Por Alfonso Lorenzo de Olmos
En los días 28 y 30 de noviembre hasta el 1º de diciembre del año 1943, los tres grandes líderes de la coalición aliada, Winston Churchill, Josef Stalin y Franklin Roosevelt, se reunieron por primera vez en la ciudad de Teherán, Irán. Durante esa conferencia, estos mandatarios del Reino Unido, la Unión Soviética y los Estados Unidos de América estuvieron discutiendo sobre el desarrollo de los frentes militares como primera prioridad. Segundo, el posible mundo de la posguerra que se definiría con las futuras conferencias de Yalta y Potsdam en 1945.
El Contexto de la Guerra en 1943
Para el año 1943, el dominio aliado en todos los frentes de la Segunda Guerra Mundial ya se había vuelto certero. Sobre todo, tras dos años y medio, en donde las Potencias del Eje habían tenido su respectivo período de dominio.
En el frente del Mediterráneo, el bando anglo-americano logró triunfar en el Norte de África, expulsando al Eje de ahí y habían logrado arrastrar a Italia a su lado, una vez que el dictador Benito Mussolini fue derrocado por el Gran Consejo Fascista y la Corona Italiana el 25 de Julio. Sin embargo, la campaña fue frenada por las líneas defensivas de la Wehrmacht alemana pasando Nápoles desde septiembre. A su vez, los aliados realizaban sus terribles campañas de bombardeo aéreo contra las ciudades alemanas, desde Hamburgo hasta Berlín, bajo el liderazgo de Arthur Harris de la Royal Air Force (RAF).
Por la zona de Europa Oriental, el Ejército Rojo de la Unión Soviética logró imponer su dominio ante las fuerzas alemanas y sus respectivos socios (desde Croacia hasta la división azul de la España Franquista) gracias a su triunfo en la Batalla de Kursk, ocurrida en julio de 1943. En estos momentos, se encontraban en la eventual reconquista de Ucrania y acercando a algunas fuerzas enemigas en la Península de Crimea.
Por último, en el frente de Asia y el Pacífico, las fuerzas estadounidenses estaban luchando con absoluta fiereza ante los japoneses en las islas de dicha región oceánica. Desde las Islas Marianas hasta las Marshall. Las fuerzas británicas intentaban luchar contra los japonesas en la frontera indo-birmana al igual que contra los rebeldes hindúes que intentaban liberarse del yugo anglosajón.
Bajo estas condiciones, los Tres Grandes Líderes, Winston Churchill, Joseph Stalin y Franklin Delano Roosevelt se encontraban en Teherán, capital de Irán. Fue ahí donde cada uno de ellos compartió sus similitudes y diferencias que tuvieron sus respectivos efectos. No solo en sus relaciones personales, sino también en las relaciones dentro de los tres países aliados.
Los Tres Grandes Líderes y sus agendas
Antes de su decisivo encuentro en conjunto en Teherán y durante el transcurso de su vida antes de la guerra y en la misma, Churchill, Stalin y Roosevelt eran polos opuestos en diferentes formas de vida y visión del mundo. Es así que las diferencias que tuvieron fueron reflejadas durante los encuentros anteriores al mismo. Sobre todo con Churchill en distintas ocasiones.
Winston Churchill era el orgulloso defensor del imperialismo británico, desde su carrera militar hasta la política. Su ambición política estaba en salvaguardar la influencia británica en el mundo y sobre todo en la Europa continental mediante su integración. Esto último, lo expresa tiempo después del fin de la guerra.
Franklin Roosevelt, por su parte, era la cara pública del New Deal Americano de los años ‘30 y del progresismo liberal que opone el eurocentrismo que influenciaba al mundo. Ante ello, Roosevelt creía que los Estados Unidos estaría a la cabeza como la potencia más influyente del mundo después de la guerra.
Por último, Joseph Stalin, en cambio, era el tirano del terror soviético desde que sucedió a Lenin en el año 1924. Su reinado estuvo marcado por feroces purgas y hambrunas, como el Holodomor de 1933 a Ucrania. Su agenda consistía en poder expandir al comunismo por alrededor del mundo, lo mejor posible, o inclusive instigar mayor simpatía hacia dicha ideología lo más vasto posible.
Más allá de las diferencias personales que tuvieron los tres líderes de las potencias aliadas (por trasfondo o ideología), existía un objetivo que los unía y era la absoluta derrota y rendición incondicional de Alemania y de Japón de forma respectiva. Al igual que el reemplazo de la Liga de las Naciones por un nuevo cuerpo supranacional, que se llamaría en 1945 como la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
La Agenda en Teherán
Una vez reunidos los líderes en la capital persa, dentro del edificio de la Embajada Soviética, existían dos puntos de importancia vital. No solo para el curso de la guerra actual, sino que también para el mundo que emergería después de la misma.
Por el lado de la guerra, se habló de un segundo frente militar en Europa continental. La opción estaba entre un segundo frente en el sur de Francia por parte del frente occidental y un posible avance en la Península Balcánica, desde Grecia hasta Polonia. Dicha alternativa tuvo a Roosevelt y Churchill abiertamente enfrentados sobre esos posibles escenarios, ya que el líder estadounidense veía que su compañero británico insistía en el último por motivos políticos que militares. Finalmente, Stalin terminó dando la última palabra diciendo que los aliados realicen su segunda operación militar en el sur de Francia en conjunto con la Operación Overlord en Normandía.
Por último, estaba el tema de cómo se organizaría el mundo después de la Guerra. Como primer tema, Roosevelt y Churchill le dijeron a Stalin que la Unión Soviética puede recuperar los territorios que obtuvo antes del ataque alemán en 1941, sobre todo los que consiguió en el Pacto Ribbentrop-Molotov de 1939.
Segundo, estaba en que la Alemania Nacional Socialista y el Imperio de Japón tendrían rendiciones incondicionales y sus territorios serían repartidos por los aliados y la URSS. Durante ese tema, Stalin avisó que no entrará a la guerra del frente asiático hasta que Hitler sea derrotado por completo.
Tercero, estaba la situación de la guerra en Europa una vez más. Ahí mismo, Stalin pidió permiso de sus aliados para suministrar municiones y suministros a los partisanos comunistas de Yugoslavia, de lo cual fue aceptada dicha propuesta. A su vez, se habló de la posible inclusión de Turquía dentro de la guerra, sobre todo si existe un conflicto con Bulgaria.
Por último, se iniciaron las bases para asentar la futura organización que reemplazará a la Liga de las Naciones, cosa que se formalizó en Yalta, en 1945.
Conclusión
Esta conferencia, no solamente fue una reunión de tres líderes políticos que son reconocidos por su victoria contra la coalición Fascista. Sino que a su vez fue el verdadero comienzo del fin de la Segunda Guerra Mundial y al mismo tiempo dio origen de forma silenciosa a la Guerra Fría, que duraría medio siglo.
Viendo este evento, se puede reflejar los puntos fuertes y débiles que tuvo cada uno de los tres líderes. A su vez, ayuda a notar que más allá de destruir al Tercer Reich, cada uno de ellos luchó a fin de cuentas por objetivos personales, donde las vidas de cientos millones y sus futuros estaban en sus respectivas manos. Lo mismo, en cuanto a la dirección del mundo.
Bibliografía
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