías al momento de preocuparse se encuentran enfocadas fuera de foco. Con todo lo que esto implica. ¿Cuál es el beneficio para la política que la opinión pública esté distraída? Ya podemos ir suponiendo…Un festín.

Fuente: esglobal

El rol de los medios

Los Medios de comunicación una vez más, además de informar y pasar revista de atentados, ataques suicidas, coches bombas, entre otros, promueven la paranoia colectiva. Tal y como manifiesta Marshal McLuham:

“Sin comunicación el terrorismo no existiría.”

Expertos consideran que existe una correlación entre el número de noticias sobre terrorismo y la clasificación de este como un problema importante. Esto no implica negar que la amenaza existe y es real, pero si disminuir el lugar que se le otorga en la agenda en términos de sus impactos en relación a otras amenazas a la seguridad, que son invisibilizadas. El siguiente ejemplo es contundente: ‘mientras que Francia sufrió en 2017, 4 atentados terroristas, Irak padeció 56 en el mismo período’. (Infobae, 2017). En definitiva, el terrorismo es auténticamente terrorismo en aquellos lugares donde hay cámaras filmando, y ciudadanos con acceso a internet, capaces de viralizar determinada fracción de la realidad.

Poniendo nombre al enemigo y rostro a lo invisible

Por otro lado, una consecuencia directa de este “enfoque de amenaza” fuera de foco, es la construcción de la otredad. Inevitablemente a la amenaza fantasma se le pone un rostro visible: Medio Oriente. Esta región cuyo término fue atribuido y creado por Occidente, cuyo territorio fue artificialmente dividido por el acuerdo Sykes-Picot a principio del siglo XX, no constituye una entidad homogénea común. Lo cierto es que hoy por hoy, “Medio Oriente” o también el “Mundo Árabe” es construido una vez más como el enemigo, y el islam como la barbarie.

Lo diverso asusta, lo diferente amenaza. Bien lo sabe Occidente. En 1997 un catedrático emblemático para las Relaciones Internacionales, Huntington, pronosticaba el choque de civilizaciones: El choque de civilizaciones dominará la política a escala mundial; las líneas divisorias entre las civilizaciones serán los frentes de batalla del futuro”. Occidente y el Islam serían un par dicotómico en un mundo en constante conflicto.

Civilización y barbarie, sin patria ni religión

Falacias. Mentiras. Al siglo XXI los musulmanes intentan limpiar su nombre y evitar ser asociados con hitos barbaros como los atentados suicidas, los coche bombas, entre otras cuestiones. Así lo ha reafirmado el Imam Qari Asim, miembro del ‘British Muslim Scholars’, luego del atentado en suelo británico:

“El extremismo y el terrorismo no tienen lugar en el islam ni en ninguna religión. (..) La posición del islam es clara e inequívoca: asesinar una persona, un alma, es el asesinato de toda la humanidad.”

Por consiguiente, todavía no conseguimos asimilar que la dicotomía ‘civilización – barbarie’ no se correlaciona con países o religiones. Existe en todas partes, indistintamente de la bandera.  Tal como indica Rahola (2015): en este sentido, el primer error en el que incurrimos es pensar que el islam nos ataca, y que lo que estamos viviendo en nuestra cotidianeidad es un choque entre civilizaciones o religiones, o directamente un choque entre Occidente y el Islam.

Deconstruir al ‘enemigo’

La construcción de ese enemigo es producto artificial, artesanal, subjetivo. De la misma forma que la línea que divide a terroristas y no terroristas. Miremos un ejemplo concreto. Nelson Mandela. Líder mundial, premio nobel de la paz. ¿Sabe el mundo acaso, que esta figura no se eliminó de la lista de ‘terroristas’ del Departamento de Estado de Norteamérica hasta el 2008? Chomsky lo destaca:

“20 años antes era el líder criminal de uno de los grupos terroristas más notorios del mundo, según un informe del pentágono. Por esta razón el presidente Reagan tuvo que apoyar el régimen del apartheid.”

Como parte de la ciudadanía que opina y critica la inundación de información de los medios, debemos empezar por deconstruir al “enemigo Medio Oriente” como si fuese un bloque monolítico y homogéneo que lucha contra Occidente. No existe tal cosa. A pesar de que los medios nos impulsan construir un antagonismo “nosotros” – “ellos”, y multiplicar la paranoia, no es adecuado dar lugar a reduccionismos simplistas. Tal como destaca Huntington:

Sabemos quiénes somos sólo cuando sabemos quiénes no somos, y con frecuencia sólo cuando sabemos contra quiénes estamos. Occidente conquistó el mundo, no por la superioridad de sus ideas, valores o religión (a los que se convirtieron pocos miembros de las otras civilizaciones), sino más bien por su superioridad en la aplicación de la violencia organizada. Los occidentales a menudo olvidan este hecho; los no occidentales, nunca.”

Bibliografía

  • Imagen principal extraída de https://mundo.sputniknews.com/espana/201511281054202296-espana-protestas-siria-terrorismo/
  • Chomsky, Noam (2016), “¿Quién domina el mundo?”. Editorial Ediciones B.
  • Eurobarómetro (2016), “Europeos en 2016: percepciones y expectativas, la lucha contra el terrorismo y la radicalización”. Disponible en:  http://www.europarl.europa.eu/atyourservice/es/20160623PVL00111/Europeos-en-2016-percepciones-y-expectativas-la-lucha-contra-el-terrorismo-y-la-radicalizaci%C3%B3n
  • Huntington, Samuel (1997), El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial.” En Paidós, Estado y Sociedad. Versión digital.
  • Organización Mundial de la Salud (2017), “Las 10 principales causas de defunción en el mundo”. Disponible en: http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs310/es/
  • Rahola, Pilar (2015), “¡Basta!”. Editorial RBA
  • Sobrino, Victor (2015), “España, el país de la UE que menos confía en la policía para resolver la corrupción.” En Kantar, España Insight. Disponible en:  http://es.kantar.com/politica-y-social/politica/2015/abril-2015-eurobar%C3%B3metro-sobre-seguridad-en-la-ue/

 

Autora:
Valentina Bianco Hormaechea – Licenciada en Relaciones Internacionales

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