Trump vs. Lula: ¿Una guerra comercial que puede redefinir el Mercosur y el lugar de Argentina en el mundo?

Por Garcia Torres Valentina

En una coyuntura marcada por la reaparición de Donald Trump en el centro de la política internacional, el vínculo entre Brasil y Estados Unidos se ve afectado por un enfrentamiento arancelario de alto voltaje. Lula da Silva, al frente del Mercosur, busca transformar la crisis en oportunidad estratégica, mientras Argentina observa con cautela cómo se reconfiguran los equilibrios regionales. Este análisis propone entender el conflicto a la luz de la teoría de la interdependencia compleja, explorando tanto sus causas políticas como sus efectos económicos y diplomáticos.

 

Un choque que va más allá del comercio de Brasil y EEUU

El 9 de julio, Donald Trump volvió a dejar claro que sus decisiones políticas trascienden la lógica convencional. El expresidente norteamericano decretó aranceles del 50 % a todas las importaciones provenientes de Brasil. ¿El argumento? La presunta persecución judicial contra Jair Bolsonaro y la supuesta censura a plataformas digitales estadounidenses.

La reacción del presidente brasileño no tardó en llegar. Lula denunció la medida como un acto de coerción económica con fines electorales y anticipó una respuesta diplomática y comercial contundente. Brasil aplicará medidas recíprocas, recurrirá a la Organización Mundial del Comercio y buscará apoyo en los foros multilaterales. Lejos de ceder, el líder del PT convirtió la agresión externa en una oportunidad para consolidar su liderazgo regional.

 

Estrategias electorales disfrazadas de política comercial

Aunque la disputa se presenta como una diferencia en términos económicos, es en realidad una confrontación política con múltiples capas. Trump busca reposicionar su figura nacional e internacional, apelando a una narrativa proteccionista que le rinde dividendos políticos. El guiño hacia Bolsonaro, aún debilitado por los procesos judiciales, responde a una estrategia de reposicionamiento dentro del ecosistema conservador transnacional.

Del otro lado, Lula capitaliza el enfrentamiento. Se muestra firme, soberano y defensor de los intereses de su país, en un contexto en el que las élites brasileñas –empresariales y diplomáticas– le exigen respuestas pragmáticas ante los embates del norte. Esta dinámica convierte el conflicto en una disputa simbólica entre dos modelos de liderazgo: uno basado en la confrontación unilateral, el otro en la diplomacia regional articulada.

Brasil

Una clave teórica: interdependencia compleja

Para comprender el fenómeno con mayor profundidad, resulta útil incorporar la perspectiva de la interdependencia compleja, desarrollada por Robert Keohane y Joseph Nye. Esta teoría plantea que las relaciones entre Estados, lejos de ser unidimensionales, se tejen sobre múltiples canales: económicos, institucionales y sociales. Cuando esa interdependencia es asimétrica, el país más poderoso puede manipularla a su favor, como está haciendo Estados Unidos al aplicar sanciones comerciales como herramienta de presión política.

El caso actual refleja cómo, en contextos de alta interconexión, los conflictos no desaparecen: simplemente se transforman. Ya no se expresan en guerras tradicionales, sino en disputas por aranceles, acceso a mercados y dominio tecnológico.

 

Consecuencias económicas para Brasil

Aunque Estados Unidos no es el principal socio comercial de Brasil, representa aproximadamente el 12 % de sus exportaciones. Sectores como el aeronáutico, la industria de transformación y los productos primarios con valor agregado podrían ver afectada su competitividad de forma considerable.

Las proyecciones indican que, si el conflicto se prolonga, la economía brasileña podría sufrir una caída del 1,2 % del PBI, además de una merma en la confianza inversora y una ralentización en las negociaciones internacionales clave, como las que Brasil mantiene con la Unión Europea y la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA).

 

Mercosur: del letargo al protagonismo

Lejos de encerrarse en una respuesta bilateral, Lula eligió proyectarse a través del Mercosur. En la última cumbre celebrada en Buenos Aires, asumió la presidencia pro tempore del bloque regional con una agenda ambiciosa. Impulsó un acuerdo comercial con la EFTA, propuso actualizar el arancel externo común y enfatizó la necesidad de fortalecer la integración frente a los desafíos globales.

Esta estrategia no sólo reactiva al Mercosur, sino que propone una narrativa de integración renovada, capaz de ofrecer alternativas ante la incertidumbre geopolítica. En esa visión, la unión regional no es una traba, sino una herramienta para negociar en mejores condiciones con los actores centrales del sistema internacional.

Brasil

Argentina en el centro de una disyuntiva estratégica

La respuesta argentina ante este escenario ha sido ambivalente. El gobierno de Javier Milei busca mantener su alineamiento con Washington, al tiempo que intenta proteger sectores exportadores sensibles como el vino, el azúcar o el limón. Por ello, gestiona con la administración Trump una lista de excepciones que amortigüe los posibles impactos colaterales.

Sin embargo, esta postura reactiva evidencia una falta de rumbo estratégico más amplio. Frente al nuevo protagonismo de Brasil, Argentina debe definir si apuesta por una integración activa que le permita negociar desde el bloque o si continúa privilegiando relaciones bilaterales fragmentadas que pueden dejarla aislada.

 

¿Un nuevo liderazgo suramericano para Brasil?

El resultado inesperado de este conflicto ha sido el reposicionamiento internacional de Lula. En un contexto adverso, logró transformar la tensión en una oportunidad de liderazgo. Reunió apoyos en América Latina, revitalizó el Mercosur y proyectó a Brasil como un actor clave en la redefinición del orden multipolar.

Esa construcción de poder no se basa únicamente en recursos materiales, sino en narrativas, legitimidad y capacidad de articulación. Es, en efecto, una apuesta por un nuevo regionalismo, más flexible y estratégico, que se articula como alternativa frente a la volatilidad de las potencias centrales.

 

Conclusión: entre la confrontación y la oportunidad

El enfrentamiento entre Trump y Lula trasciende lo bilateral. Es una muestra de cómo las tensiones comerciales pueden funcionar como catalizador de cambios geopolíticos más profundos. Para América del Sur, representa tanto un desafío como una oportunidad. El desafío es evitar que la fragmentación debilite al bloque. La oportunidad es construir un nuevo consenso regional que permita negociar desde una posición de mayor autonomía.

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