La salida de Reino Unido encadena la primera de las secuelas de la crisis de la Unión Europea. Mientras la mayoría de sus miembros debaten su salida de la UE, Alemania, uno de sus miembros fundadores originales y el más poderoso económicamente, intenta procurar la apertura de sus mercados hacia el tercer mundo.
Potencia económica y cultural
El peso económico y simbólico de Alemania en la Unión Europea no es algo que se pueda omitir en un análisis de la economía europea. El país germano sobresale desde hace años como el líder de la unidad de comercio más grande del mundo.
Las contrariedades históricas de los años post-guerra y la unificación de Alemania Oriental y Occidental en 1990 dieron lugar a una yuxtaposición de una de las economías más prósperas y desarrolladas del mundo y una economía poco competitiva y rezagada tanto en sus métodos como en su equipamiento.
A pesar de las marcadas diferencias que existen aún hoy en día entre los niveles de vida de ambas sociedades, el país logró desarrollar una economía manufacturera con un importante papel en la producción de hierro y acero entre otras metalurgias. Además por supuesto de su reconocida envergadura en la industria automovilística y electrónica.
Hoy en día concentra el foco de riqueza dentro de la economía europea con excelentes niveles de vida e infraestructura. Es referente de la prima de riesgo en la Eurozona y es una de las naciones más desarrolladas del mundo.
Su potencia en Europa no se limita a la economía. Como consecuencia de su excelencia económica, Alemania se convierte en símbolo de eficiencia y sobretodo de resiliencia, a los ojos de la comunidad internacional. Actualmente Alemania es uno de los países más solicitados por jóvenes estudiantes para intercambios, becas y pasantías según datos de Erasmus. Además, la lengua alemana es la tercera lengua más estudiada en Europa luego del francés y del inglés (y la segunda en la mayoría de los países de Europa del este, por sobre el francés). El país germano representa hoy en día y desde hace años la prosperidad en Europa.
Consecuencias del proceso de desintegración de la Unión Europea
Una de las máximas muestras de su esplendor fue en 1957 la co-fundación de la Comunidad Europea, la cual en 1990 devino formalmente la Unión Europea con 28 países afiliados entre ellos tres potencias mundiales: Reino Unido, Francia y Alemania misma.
No obstante, lo que en su tiempo fue el bloque económico más fuerte del mundo con un modelo que ponderaba al mercado por sobre las fronteras, ha comenzado a flaquear en la última década. El principio del fin comenzó en 2010 con la crisis griega. Le siguieron consecuentemente Irlanda y Portugal (si bien consiguieron reactivar sus mercados para antes de 2015), y continúa actualmente con la deuda externa que paralizó los bancos de España e Italia. Se teme asimismo un posible contagio en las economías belgas, francesas, suizas y alemanas.
La salida de Reino Unido de la UE fue la cúspide del debilitamiento europeo hasta ahora, pero no su fin. A pesar de la crítica de los medios y de la oposición de la mayoría de los partidos en sus respectivos países, ya se habla de un Nexit (Holanda), Auxit (Austria) y Frexit (Francia), entre otros. Si bien la mayoría de los referéndums no han sido llevados a cabo (ya sea por falta de apoyo político en los partidos conservadores, como el caso de Francia) o han fracasado (como en Alemania y Suecia), es innegable que el debate estáaún abierto. Se respira un aire a nacionalismo dentro de cierto sector de la opinión pública que prefiere irse de la Unión Europea, a la cual consideran decadente.
Un nuevo horizonte
Los medios europeos no paran de anunciar situaciones alarmantes para los bancos de la región: la quiebra de los bancos Véneto y Popolare di Vicenza en Italia, las dificultades del Banco Central Europeo para moderar su economía en un periodo de baja inflación y con un petróleo decreciente y las empresas morosas de hacienda en España (las cuales suman ya una deuda de 15.400 millones de euros) se suman a las dificultades del Brexit y del aislamiento económico estadounidense inaugurado junto con el mandato de Trump. El panorama económico en Europa se tiñe de incertidumbre.
Ante este panorama, los países miembros se apresuran a abrir sus horizontes hacia otros mercados: España está buscando abrir su mercado con Latinoamérica, donde la lengua y la idiosincrasia se suman a un mercado accesible. Japón está haciendo grandes esfuerzos para que Reino Unido proteja sus intereses financieros luego del Brexit, antes incluso de que finalicen las negociaciones del mismo y Alemania, nuestra protagonista en esta historia, ya dio indicios en su tour por Latinoamérica en las primeras semanas de junio.
El ministro germano de Asuntos Exteriores entre 2009 y 2013, Guido Westerwelle, declaró para DW que Argentina, México y, sobre todo, Brasil, deberían contribuir masivamente como “potencias de cambio” a la solución de problemas globales como el libre comercio o el cambio climático.
Incluso la primera mandataria germana Angela Merkel, sostuvo durante su visita: “Podemos concluir un acuerdo entre la UE y Mercosur y queremos avanzar rápidamente (…) aunque habrá que negociar duro y hacer concesiones por ambas partes. Estos acuerdos generan más prosperidad a los ciudadanos”. Macri se mostró igualmente optimista: “Será un gran paso adelante”.
Bibliografía
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Autora
Giuliana Piantoni: estudiante de la Licenciatura en Comunicación Social
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